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De acuerdo al diccionario, el temor es: “Un sentimiento de perturbación y ansiedad causado por peligros presentes o pendientes”. Todos pasamos por tiempos cuando estamos temerosos de algo. El temor tiene una función legitima porque nos alerta de algo que posiblemente podría dañarnos.

Generalmente somos capaces de evaluar la situación y ver si existe un peligro real, luego tomamos ciertos pasos para lidiar con él.
A veces, sin embargo, nuestro temor nos atrapa e interfiere con nuestro diario vivir.
Esto a menudo es frustrante porque a la vez que pensamos que el temor no es real aún así nos sentimos atrapados por él.

Generalmente cuando las personas combaten el temor, es porque temen perder algo. Ya sea que se trate de su salud, o de sus seres queridos, la autoimagen, la reputación, estilos de vida, finanzas, sueños, hogar, trabajo, confianza o aún sus propias vidas.
Las personas temen cuando están enfrentando la posibilidad de perder algo que es precioso para ellas.

Algunos de los temores más comunes son:
• Hablar delante de un grupo.
• Las alturas.
• Los insectos y microbios.
• Problemas financieros.
• Las aguas profundas.
• Las enfermedades.
• La muerte.
• Volar.
• La soledad.
• Los perros.
• Conducir un coche.

¿Cómo podemos conquistar estos sentimientos?
El primer paso es manejar los temores, es determinar exactamente a qué cosa le temes.
Es muy importante ser bien específica acerca de qué es lo que te asusta.
Por ejemplo; decir “me asusta la gente, no sería suficiente. Debes especificar qué clase de gente te asusta: ¿hombre, mujer?, ¿personas que no te gustan?, ¿personas que te gustan?

También puedes hacerte preguntas como estas:
¿en que clase de situaciones te asustas de la gente? ¿Es acaso cuando estás en un grupo grande, pequeño o en uno más íntimo?

Ser claro acerca de lo que exactamente te asusta es necesario por dos razones.
Primero te ayudará a hacer las cosas que realmente no te molestan, sino que has estado evitándolas.
Cuando generalizamos nuestros temores, evitamos todas las actividades que están relacionadas a la situación o a la cosa que tememos.
Si lo piensas cuidadosamente, podrás aprender que problablemente te privas del placer de aquellas actividades.

Segundo, te permitirá enfocar tu energía en resolver el problema real y no sólo un pequeño aspecto de él. Cuando tratas de lograr aclarar lo que temes a menudo es útil preguntarte ¿de que temo realmente?
Una vez que lograste ser bien específica de qué es lo que te preocupa es mucho más fácil hablarlo con alguien más, tal vez una amiga.
Ser capaz de contárselo a alguien a menudo ayuda a que la situación sea menos terrible y más llevadera.
También en esta lucha con el temor, es importante darnos cuenta que lo que nos decimos a nosotras mismas puede influenciar y prolongar nuestro temores.

No creo que muchos nos demos cuenta, pero en un sentido muy real nos decimos cosas a nosotras mismas.
Aunque muchas de las cosas las decimos en forma silenciosa, puede ser una de las maneras que nos asustamos a nosotras mismas.
Por ejemplo, si temes que vas a perder un exámen o prueba ¿qué te dices a ti misma? ¿Algo así?: “Si yo fallo, toda mi carrera académica será arruinada”. Debemos cuidarnos que nos decimos a nosotras. Si piensas que será terrible perder un exámen ya te estás asustando y eso interfiere con tu real actuación.
Casi siempre cuando tenemso temor a algo, nos decimos a nosotras mismas de que algo malo nos va a suceder. Inconcientemente forzamos nuestras mentes y nuestros cuerpos a un modo de stress que nos prepara para conocer un desastre imaginario.

Para reducir el temor debes decirte algo positivo, animarte a ti misma, valorarte como persona por lo que eres y no por lo que logras de vez en cuando.

El próximo paso en manejar nuestros temores es exagerar las cosas malas que tememos que nos sucedan.
Aunque probablemente no lo has dicho, lo que temes es a esos malos efectos exagerados. Por ejemplo: te gustaría llamar a alguien que desearías conocer mejor, pero te atemoriza levantar el tubo del teléfono y hacerlo porque se te ocurre pensar cantidad de cosas como por ejemplo: “que dirán de ti” o piensas que quizás te rechazarías y eso te llevaría a una depresión por meses.
Piensas…”todos sabrán que soy una perdedora, una fracasada y me tratarán como si no soy nadie”.
Te haces una cantidad de fantasías en tu cabeza de las peores consecuencias imaginarias. Es interesante saber que si le permitimos a nuestra mente volar en términos negativos le permitiremos imaginar las peores catástrofes en unos pocos minutos.
Pero debes saber que el mundo no se terminará si sigues adelante y en este caso y ejemplo si tomas el tubo del teléfono y haces la llamada que querías hacer aunque no salgas como tú lo querías, es posible que te vaya mejor de lo que esperabas. No lo podrás descubrir hasta que hagas ese contacto telefónico.

Podemos también encontrar maneras de usar nuestra imaginación en un modo más positivo para luchar con nuestros temores. Podemos tratar de relajarnos o distendernos, respirando profundamente, tensionando los músculos para luego soltar el aire suavemente y aflojar la tensión del cuerpo. Estos ejercicios de respiración y relax del cuerpo debes hacerlos varias veces para aflojarte más cada vez. Después imáginate acercándote a la situación que te atemoriza. Cuando te lo imaginas bien, piensa en acercarte lo más posible a la situación. Vas a tener un poco de miedo pero debes seguir adelante, enfrentar la situación y luchar para vencerla.

Ayuda imaginar como sería la situación si te enfrentaras con una situación en forma exitosa a pesar de que aún puedas sentir un poco de miedo.
Debes armarte de coraje en tu mente y luego ir al otro paso.

¿Te imaginas que va a funcionar?

La experiencia con pacientes muestra que para un buen número de personas funciona.

Hay algo más que sirve probar y que funciona.
En este caso se requiere que te acerques a lo que te atemoriza, la persona o la situación que tienes delante. Esto no significa que tengas que cambiar toda tu conducta de una vez. Se sugiere que vayas logrando cosas paso a paso, sin exigirte todo de ti en un solo intento.
Por ejemplo, si tienes miedo de dar tu opinión en clase delante de los demás, puedes comenzar hablando con tu profesor después de la clase. Después de hacerlo varias veces podrás preguntar algo en clase.
Continúa el proceso dando tu opinión luego que el profesor termine y puedas hablar con él en forma personal y finalmente hacerlo durante la lección con los demás alumnos en clase.

Mientras tratas de dominar tus temores, te pedimos que no caigas en los dos mitos más comunes.
El primero de estos suigiere que eliges terminar con tus temores. Lleva tiempo pensar y trabajar en cambiar antiguas maneras de reaccionar a las situaciones. No se dá sólo porque lo deseas.
El segundo mito sugiere que debes esperar hasta no sentir más temor para actuar. En la mayoría de los casos, debes actuar aún con un poco o bastante temor antes de que se vaya del todo.

Y por último, a menudo es útil hablar con una buena amiga acerca de tus temores.
Es maravilloso cómo los miedos a veces se van cuando hablas con alguien de confianza.
Una persona sincera y amiga puede ser muy útil cuando los temores quieren dominarte.

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