El perdón

9 de Junio
9 junio 2010
Dios nos perdona – el hijo pródigo
9 junio 2010

El otro día me levanté más temprano que de costumbre. Dos personas conversaban en tono muy alto frente a mi ventana y me despertaron. Una de ellas decía… “¡Estoy muy enojada! ¡No podrás creer lo que me hizo la vecina! Barrió al frente de su casa y dejó un montón de hojas secas al lado de mi puerta. Luego las prendió fuego, y todo el humo entró por mi ventana!”

Y la otra señora qué le dijo.

Su amiga quiso suavizar la tensión y le dijo…  “Realmente estuvo mal…  pero… bueno…   no te enojes tanto por eso; ¡Déjala!”

Pero el enojo era tal que no estaba dispuesta a dejar las cosas así no más.

Pero… creo que cuando estás tan enojada, las cosas se tornan peor aún.

Porque aún el tono con el que decía las cosas denotaba que no estaba dispuesta a pasar por alto ese incidente. Ella repetía una y otra vez… “Estoy tan enojada, y se las va a tener que ver conmigo… ya verá…”

¿Se habrá dado cuenta esa mujer el malestar que produciría al quemar el montón de hojas secas frente a otra casa?

La verdad, no sé cómo terminó ese incidente. Espero que hayan podido hablar y resolver esa situación y seguir conviviendo como buenas vecinas.

En el vecindario donde vivimos o en nuestro trabajo si estamos con otros, no faltará alguna vez que surja una desavenencia y nos haga enojar. Todos ni somos, ni pensamos igual. Nos hieren y herimos…

A veces pienso que las personas a quien más amamos son a las que más lastimamos y ellos nos lastiman a nosotros. Supongo, porque realmente nos interesa esa relación y pretendemos que todo vaya de maravillas y cuando algo sale mal nos duele muy dentro de nuestro ser, porque no nos esperábamos una cosa así.

¿Qué deberíamos hacer cuando se producen heridas en una relación?

¿Sabes? Es un tema muy sensible para mi, pues conozco personas que no se tratan entre sí, y en algunos casos el problema no ha sido tan grave o sí.

En algún caso, sólo necesitaríamos detenernos, es decir frenarnos y pensar en lo ocurrido antes  que pronunciar  palabras con una actitud de enojo y rebeldía. Preguntarme a mi misma si realmente entendí lo que esa persona quiere decirme o significa algo bien diferente a lo que yo pienso. Debo respirar profundo, cerrar mi boca por unos segundos y tomar dominio de mis pensamientos y luego con calma pedirle que  repita lo que está diciendo porque quiero comprender lo que desea transmitirme.

Quizás eres una persona muy sensible, o estás presionada por alguna situación o problema familiar o personal y no estás pensando ni captando bien sus conceptos, sus palabras. Hay cosas que es mejor dejarlas pasar, no vale la pena amargarnos por eso. Otras veces es necesario una conversación a solas con el involucrado y lo más pronto posible, y estar segura si estás interpretando correctamente sus dichos. Puede suceder que hubo un mal entendido.

Eso puede suceder en la relación matrimonial cuando recién se inicia. Venimos de trasfondos y costumbres diferentes y es fácil decir o hacer algo que lastime al otro sin tener esa intención realmente. Por eso las parejas deben dialogar mucho y llegar a un acuerdo cómo se van a manejar en su relación de familia. Por ejemplo conozco un esposo que cuando llega del trabajo quiere encontrar la casa impecable, ningún juguete en el piso, el baño libre para ducharse y ponerse cómodo pues ha trabajado mucho. Que la mesa esté puesta y todo lo demás… pues si no es así se pone de mal humor. Pero conozco otro esposo que le gusta llegar a su hogar y jugar con sus hijos, los juguetes en la alfombra… porque considera que los niños tienen que estar felices y no se fija tanto en el orden. Tampoco se aflige si la cena se retrasa… Las dos ideas pueden ser correctas según como se miren… pero los adultos deben ponerse de acuerdo para no crear tensiones entre ellos y no distorsionar el ambiente familiar.

Sólo es necesario sentarse y hablar de lo que esperamos y sentimos… y así podremos entendernos mejor y evitar heridas.

Creo que esas pequeñas cosas son suficientemente fáciles de arreglar si realmente lo queremos. Pero a menudo preferimos o elegimos permanecer enojadas y creer que estamos en lo correcto en vez de hablar sincera y abiertamente entre nosotros para poder entendernos. Nos da mucho trabajo decirle al otro, estando así… cara a cara lo que sentimos, lo que no nos gusta de él o ella. Nos da mucho trabajo pedir perdón a quien hemos herido.

Yo creo que no estamos acostumbrados a pedir perdón; a decir – “lo lamento, me equivoqué, te pido que me perdones.”

¿Por qué será tan difícil hacerlo?

Puede ser que nunca nos enseñaron a pedir perdón cuando éramos niñas y no nos damos cuenta de su valor. Puede ser por orgullo… o por temor de admitir que estoy equivocada… porque eso podría estar en mi contra en el futuro por algún otro incidente.

¿Pero… qué sucede cuando pedimos perdón? Por lo general una sincera disculpa es suficiente y el otro te perdona. Se produce entonces un sentimiento muy bueno en tu interior cuando has sido perdonada… mucho mejor que sentirte  culpable y temerosa.

A veces las ofensas son leves, una mala contestación, una actitud errónea hacia alguien, quizás nos acercamos y le decimos “Lo siento, discúlpame” ¿Pero qué pasa cuando tú estás en lo correcto y alguien comete un gran error contra tu persona? ¿Estás dispuesta a perdonar y dejarle ir libre de culpa?

¿Me pregunto por qué será tan difícil perdonar?

Supongo que si yo tengo la razón, me siento mejor o más buena que la otra persona. Y a veces estoy demasiado herida como para pensar acerca del perdón. Además si alguien cometió un grave error quizás se me ocurra pensar que no merezca ser perdonado, como si fuera injusto darle el perdón por todo lo que me hizo. A veces decimos… bueno… realmente no fue nada tan malo, cuando sí lo fue.

Creo que entiendo lo que quieres decir. Ahora… al perdonar no estoy diciendo que no me importa… o trato de excusarles. Sino más bien… “Está mal… hiciste mucho daño… pero, no voy a insistir que debas continuar sufriendo por lo que hiciste.”

Creo que una persona que se acerca a pedir perdón es porque siente un peso sobre sí de una culpa por algo que hizo mal y le está molestando allí en su conciencia. Recibir el perdón sincero, libera de ese peso, yo diría que actúa como una buena medicina.

Eso es lo que sucede cuando perdonamos a nuestros hijos…

Y es lo que hace Dios cuando nos perdona a nosotras.

Podríamos decirlo de esta manera: El perdón me quita el derecho a la venganza, de modo que tenemos chance de ser amigas otra vez.

O nó, -me refiero a eso de continuar siendo amigas. Podría ser, pero dependerá de otras cosas, como por ejemplo si continúa haciendo lo mismo o no. Puedes perdonar a una persona pero quizás no sea seguro tenerla muy cerca. Si alguien lastima a tus hijos o a ti, puedes decidir no odiarle pero mantener cierta distancia para evitar el peligro.

¿Qué hacer con ofensas del pasado? ¿Las podemos olvidar? No puedes obligarte a olvidar, pero cuando eliges perdonar, puedes decidir no traer ese asunto a tu mente una y otra vez. Eso sí te puedes obligar y pasando un tiempo los recuerdos van perdiendo poder o fuerza de lastimarte demasiado.

Puedes recordar que Dios sabe todo lo que ha sucedido, y Él juzgará justamente… así que deja todo bajo su justicia. Descubrí algo que me ayuda a perdonar. Comienzo a orar por la persona que me ha herido, aún si no siento de hacerlo. Le pido a Dios que la bendiga y le enseñe lo que ella necesita aprender. Eso me da mucha libertad de vivir mi vida sin amarguras ni odio. El odio lastima más a tu familia y a ti misma que a la persona que odias. El perdón te libra de seguir pendiente del asunto y de estar enojada todo el tiempo. Eso significa que no tienes porqué continuar sintiéndote una víctima. Puedes ser responsable por tus sentimientos y acciones y no ser controlada por cosas que te hicieron en el pasado. Te hace libre a ti y les hace libres a ellos para cambiar si así lo eligen.

Hemos aprendido algunas cosas importantes acerca de las ofensas y heridas en las relaciones. Hablamos de “detenernos y pensar antes de hablar”…Dijimos de la necesidad de “dialogar”, Decir “lo siento” si hemos actuado mal…

y estar “prontas a perdonar” para vivir en libertad. ¡Qué bueno!

1 Comment

  1. eliseo dice:

    hermoso y aplicable (aunque cueste)…hoy vivi una experiencia relacionada con este tema y me hacía la misma pregunta…¿porque herimos a quienes mas amamos?…y en resumidas cuentas creo que puede ser a veces sin querer, otras por no saber explicar o hacer entender lo que uno siente o vive y tambien creo que tiene que ver con que abrimos nuestro corazon y compartimos lo mas intimo con los muy cercanos, la familia y amigos, nos exponemos y nos hacemos vulnerables en alguna medida a ellos y a veces herimos y otras somos heridos…quiza por ser este el «aprendizaje» de como relacionarnos correctamente con los que nos rodean, no hay atajos en esto creo…uno aprende peldaño por peldaño…les agradezco y bendigo por esta pagina y temas tan necesarios…saludos!

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