El rol de una madre – Historias

29 de Marzo
29 marzo 2010
María, la madre de Jesús
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Recuerdo con mucho cariño cuando esperábamos a nuestro primer hijo. Bastante tiempo antes de su nacimiento, todo estaba listo para su llegada. La cuna, su ropita, los pañales… y antes no eran descartables. Cada día miraba la cuna y pensaba… ¿realmente estaré preparada para ese momento…? ¿Recuerdas cómo te sucedió a ti?

Supongo que cada mamá tendrá sus historias para compartir y cuales eran sus expectativas al esperar a su primer hijo. Hoy compartiremos algunas de esas historias y experiencias.

Por ejemplo empecemos con Emily, ella nos compartió así: “Llegar a ser madre me ha cambiado más que cualquier otra cosa en la vida. Yo siento, pienso y actúo de un modo bien distinto ahora que como me sucedía antes del nacimiento de mi hijo. Su llegada fue algo maravilloso… Allí estaba un ser humano único, con toda una vida por delante y se me pidió a mi esta tarea especial… de cuidarlo… alimentarlo y guiarlo mientras creciera. Aún me siento abrumada por esta responsabilidad, sin embargo estoy emocionada y llena de asombro.

Cuando la gente me pregunta cómo sigue todo, rápidamente hago una lista de dificultades por ser una madre nueva: ¡no duermo suficiente… no tengo tiempo para mi misma… mucho para lavar! Pero luego reflexiono y pienso que estos, son temas menores frente al gran gozo de ser mamá. Mi vida gira en torno a mi hijo, proveer para él y no podría ser de otra manera. Al principio luché un poco con eso de haber perdido mi libertad de hacer lo que yo quería, cuando a mi se me ocurriera.

Pero ahora, a dos semanas de mi nuevo rol de la maternidad, he aprendido a marchar con la corriente… para disfrutar de cada momento como va sucediendo. Me gusta verlo dormir y alimentarse. Ya ha cambiado mucho, cada día trae más cambios; cada día es una nueva aventura”.

Me gusta esta última frase que dijo Emily en su experiencia como mamá. “Cada día es una nueva aventura”  No sé a qué se estaría refiriendo, pero estoy segura que la vida de una madre es bien movida.

Si no eres mamá todavía, o no has podido tener un hijo, puede ser que quieras compartir un momento especial con alguna amiga, vecina o familiar tuyo.

Antes de escuchar la experiencia de otra mamá disfrutemos de este tema musical.

Carolina es otra mamá que tiene una preciosa niña y está esperando su segundo bebé en pocos meses más. Escuchemos su historia.

Ella la cuenta de este modo: “Mirando a mi pequeña niña, sus manitos en el aire y sus piernitas regordetas girando al ritmo de la música, no puedo seguirla pero disfruto y me río. El gozo expresado de esa manera llena mi vida interior. Trato de mantener viva esa imagen cuando me siento exhausta y lagrimeo en medio de la noche y siento que ella se despierta y sólo quiere estar con su mamá.

A menudo al final del día, pienso, “¿Qué hice durante todo el día? Una vuelta por el jardín… la lectura de un libro de cuentos… tratando de cambiarle pañales a la muñeca… cantando canciones infantiles… parecería que no es mucho. Luego… pasando los días mientras le doy agua escucho que me dice a media lengua “gracias mamá” ¡Lo considero un triunfo! Mi hija está creciendo y eso es bueno.

Eso es algo de lo que significa para mi ser mamá… un trabajo constante, paciente pero a menudo de maravilloso gozo al observar que mi niña aprende, crece y ama.”

¿Puedes recordar tú también amiga, esas noches sin dormir junto a un inquieto bebé? Carolina tiene un esposo bueno que la ayuda pero aún así hay veces que por las noches está exhausta y no puede evitar de llorar un poco. Ella comprende y acepta que su hija necesita estar con ella y la recompensa es verla crecer y progresar poco a poco hasta ese día en que ya podrá dormir sin llamar a su mamá en medio de la noche.

Te contaremos ahora de Sally, ella tiene 3 hijos que están creciendo. Una niña de 9 y otra de 6 años y un varón de tan sólo 3 años.

Ella nos dijo: “Me gusta ser mamá… Pero a veces me pregunto si lo estoy haciendo lo suficientemente bien…. Y cómo afecta eso a mis hijos.

Me siento muy afortunada de tener 3 y a menudo me pregunto si trato a cada uno en forma individual según lo que cada uno de ellos realmente necesita recibir. Quiero hacer lo mejor, mostrarles respeto y la atención adecuada  a cada uno.

Algunos días son realmente buenos y otros puedo decir que ando desanimada..

Me gusta ser una madre “desocupada” y permanecer en casa… caminar con mis niños cada día hasta la escuela… ser amiga de las otras mamás. Me gusta el lazo de unión entre las madres… trabajando como un equipo para ayudarnos unas a otras en tiempos de necesidad-  me gusta eso y lo hecho de menos cuando salgo a trabajar por horas.

Disfruto de las cosas pequeñas… cuando mi hija me dice, “Gracias mamá por permitir a mi amiga quedarse a jugar conmigo” o cuando me dice… “Gracias por la merienda tan ruca que me pusiste en mi lanchera” o cuando mi hija de 3 años me dice, “te quiero mamita”

Nunca me siento cansada para mirar a cada uno de mis hijos desarrollando nuevas habilidades… a medida que se van poniendo más independientes. Pero hay un precio a pagar…  ellos me necesitan cada vez menos. Me pregunto cuánta es la independencia que les debo permitir de modo que se desarrollen como individuos. Mi hija de seis años elige la ropa que se va a poner desde los tres. Ella sabe lo que quiere usar cada día- aunque a mi a veces me parece que no está bien pero por lo general se le ve bonita.

Me preocupo… y espero… todo al mismo tiempo, que como madre sea capaz de criarlos de modo que les ayude a desarrollarse y llegar a preciosos adultos.

Es interesante escuchar historias de diferentes madres y ver cómo procede cada una al criar a sus hijos. Para las que están criando hijos es importante saber lo que hacen otras madres y aprender de sus aciertos y errores. La experiencia enseña mucho. Como hemos visto, los hijos crecen rápidamente. Te vamos a contar de otra mamá, Jenny y sus hijos tienen, 16, 14 y 12 años y están en sus últimos años de escuela y ella nos dijo que aún está aprendiendo a ser mamá.

Que lo que más le cuesta es dejarles ir… permitiéndoles hacer decisiones y equivocándose con la esperanza que aprendan de sus propios errores.

Ella dice: “Yo quiero protegerlos cuando veo que no hacen elecciones sabias. Pero mi esposo me recuerda que es mejor que se equivoquen ahora y no más tarde en la vida cuando las consecuencias podrían ser peores.

La otra lección que estoy aprendiendo… ¡es que no siempre yo estoy en lo correcto!

¡Ellos son individuos y tienen sus propios puntos de vista y sus gustos en las diferentes áreas de la vida! No siempre son los mismos que tengo yo. Esto puede ser bien difícil de aceptar algunas veces, especialmente cuando se trata de temas como… Dios, iglesia, la política… la moda y cómo gastan el dinero.

La recompensa más grande es cuando les veo hacer buenas elecciones y aplicando a sus vidas cosas que les hemos enseñado por años. Eso te trae mucha satisfacción. Viéndoles contribuir positivamente a la sociedad donde se mueven es realmente una bendición y probablemente lo que más gozo me trae esta etapa de la paternidad.”

Quizás te sientas como Jenny si tienes hijos adolescentes en casa… viéndoles cometer errores. Eso es bien difícil de aceptar, pero el consejo del esposo es bien sabio. Todos tenemos que aprender de nuestros propios errores y es mejor mientras estamos protegidos aún por nuestros padres. Si algo sale mal de seguro ellos saldrían para guiarnos frente al error nuestro y darnos buenos consejos con amor y comprensión de padres sabios.

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