Si un día ves teñirse el horizonte
Del más oscuro y lóbrego color,
Sumisa el alma y de rodillas, ponte A los pies del Señor;
Si parece vencer el hombre injusto,
Y la verdad perderse sin valor,
Y el proceder apático y adusto
Te sume en el dolor…
Si nubes densas, ciérnanse en tu cielo
Y hacia un gran mar te empuja el aquilón;
Si luchas sin amigos, sin consuelo,
Confía en el Señor.
Pues Pablo, el gran apóstol, ya nos dijo:
“abatidos, más nunca derrotados”,
Por el poder del Salvador, que es Cristo,
Seremos luchadores esforzados.