Cuando cierren sus ojos esas cinco ventanas
Por las que nuestro espíritu se asoma al exterior,
Habrá un largo y gozoso repique de campanas
En nuestra vida interior.
Y cuando nada impida al espíritu el paso
Y éste emprenda su vuelo hacia la eternidad,
Fracasará la tierra montada en el Pegaso
De su incredulidad.
Hacia Dios y sus grandes moradas luminosas.
Hacia el jardín soñado de las rosas eternas
Cuidadas por las manos benditas del Señor…
Hacia el hogar del Padre donde la vida es cielo
Y donde los espíritus encuentran consuelo
De vivir junto a Cristo, su más divino amor.