Estamos compartiendo esta semana acerca de la salud integral de la persona. Se habla mucho cómo el estrés puede afectar nuestra salud. Si de pronto estamos estresadas, nuestro cuerpo produce químicos que nos prepara para correr o luchar. Pero si estamos bajo presión por largo tiempo esos químicos se mantienen dando vueltas en el interior de nuestros cuerpos y nos enferman.
Y luego, hay cosas en el medio ambiente que afectan la salud como ser el humo, los aerosoles… hasta pueden ser los celulares. Cuando nos enfermamos no siempre nos damos cuenta qué es lo que nos hizo enfermar. A veces tan sólo echamos mano de algunas píldoras porque pensamos que no tenemos tiempo para estar enfermos y no nos damos cuenta que nuestro cuerpo nos está avisando que necesitamos un poco de descanso o aminorar la marcha.
Qué importante entonces es saber escuchar nuestro cuerpo.
Recuerdo al hijo de una amiga. Cuando era niño, desarrolló una rinitis… es decir una persistente gotera de su nariz. El doctor le recomendó que usara un spray. La mamá trató de recordar desde cuándo comenzó con eso… Se trató del tiempo cuando el padre salía de la casa por mucho tiempo por cuestiones de trabajo. Era pequeño y se enojaba mucho de no poder ver al padre y lloraba. Un día estuvieron hablando acerca de cuanto extrañaba al papá y llegó a decir… “yo creo que lloro a través de mi nariz”
La madre habló con el niño acerca de esa experiencia y él aprendió a aceptar las salidas del padre y conformarse que ya lo vería la próxima semana. No fue fácil para el niño.
¿Y qué pasó con su rinitis? Aunque no lo creas… mejoró muchísimo.
Es interesante notar cómo nuestro cuerpo físico es afectado por nuestro estado de ánimo. A todas nos habrá sucedido que al estar nerviosas por algo, sentimos una sensación en el estómago de malestar. De alguna manera esos sentimientos de ansiedad se tornan en síntomas físicos.
Y a veces tan escondidos que es difícil descubrir dónde está el problema.
Estuve leyendo de un hombre que padecía de un sarpullido en su rostro por años. No había cremas ni ungüentos que pudieran ayudarlo.
Él trataba de aparentar que todo estaba bien. Recién cuando dejaba de aparentar y era honesto frente a las dificultades en su vida, el sarpullido en su rostro se mejoraba.
Escuché la historia de una joven que cuando niña, creía que era muy mala…
¡Que no había nada bueno en ella… muchos complejos! Ella luchó por años con una condición en su piel. Pasando el tiempo conoció a alguien que la escuchó y aconsejó y ella comenzó a cambiar en relación a esas creencias en lo profundo de su ser. Comenzó a entender y aceptarse en su ser interior y que no era despreciable. Que era una persona de valor y que Dios la amaba mucho… entonces, esos malos sentimientos fueron muriendo… ¿y sabes una cosa…? Su piel comenzó a sanar… Gradualmente… ¡Qué cambio hubo entonces en esa vida!
¿Has experimentado algo así? Puedes entender lo que enfrentaba esta joven cada día cuando se miraba al espejo…
¡Qué importante es aprender a respetarnos, apreciarnos, valorarnos como personas dignas que vinimos a esta vida, a este mundo para dar de lo que somos y para ayudar a otros a valorarse a si mismas!
Y que somos una persona en cuerpo, alma y espíritu y debemos cuidar y cultivar cada parte de nosotras. Si no lo hacemos podemos enfermarnos.
Nuestros cuerpos afectan nuestros sentimientos y nuestros sentimientos y emociones afectan nuestros cuerpos. Es la manera como nos hizo Dios- Somos la parte física es decir nuestro cuerpo… La parte mental o intelectual formada por nuestra mente; hablamos de lo emocional que se refiere a nuestros sentimientos y lo espiritual que es lo que nos conecta con Dios. Y cada parte está conectada entre sí, como si fuéramos un círculo.
La joven acerca de la cual hablamos hace unos minutos, cuando niña creía que era muy mala… y eso afectó su cuerpo, su mente y sus emociones y también su espíritu…
Permíteme compartir la experiencia de un joven que sufría terribles dolores en sus piernas. Necesitaba muletas para caminar. Comenzó a asistir a una iglesia cristiana donde oraron por él. Sanó de ese terrible dolor e incluso abandonó las muletas. Puede ser que por esa sencilla oración de fe sanara, pero debo decirte que había algo más en su vida familiar la cual había sido muy dolorosa. Allí en la iglesia se sintió bienvenido y muy querido. El hecho de andar con muletas despertó compasión, atención y ayuda hacia él. En el correr de unos cuatro o cinco años él fue amado y aceptado por los nuevos amigos que encontró allí y se transformó en un joven muy saludable. Con el tiempo, experimentó menos pena por si mismo y ya no necesitaba tanta atención. El amor hacia él logró maravillas en toda su persona. Todas las partes: física, espiritual, emocional y mental fueron de tal manera fortalecidas que logró sanidad en cada área al mismo tiempo.
¡Qué hermosa historia! Podemos comprender mejor ahora qué significa ser una persona total, plena y que nuestra salud es una complicada mezcla de físico, social, emocional, espiritual… y por influencia del medio ambiente donde vivimos. Así que debemos escoger cosas que sabemos nos harán bien ya sea en lo que escuchamos, comemos, compartimos… Lo que practicamos y conductas que desarrollamos de tal manera que todo resulte para sentirnos y ser mejores personas.
Queremos contarte la historia de una mujer que decidió hacer grandes cambios en su vida para lograr ser una persona plena en todo sentido.