Violencia doméstica – Testimonio

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«Tu verdadero rostro»
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Queremos compartir un poco mas del testimonio de la vida de Kim que tuvo una convivencia muy difícil en su hogar. Ese fue un lugar lleno de ira, de enojo, de adicción a las drogas y mucha violencia. ¿Dónde estaba Dios cuando Kim tanto lo necesitaba? Compartiremos ahora algo más de su testimonio y de su experiencia con Dios.

Quiero compartirles un incidente más de mi difícil vida, no para que me tengan lástima sino para que vean cómo detrás de mi dificultad estaba Dios queriéndome salvar de males mayores. Recuerdo un día en que tuve muchas actividades. Había estado trabajando bastante para coordinar una boda y todo lo que eso demanda y al final me sentía tan cansada. Mi esposo había quedado en casa cuidando de los niños. Cuando llegué mi hija estaba queriendo tener un sándwich a lo que yo le pedí a mi esposo que se lo preparara. Era eso tan sencillo pero yo me sentía muy cansada y solo pretendía que él me ayudara. El me atacó y me empujó de la cama. Yo sentí como que algo en mi interior se quebró, algo misterioso, un sentimiento muy raro que no se como describirlo…me sentía tan cansada…era un sentimiento calmo, quieto, pero mortal. Yo iba bajando las escaleras y pensando…estoy cansada…lo que en verdad estaba diciendo, estoy cansada de todo esto, estoy cansada de tu abuso, de tu negligencia, de que tomes drogas, de la manera en que nos tratas a mi y a los niños. Era un día de esos en que se me había juntado todo. Fui a la cocina y tome un cuchillo. El me seguía y al darme vuelta este cuchillo estaba a la altura de su cuello…tocando su cuello. Recuerdo como que sentí que Dios arrojaba lejos de mi ese cuchillo, yo no pensaba en mi esposo sino como que algo en mi mente me decía: “No quiero que vayas a la cárcel, tus hijos te necesitan”. Algo…, supongo yo que fue el Espíritu Santo de Dios, me hizo dejar ese cuchillo. Le pedí a mi esposo que me dejara salir. Estuvimos a punto de cometer un grave daño a tal punto que podía haber muerto alguno de nosotros.

Le preguntamos a Kim si ella de verdad cree que fue Dios quien paró su mano para no cometer un crimen. Honestamente cree que así es. Ella agradece mucho a Dios por estar allí y ayudarla de esa manera tan especial. Muchas mujeres que son abusadas por personas que dicen amarles desarrollan un sentido de culpa porque a veces creen que merecen ser tratadas así por alguna razón.

En cuanto a eso Kim cuenta, “Yo debía reafirmar en mi mente el sentir de que no era la causa o la culpable de su enojo e ira. Que no era la causa o la culpa por sus acciones. Esas eran elecciones que él había hecho. Yo debía aprender a hacer elecciones sanas y sabias para mi y para mis hijos. En situaciones así era difícil aceptar siempre que Dios me amaba. Constantemente debía recordarme a mi misma que así era y permitir que el Espíritu Santo me reconfirmara que Dios de verdad me amaba. Aún en medio de la tormenta Dios me mostró su amor.

También Kim nos contó como Dios le mostró su amor a través de otras personas. Cuando tuvo que enfrentarse sola para pagar su alquiler, los alimentos y otros gastos del hogar ella reconoce que fue posible gracias a sus hermanos cristianos de la iglesia donde ella se congregaba. Como le ayudaron a juntar el dinero y cubrir sus gastos. Esa fue para ella otra demostración del gran amor de Dios.

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