Querida amiga:
Desde Curitiba, Brasil, te saludo cálidamente en el incomparable nombre de Jesús. Esta ciudad está llena
de recuerdos para mí: Nací aquí. Me casé aquí en una pequeña capilla sobre la montaña. Y nuestros tres
hijos nacieron aquí también. ¡Recuerdo el sobrecogedor sentimiento de temor y responsabilidad que sentí
cuando sostuve esos pequeños bultos de gozo en mis brazos! También recuerdo el dolor físico, las noches
sin dormir y el duro trabajo. En realidad los hijos son regalos de Dios- pero la maternidad no es para los
corazones abatidos, ¿no es así?
Alguien dijo: “Las madres deben dar dos cosas a sus hijos, raíces y alas: raíces para fundamentar la
formación de su carácter en la Palabra y caminos de Dios; y alas para permitirles volar para construir sus
familias y llegar a ser miembros productivos de la sociedad.” Esencialmente, las madres deben darles alas
para volar de vuelta a Dios, a quien pertenecen en primer lugar.
¡Recuerdo cuán abrumada me sentí de saber que mis bebés llegaron sin ningunas instrucciones! Darles lo
que necesitaban para la vida y la piedad ha sido mi más grande desafío. Requiere mucha sabiduría divina
y fuerza. Mi suegra acostumbraba decir: “Criar hijos es trabajar sobre las rodillas.” Este trabajo requiere
oración de día y de noche por ellos y permanecer fuerte entre ellos y el enemigo; incansablemente golpeando
a las puertas del cielo, porque es allí donde las madres reciben sabiduría.
Conozco madres que han sido rechazadas por sus propios padres al nacer. Otras fueron lastimadas
gravemente por sus madres. Sin algo de inversión del verdadero amor y sabiduría en sus vidas, ellas llegaron
a ser amargadas. Muchas nunca han conocido lo que significa tener el apoyo amoroso y respeto de su
esposo. ¿Cómo sabrían ellas cómo amar y respetar a sus hijos? Mi corazón se duele por ellas.
También pienso en las madres cristianas luchando por criar a los hijos en los caminos de Dios. A veces
parece que estamos perdiendo la batalla por los corazones y mentes de nuestros hijos. Como cristianas, no
podemos dejarnos estar en orar por aquellos que están criando la próxima generación. Necesitan sabiduría
especial y mucha fuerza para contrabalancear el furioso ataque de los valores ateos expandidos por los
medios. Como personas de esperanza, nos ponemos en la brecha por las madres y creemos que Jesús dará
esperanza a las sin esperanza y fuerza a las débiles. ¿Trabajarás “sobre tus rodillas” por ellas este mes?
¡Dios te bendiga!
Marli Spieker,
Fundadora/Directora del Ministerio Global
Proyecto Ana.