La pérdida y el dolor

16 de Abril
16 abril 2010
El ha resucitado
16 abril 2010

En las lecciones para la vida queremos compartir algunos pensamientos acerca de la aflicción y la pérdida y cómo podemos enfrentarlas cuando llegan a nuestra vida. Hablar de aflicción es hablar de un sufrimiento emocional profundo que se debe a una pérdida personal o a una separación de alguien querido.

Como hemos mencionado, al dar a luz a un bebé se produce allí una separación, diríamos la primera para ese ser humano,  que se sumará a otras pérdidas y separaciones  a lo largo de toda su vida.

Llegar al final de una etapa a menudo es difícil. Recuerdo cuando terminé mis estudios secundarios, fue difícil despedirme de tantos amigos, algunos que ya no vería más. Recuerdo que hasta lloramos al abrazarnos y despedirnos unos de otros.

Nos habíamos sentido protegidos, queridos, seguros, dentro de esa institución y de pronto todo se terminó y comenzaría una nueva etapa en que deberíamos enfrentarnos por nosotros mismos a lo desconocido.

Pienso que eso sucede en muchas situaciones de la vida al llegar al final de una etapa. Preferiríamos no pensar en el dolor que causa el terminar con algo sino más bien poner la mirada en lo que significará un nuevo comienzo, una nueva etapa.

Quizás te refieras a esas cosas del diario vivir como cambiar de trabajo o de vivienda o de estudio.  Suceden otras cosas más difíciles, el dolor y sufrimiento que viene por la muerte de un ser querido o algún accidente grave. Esos ya son temas mayores y más punzantes. Para algunas personas es difícil recuperarse luego de pasar por ese tipo de pérdidas.

En algunos casos ni se recuperan jamás. Cuando hablamos de pérdida y dolor no podemos dejar de hablar y pensar en los seres queridos que nos rodean, de la importancia que tiene para nosotros la relación con otros… nos dolemos también cuando perdemos cosas necesarias y queridas, una casa, un trabajo, un examen…

Dios nos hizo de tal manera que realmente necesitáramos estar cerca de otros, que ellos fueran parte de nuestro bienestar y para sentirnos bien con nosotros mismos

En una buena relación nos sentimos valorados, amados, importantes… Cuando perdemos a la persona con quien nos sentíamos así nos parece haber perdido parte de nuestra vida, les extrañamos y se produce un vacío que nos trae tristeza o angustia.

En algunas culturas se les enseña a las personas a no demostrar sus sentimientos, más bien a esconderlos y frente a una pérdida no deben mostrar su tristeza ni llorar. Eso no es bueno ni saludable. Más bien frente a la pérdida se espera que lo normal sea expresar el dolor de alguna manera. Es un proceso- al principio el dolor es tan punzante que podrás sentirte sumamente abrumada y aplastada, como si nunca llegaras a recuperarte jamás, pero si te permites pasar por ese proceso, llegarás al momento donde estarás lista a levantarte y comenzar a vivir con nuevas fuerzas. Los recuerdos… y los buenos sentimientos de aquellos recuerdos… viviendo en tu interior te permitirán luego volver una y otra vez atrás en el tiempo.

El luto, el dolor, no se da igual en todas las personas, pero hay ciertos sentimientos que reconocemos como parte del proceso.

Pensemos en alguien que descubre que tiene una enfermedad terminal… que le conducirá a la muerte… Después del shock que produce el saberlo, la  persona, puede que no sea capaz de enfrentar lo que está sucediendo… Trata de llevarlo lo más normal posible como si nada hubiese cambiado. No puede creer que le esté sucediendo a él o ella.

Llamamos a esta etapa de negación y es una manera de luchar mientras te enfrentas a las malas noticias. Cuando llega a darse cuenta que es verdad, puede ser que se enoje, puede ser que piense si hizo algo para provocar esa situación, se enoja que le suceda a ella y a menudo con Dios. Puede decir, “¿Porqué a mi?” La persona comienza a negociar con Dios o con alguien otro… “¿Si hago tal cosa será que me irá mejor?” o le dice a Dios “¿Si vivo para ti tú me sanarás?

Hemos hablado de la negación y de la negociación. Puede haber un tiempo donde perdemos la esperanza y las fuerzas. No podemos regresar a lo que hemos perdido… podrá ser un ser querido o la salud o cualquier otra cosa que valorábamos. Este puede ser un lugar oscuro y de desesperación. A veces la persona en esta etapa queda como estancada y desarrolla una depresión. Seguramente va a necesitar ayuda.

Sin embargo al ir aceptando que va a perder algo o a alguien… comienza a tratar con aquella pérdida y hace la elección de continuar y seguir construyendo la vida.

Para alguien que sabe que su enfermedad le llevará a la muerte frente a la experiencia de otro que lucha con los sentimientos después de haber perdido a un amigo o familiar, de alguna manera esos sufrimientos serán diferentes. Aún así él o ella enfrentarán etapas tales como; la negación, el enojo, la negociación.  Sin embargo la manera cómo lo enfrentemos dependerá de la personalidad de cada uno como de las circunstancias que se están enfrentando.

Estoy recordando ahora la muerte lenta de la mamá de mi amiga y cómo  podían tener largas conversaciones durante ese período entre ellas. La mamá pudo decirle muchas cosas a su hija mientras iba cruzando el valle de la sombra y de la muerte de tal modo que la hija estuvo pronta para aceptar la muerte antes que sucediera

Eso fue bien diferente a lo que me sucedió con otra amiga que murió en un accidente de moto, realmente me sentí mal frente a Dios por lo sucedido. Me llevó más tiempo para aceptarlo porque no estaba preparada para tal sorpresa.

¿Cómo podemos ayudar a los que sufren una pérdida?

Algo que ayuda mucho al que sufre es darle nuestra compañía, estar presentes. Escucharle si quiere hablar; o guardar silencio si no desea hablar de lo sucedido, pero que la persona sepa que puede contar con nosotros en momentos tan especiales.

Hace un tiempo escuché una tierna historia de un hombre que se asomó a la casa de        un vecino que estaba de luto, dolido, cuando le vio sentado en el porche atrás de su casa  al atardecer. Decidieron observar las estrellas juntos, sin decirse palabra alguna. Al final del verano, el vecino dijo: “Pienso que puedo continuar ahora. Ha sido bueno resolver mis memorias (mis recuerdos) con usted.”

La presencia del vecino, aún sin pronunciar palabra, ayudó a este hombre que se había quedado solo a resolver y asimilar los recuerdos acerca de su ser querido fallecido y ya estaba pronto para continuar su vida.

En otros casos quizás le sirva hablar acerca de la persona o situación perdida. Hay gente que frente a una pérdida de un ser querido, deja de hablar de él o ella frente al familiar dolido. Piensan que al no mencionarlo será más fácil, pero creo que es todo lo contrario, hace bien recordar y hablar del ser querido que ha partido de esta tierra.

Yo también creo que se debe hablar y mencionar a la persona que se ha ido y naturalmente llegará la aceptación de la pérdida.

A menudo escucho decir a algunas personas: “Debería terminarla ya” o “Es tiempo de continuar con tu vida y dejar de tenerte lástima.” Sé que la Biblia dice: “Hay un tiempo para llorar y un tiempo para reír, un tiempo para lamentar y un tiempo para festejar”… pero me pregunto cuánto tiempo lleva cada etapa.

Las personas a veces esperamos que los demás se pongan bien –  rápidamente. Aceptamos que estén tristes por un poco de tiempo, pero luego ya queremos que pronto vuelvan a la normalidad. Cuando se produce una gran pérdida en nuestra vida no es fácil volver a la normalidad… si por normal – queremos significar cómo acostumbrábamos ser. Si fallece tu esposo creo que jamás podrás volver a ser como eras. Las pérdidas nos cambian, nos hacen diferentes.

Cada persona es diferente, a unos les llevará más tiempo que a otros aceptar la nueva vida. Es por eso que no podemos apurar el proceso, simplemente apoyar a la persona dolida con comprensión y amor,  no importando cuan largo fuere ese proceso.

Las personas hacen su duelo de diferentes maneras. Algunos se apartan y necesitan pasar tiempo a solas. Otros creen que es mejor reintegrarse enseguida a su trabajo y rutina diaria para no sentir la pena… aunque quizás les lleve más tiempo superarla. Sin embargo volver a trabajar, puede ayudar a luchar contra el dolor cuando sentimos que todo se está derrumbando.

Es importante como amigas que somos, estar junto al que sufre y permitirle expresar sus sentimientos a su manera. Algunos necesitarán la ayuda de un profesional porque cuando sufren una pérdida o dolor fuerte quedan como pegados y no logran seguir funcionando.

Escuché algo interesante… alguien dijo que el dolor se sobrelleva mejor con la práctica. Suena como a una broma estar prácticos en sufrir. Pero creo que tiene razón el que dijo eso. Si sobrellevamos bien los pequeños sufrimientos de la vida, en un sentido, estamos haciendo práctica para eventos tristes mayores, que de seguro algún día llegarán. Sin embargo, estarás de acuerdo conmigo que para algunas pérdidas jamás estamos preparados y algunas personas realmente tienen bastante para decir de tristezas y pérdidas.

Si tienes hijos pequeños es el momento de enseñarles a manejar las pérdidas de la vida. Por ejemplo, si se muere una mascota, o un amigo le rompe un juguete querido, es el momento de estar a su lado para apoyarle, comprenderle, y permitirle estar triste por las pérdidas en su vida mientras va creciendo. No deberías decirle que no llore o que no esté triste, pero sí puedes hablar con él o ella y ayudarle a ir superando ese momento. El niño debe aprender que las pérdidas y el dolor no son cosas fáciles, que suceden cosas que duelen pero que se puede pasar por esas etapas, superarlas y luego recuperarse para continuar.

Creo que hemos aprendido bastante acerca del sufrimiento y de los diferentes sentimientos por los cuales podemos pasar. Veamos si los recuerdo… la negación, la ira, la negociación y luego podría venir una depresión y finalmente la aceptación.

Lo que más recuerdo es, la importancia de estar junto al que sufre, aún si no desea hablar y si quiere hacerlo… dispuesta a escuchar.

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