Editorial de Febrero 2006 – por Marli Spieker

DIOS
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¿Crees que Dios te dará las NACIONES si se lo pides?

Es lo que Él dijo: “Pídeme y te daré las naciones…”. Así que mientras ponemos nuestra atención este mes en las mujeres de Afganistán te animo que “ruegues” en oración por esta nación quebrada y cerrada. La oración es nuestro tremendo privilegio para ayudar a hacer una diferencia eterna en las vidas de incontables mujeres afganas.
Y recuerda que mientras oras, no estás sola. En más de 80 países, hay una gran comunidad de cristianos que están delante del trono de Dios implorándole que extienda su brazo y dé vida eterna, esperanza y luz a millones que viven en los más oscuros rincones del mundo.

A pesar de algunas victorias, desde la caída de los Talibanes, no ha cambiado mucho la vida de millones de mujeres y niñas en el país. La cultura de los pueblos es a menudo dura y controladora y muchas continúan sufriendo el abuso a manos de sus esposos, padres y hermanos. Un incremento en matrimonios forzados y novias niñas (la principal fuente de violencia doméstica) ha sido reportada. Y de acuerdo a un informe de las Naciones Unidas algunas mujeres se han prendido fuego a si mismas en un desesperado intento de atraer la atención sobre su reclamo.

¡Cuánto sufrimiento! ¡Cuánta angustia!

¿Qué clase de hijos darán estas mujeres a la sociedad?

El odio y la desesperación continuarán y ellos serán usados por Satanás para sus fines destructivos.

Pero espera, Dios dijo: “Pídeme y yo te daré las naciones”.

El espera que nosotros le pidamos por la liberación de estas mujeres. Nosotros podemos pedir, CREYENDO, no sólo por su salvación, sino también por aquellos que cometen tan horrendos crímenes contra ellas.

El deseo de Dios es que todos sean salvos y reciban su vida abundante, una vida libre de temor, pecado, abuso y finalmente de los malvados esquemas de Satanás.

Pidámosle a Dios una poderosa transformación desde el fondo del corazón de esta nación. Traigamos “justicia como un río”, implorando que su soberana intervención sea sobre las leyes de los “señores” de la tierra. Fervientemente, pidamos que el Espíritu Santo traiga a las mujeres de Afganistán una amorosa y salvadora relación con nuestro Padre Celestial a través de su Hijo Único Jesús quién amo tanto a este querido pueblo a tal punto que quiso morir por cada uno de ellos.

Fiel es quien te llama. Él lo hará.

Marli

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