Editorial Junio 2010

03 de Junio
3 junio 2010
9 de Junio
9 junio 2010

Querida Intercesora:
Mientras buscaba en el Google las palabras Tráfico Humano- el enfoque de nuestra oración este mes- me enfermé del estómago y una santa ira se apoderó de mí. Quiero ver otorgada la justicia y la liberación a las mujeres y a los niños que están sufriendo los abusos y crímenes que eran del siglo 17, cometidos aún hoy en el Siglo 21 contra la dignidad y la libertad dadas por Dios. ¿Pero qué puede hacer una simple mujer como yo para cambiar esta terrible situación global? Me siento totalmente incapaz. Aunque me doy cuenta que, este no es tan sólo un problema de género, social o moral. Es un problema espiritual profundamente arraigado que no tiene una solución real sostenible aparte de la poderosa intervención de Dios.
Ahora, tú podrás sentirte tan impotente como yo me sentí, mientras leas nuestro calendario de oración de este mes. Esto podría ser algo demasiado lejano, distante de la realidad o demasiado difícil para comprender. Aún puede ser que desafía tu fe hasta la médula. Sólo recuerda que “la oración del justo es poderosa y efectiva” (Sant. 5:16b). Te animo a permanecer firme y no entregarte a pensamientos de incredulidad e inadecuados. Recuerda que al Único que le oramos es el mismo que llamó al Universo a la existencia con el poder de la palabra. Él es perfectamente capaz de respondernos no importando cuan grande o fuera de control pudiera parecer el problema. ¡Nada escapa de Su poder! Además, la Biblia dice que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad. (2ª. Corintios 12:9)
Las generaciones anteriores a nosotros vieron la esclavitud, que en el tiempo, fue un problema global, abolido.
¡John Newton y sus amigos ganaron la batalla sobre sus rodillas! Si el pueblo de Dios ora fervorosamente
creyendo que Él es capaz de erradicar la esclavitud sexual moderna y el tráfico humano, el poder de Dios lo hará otra vez.
Una vez leí que nuestra debilidad, consagrada a Dios, es como un imán, atrayendo Su poder hacia nuestra necesidad. Consagremos nuestra insuficiencia humana a El porque Él se deleita en escuchar nuestro trabajo sacerdotal de intercesión. ¡Anticipemos, clamemos y proclamemos la victoria de Jesús! Como dijo Martín Lutero:”La oración no es superar la renuencia de Dios, pero más bien aferrarse a Su voluntad y disposición”
¡Ciertamente, Dios está eternamente dispuesto! Él envió a Jesús a destruir las obras del diablo y liberar a los cautivos, y lo hará otra vez.
¿Orarás con expectación? ¡Yo lo haré!
Gracias por tu disposición y fidelidad, mi amiga.
Tu hermana por la eternidad,
Marli Spieker
Directora/Fundadora Ministerio Global
Proyecto Ana, Radio Trans Mundial
Carta de una oyente de Nepal
Tengo 26 años. Debido a dificultades, mi esposo fue a trabajar a un país del Golfo. Me gustaría decirles algo de mi vida pasada. Mi padre está en el Ejército, así que no había problemas financieros en mi familia.
Soy la hija más joven, así que era amada por mi familia. Me gustaba pasar la noche en casa de mi amiga. Iba a donde me gustaba. Todos estaban preocupados por mi conducta. La manera en que me vestía y el maquillaje eran provocadores. Acostumbraba a pensar que yo no necesitaba a nadie, ni de la familia, ni de Dios. El dinero era todo para mi. Dejé la escuela en el grado 8.
Un día me enamoré de un joven de la India. Él me mostró muchas atenciones. Su trabajo es “enamorar” a las jovencitas inocentes y venderlas en la India en “luz roja” – área para la prostitución. Yo no sabía nada de eso. Yo creí en él y estuve dispuesta a darle lo que él quería. Me compró lindas ropas, bolsos y me mostró su amor. Un día me pidió que huyera con él y fuera a su hogar en la India. Me sentí tan feliz porque pensé que tendría un esposo a quien yo amaba tanto y que él también me amaba. Me advirtió que no se lo contara a nadie. No se lo dije a nadie y me escapé con él. Cuando llegamos a la frontera de la India, él me dijo que si alguien me preguntaba a dónde iba y con quién debía responderles que iba a casa de mis padres con mi primo. No le entendí lo que me decía pero hice como me pidió. Afortunadamente en la frontera había una patrulla policial. Ellos me hicieron muchas preguntas que yo no pude responder. No me dejaron cruzar la frontera. El joven me dejó y huyó. No supe a donde ir. Pero este puesto policial tenía sus trabajadoras sociales y ellas me aconsejaron a aprender alguna manualidad para poder ganar algo de dinero. Pude ver que allí, en esa oficina, había muchas niñas como yo. Por eso fue fácil adaptarme a ellas.
Había una supervisora en la oficina que era cristiana. Nos amaba mucho y nos compartía acerca de Jesucristo.
Al principio, la ignoraba y me enojaba con ella. Pero al pasar los días estuve muy interesada y sus palabras me confortaban. Nos llevó a la iglesia. Fué la manera en que aprendí acerca de Jesús y sus palabras de vida. Llegué a ser cristiana. Aprendí a tejer gorras, chales y bolsos. Gané algo de dinero. Mi vida y mi conducta cambiaron totalmente.
Un día volví a mi hogar y todos estaban muy felices de verme. Estaban sorprendidos que mi conducta había cambiado y que era tan amable con los mayores. Ellos estaban muy agradecidos a la oficina de ayuda social.
Después de un año, la oficina me envió a mi propio hogar. No tenía un trabajo para hacer. Día a día perdía mi esperanza y me ponía muy triste. En la iglesia, un joven me pidió para casarme con él. Era de un país extranjero. Pensé que era muy rico y que yo viviría fácilmente. Nos casamos. Después de un mes de casados,
él se fue a un país del Golfo para ganar algo de dinero.
Otra vez yo estaba sola.
La hermana Shanti es mi mejor amiga y a menudo acostumbraba visitarme. Ella me comunicó que en la oficina social era necesaria una ama de casa y yo estaba lista a trabajar en esa oficina para pasar mis días. Pero me sentí muy enojada y perdí las esperanzas porque nada sucedía de acuerdo a mi voluntad. Shanti trabaja en la oficina de Radio Trans Mundial y me habló acerca de un programa de radio para mujeres. A veces ella venía y nos animaba a todas que lo escucháramos. Al principio lo hacía para complacer a Shanti pero pasando los días el programa llegó a ser parte de mi vida. Otra vez encontré esperanza en Jesucristo y ahora trabajo en esta oficina. Animo a todas las jovencitas que escuchen el programa de radio y ellas lo hacen.
Amo a mi esposo y puedo entender ahora sus lenguajes de amor. Gracias a Proyecto Ana de Radio Trans Mundial en Nepal.

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