Queridas amigas de oración:
“Su trabajo debe ser emocionalmente bien agotador”, alguien me dijo recientemente. “Sí puede ser”, le repliqué. “¡Pero a pesar del terrible mal con el cual nos enfrentamos, es también extremadamente reconfortante ver el poder de Dios en las vidas de estas queridas mujeres!”
¡Y ese es nuestro gozo, recordar a través del trabajo de intercesión, que Dios nos está capacitando para ser “transformadores del mundo”! Los testimonios que leeremos más adelante son una muestra que nuestras oraciones están moviendo el brazo de Dios. El está cambiando el lamento por cantos de liberación, y las lágrimas de desesperación por esperanza. Está capacitando a las mujeres con coraje y fuerza, desplazando sus temores e impotencias.
“Esparciendo Luz de Esperanza sobre las Niñas Novias”. ¡Cuando leo este título en nuestro calendario este mes, todo dentro de mi se arruga y se encoge! ¡Algo está terriblemente mal aquí! ¡Niña y Novia son palabras que no deberían ir juntas! Después de realizar alguna investigación, fui quebrantada al leer de niñitas confinadas a los hogares de sus esposos, privadas de oportunidades para la educación o cualquier parecido a una niñez normal. Legiones son atrapadas en esta circunstancia paralizante, incapaces de librar sus vidas de espantosa pobreza. Robada su inocencia, con un futuro sombrío y limitado. Un esposo provocador y desafiante defendió su matrimonio con una niña de 11 años diciendo: “Yo me casé, no he cometido ningún crimen”. ¿Cuántos hombres más creen en este peligroso engaño o fraude del príncipe de las mentiras?
A los ojos de Dios, forzar a las niñas a tales matrimonios es más que un crimen. Va contra Sus leyes de la naturaleza, Su plan para la humanidad, Su corazón de amor por las niñas – un amor tan profundo que El dio a Su único Hijo para que muriera por ellas.
Que Dios nos dé la fuerza para comprometernos en esta feroz guerra espiritual por estas queridas niñas viviendo una vida de mujeres adultas. Debemos creer que “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…” (Mal. 4:6) de modo que estas niñas no sean vendidas, cambiadas o dadas en matrimonio contra su voluntad nunca más.
Oremos por la sanidad y la salvación de Cristo para rescatar a estas “mujercitas”.
Creyendo con ustedes en lo que hará el Señor:
Marli Spieker
Fundadora/Defensora
Proyecto Ana