Cuidando a otros

Jesús cuida de los enfermos
11 agosto 2008
Editorial Setiembre 2008
3 septiembre 2008

Quizás una o varias veces te tocó cuidar personas. De hecho si hay bebés o niños pequeños en casa ya lo sabes muy bien, solo dependen de alguien para sus necesidades. Si hay enfermos o muy ancianos también te reclaman.

Cuidar a otros es una tarea grande y a veces muy difícil. Estaremos dando alguna información para ayudarte a ser una cuidadora eficiente. Y si ya estás preparada para hacerlo queremos solo animarte para que no bajes tus brazos. Le pedimos a Dios que te ayude y renueve tus fuerzas para seguir cuidando de quien tanto depende de ti. Estamos seguras que El lo hará.

Como lo hemos mencionado en otros programas la higiene personal es de mucha importancia. Nos referimos a ti misma y la higiene de quien debes cuidar. Manteniéndonos prolijas y limpias no solo nos ayuda a sentirnos mejor sino que también es el camino para evitar las infecciones y prevenir las enfermedades. Cuando una persona pierde su independencia y ya no puede cuidarse a si misma, puede causarle también una pérdida en su autoestima. Como cuidadora o acompañante tienes una doble función, ocuparte de sus limitaciones y necesidades físicas y mantener en alto su dignidad.

Una de las maneras de ayudar a mantener su dignidad es permitir a la persona ejercer su independencia lo más posible. Esto significa que él o ella deberían hacer lo que aún pueden por si mismas. Por ejemplo, si pueden usar sus brazos, permitirle y animarle a cepillarse sus dientes, su cabello y arreglar su rostro o su ropa. Permitirle hacer esto en su cuerpo va más allá de la higiene física. Les ayuda a evitar ser tan dependientes y cómodos y sentirse útiles aún. Como acompañante – cuidadora puedes reservar tus energías para tus propias cargas o para más adelante cuando la persona ya nos e valga por si misma en absoluto.

Veamos primero como bañar a una persona que está en cama postrada. Será útil reunir todo lo necesario por adelantado. Toallas, jabón, champú, loción para la piel si la usa, una sábana o manta liviana para ir cubriendo las partes que aún no vas a lavar o las que ya están limpias. Tener un recipiente apropiado para el agua caliente. Debes cerrar puertas y ventanas para evitar cualquier corriente de aire. Lava tus manos antes de comenzar la tarea. Tener una sábana o manta limpia para cubrir a la persona mientras la vas lavando le proveerá privacidad y calor. Estar completamente desnuda le hace sentir mal.

Comienza a hacerlo por su cara, los hombros cada lado de su cuerpo, la espalda y por delante. Si la persona no se puede mover ni salir de su cama bastará con pasarle una toallita caliente enjabonada y luego de enjuagar la misma volver a pasar para quitarle el jabón. No descuides de ir cubriéndola con la manta para evitar que la persona se enfríe. Algo que también puedes hacer luego de lavar y secar su cuerpo por partes es pasarle una loción para evitar que su piel se reseque. Termina el baño limpiando sus partes más íntimas cuidando de secar bien para prevenir las irritaciones.

Seguramente no vas a bañar a la persona todos los días pero ciertas partes del cuerpo necesitan una limpieza diaria en especial sus áreas más íntimas. Se amable, la persona puede que sea tímida o vergonzosa y necesita escuchar de ti palabras suaves y comprensivas.

Como hemos expresado anteriormente ser una acompañante – cuidadora de otras personas no es una tarea fácil, requiere mucha energía y paciencia de tu parte. Requiere en muchos casos negarte a ti misma y a tus gustos y ambiciones. No lo hagas solo como un trabajo o una obligación, piensa que como lo dice la Biblia, todo lo que hagas ya sea de palabra o de hecho sea para darle gloria a Dios. Pero no te descuides a ti misma ni tu tiempo con Dios. Guarda una perspectiva equilibrada de tu vida. Busca ayuda de modo que puedas tener momentos de descanso, salir un poco de la casa, distraerte y entretenerte con algo que te guste de vez en cuando. Y no te sientas culpable por eso sino que reconociendo tus limitaciones debes descansar también. Evita enfermarte por la demasiada presión del familiar o amigo enfermo. Hay cosas y situaciones que son inevitables y debemos aceptarlas como se presentan. Haz algo mejor que puedas de tu parte y lo demás déjalo al cuidado de Dios nuestro Padre Celestial.

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