«Manos de mi Cristo»

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Manos que amantes me rescataron
De las tinieblas me levantaron,
Y me trajeron donde su luz. Manos queridas las de mi Cristo,
Manos que llenas de compasión;
Poquito a poco moldean mi vida,
Erigen triunfos donde hubo heridas
Y ofrecen cielo, gracia y perdón.
Ojos queridos los de mi Cristo,
Ojos que lloran por mi dolor,
Ojos que han visto lo que he escondido,
¡Que han visto mis faltas, mi silente gemido
Y que aún me miran con tanto amor!
Ojos queridos los de mi Cristo,
Ojos tan tiernos los de Jesús,
Ojos que por Lázaro lloraron,
Que con tremenda piedad me contemplaron
Desde el alto suplicio de la cruz.
Palabras dulces las de mi Cristo,
Palabras llenas de salvación,
Palabras que al opreso libraron,
Que hablaron milagros, que sanaron,
Que cambiaron mi terco corazón.
Palabras dulces las de mi Cristo,
Palabras de poder y autoridad;
En la gran tempestad traen bonanza;
Palabras portadoras de esperanzas,
Palabras de vida y de verdad.
¡Amor sublime el de mi Cristo,
Amor absoluto y redentor,
Amor cuya corona fue de escarnio y espina,
Amor que cuando fue herido vertió sangre divina,
Amor eterno, inigualable amor!

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