Mortalidad en la Maternidad: Datos de UNICEF 2009


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img_homeembarazosaludableEn países con altos niveles de pobreza y desigualdad, tener un hijo sigue representando riesgos para la vida de las mujeres y para los niños recién nacidos.
En el documento «El Estado Mundial de la Infancia 2009», el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señala que en todo el planeta mueren a diario casi mil 500 mujeres durante el parto (62 cada hora, en promedio). Es decir, cada año fallecen medio millón de madres.

En América Latina, el riesgo de mortalidad derivada de la maternidad es de un deceso por cada 280 partos y a lo largo de la vida reproductiva de la mujer la probabilidad de morir por causas relacionadas con el embarazo es de 0.4%.

Esta probabilidad podría disminuir si se propicia un entorno con mejores condiciones de higiene y nutrición, y si se logra el acceso a la atención especializada antes, durante y después del parto.
Asimismo, el UNICEF destaca que los principales factores asociados a la mortalidad materna son la pobreza, la desigualdad en el acceso a oportunidades para el desarrollo y la carencia de condiciones de cumplimiento de derechos de las mujeres y niños.

Para destacar la dimensión del impacto de la pobreza y la desigualdad que implica la mortalidad materna, el UNICEF señala que en los países pobres o en desarrollo el riesgo de morir por esta causa es 300 veces mayor que en los países industrializados.

Por estas razones, es válido sostener que en el entorno de crisis económica global que se vive, se corre el riesgo de nuevos retrocesos o regresiones en los indicadores relativos a la salud materno.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, este índice podría disminuir si las madres y sus hijos tuvieran acceso a un entorno con mejores condiciones de higiene, nutrición y salud.

Es por ello, que es buena cosa pensar en cómo estamos contribuyendo para que esto sea así. Si bien la iglesia no puede dejar su misión central y convertirse en un centro de salud especializado para cada emergencia social que surge en la comunidad, debería desde su rol espiritual dar el sostén a las mujeres embarazadas que están viviendo estos procesos de exclusión y ayudarles a acceder a los servicios disponibles en su comunidad y que desconoce o no sabe como obtener.

También funcionando como actores sociales que motiven a quienes deben proveer esos servicios a crearlos o mejorarlos para reducir la mortalidad en la época maternal. Y también sabemos de cristianos que se han comprometido a lo largo de la historia y han desarrollado instituciones de salud para atender situaciones críticas, demostrando de esa manera el amor de Cristo.
Que Dios nos muestre en oración cuál es el papel que demos asumir en este contexto que presentan los datos de UNICEF.

Mario Luis Fuentes – Fuente: exonline

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