Dios puede limpiarte de los efectos del abuso

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Hemos hablado bastante acerca del abuso físico, verbal y sexual. Veamos juntas ahora qué piensa Dios acerca del abuso, cómo lo ve. ¿Cómo piensas se siente Dios cuando ve a niños inocentes o adultos siendo abusados?

Es claro que las personas que abusan de otras personas no muestran ningún respeto. Tratan a las personas como “cosas” para ser usadas. Eso está muy mal a los ojos de Dios. Los profetas de Dios en el pasado han escrito que Dios está muy enojado con aquellos  que usan su poder para lastimar y explotar a otros. (Amós 2:6, 4: 1-2) La Biblia nos enseña que Dios hizo a todas las personas a Su imagen… como Él de alguna manera (Génesis 1:26) Él dice que tú eres única y especial. No eres “una cosa”, “un objeto”; eres una persona y Dios quiere ser tu amigo. Debes saber que Dios te ama mucho, aún cuando te equivocas y haces algo que no está bien (Jeremías 31:3) Su Palabra nos dice que nos ama “con amor eterno.” Puede enseñarte lecciones en la vida para ayudarte a ser una mejor persona, pero nunca se torna en tú contra. No pierde la paciencia ni usa Su poder para lastimarte egoístamente. Nos dice la Biblia que “Sus planes son para prosperarnos y no para dañarnos. Él quiere darte un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11)

Si tienes malos recuerdos de palabras abusivas, puedes pedirle a Dios que te sane de esos recuerdos y ponga palabras de amor en su lugar. Si estás siendo abusada ahora, no creas las mentiras que las personas puedan decirte. Recuerda sí que eres preciosa para Dios, tan preciosa que Él dio a Su Hijo Jesús para que muriera en la cruz por ti y por mí para que tú y yo pudiéramos ser sus hijas especiales.

Jesús enseñó a sus seguidores a mostrar amor e interés por aquellos que son más débiles, tratar de proteger a los que no tienen poder o influencia y hablar por ellos. Jesús defendió a los niños y a las mujeres. Ayudó a los pobres, a los rechazados y sin poder.

Quiero que leas esta historia de la Biblia acerca de Jesucristo:

“Muy de mañana Jesús volvió al templo. Todo el pueblo venía a Él y sentado les enseñaba. Algunos líderes de la comunidad le trajeron a la fuerza a una mujer y le dijeron a Jesús: “Mírala” “Esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto del adulterio.  Ahora bien en la ley, Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú pues, ¿qué dices? Esto decían para probar a Jesús y para tener de qué acusarle. “

Jesús miró a la mujer y sintió compasión por ella. Era una mujer que no tenía poder en la ciudad. Quizás fue forzada o engañada para estar con un hombre en ese momento. ¿Y dónde estaba el hombre, no era tan culpable como ella, quizás aún mucho más culpable? Sin embargo él no iba a ser castigado. ¡Cuán cruel e injusto iba a ser eso!

Jesús no estaba diciendo que tener sexo fuera del matrimonio estuviera bien.

Tranquilamente Él dijo: “El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” Luego Jesús esperó, se inclinó a tierra y escribió algo sobre el polvo. Los líderes estaban muy silenciosos, porque ellos sabían que eran pecadores. Ellos también habían hecho cosas malas. Entonces uno a uno, fueron saliendo comenzando desde los más ancianos. Luego Jesús se puso en pie y miró a la mujer  y le preguntó: -¿Mujer, ¿dónde están? – ¿Ninguno te ha condenado?

Y ella dijo: -Ninguno, Señor.

Entonces Jesús le dijo: – Ni yo te condeno. Vete, y desde ahora no peques más. (Juan 8:1-11).

Jesús tocó a las personas que se sentían sucias por las cosas del pasado mal hechas por ellos y sucias por las cosas que otros les hicieron a ellos. Les invitaba llegar a Él (Mateo 11:28). Les prometía perdonar sus pecados, lavarles y limpiarles sus pecados de sus corazones, si sólo confiaban en Él y realmente deseaban comenzar una nueva vida que agrade a Dios. De la misma manera te busca a ti y te invita recibir de Él el perdón y la limpieza de pecados cometidos. La Palabra de Dios (1ª. Juan 1:9 ) nos dice: “La sangre de Cristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado.”

Por medio de la oración puedes llegar a la presencia de Dios y contarle todo lo que sientes y vives en tu interior. Confiésale las cosas malas que has practicado y pídele fuerza para vivir una nueva vida comenzando desde hoy y en más. La Biblia nos dice: El que está en Cristo es una nueva persona. Que así sea contigo también. Amén

Any era la hija mayor de la familia. Su madre sufría una severa depresión. Any trataba cuidar de su hermano y hermanas menores. Les cuidaba de su padre. Por lo general era un buen hombre pero le gustaba beber mucho y entonces les gritaba y les pegaba y abusaba sexualmente de Any. Ella pensaba que nunca podría contarle a nadie acerca de eso.

Un día Any conoció a Jesús y lo amaba de verdad. Cuando su padre se ponía cruel, ella recordaba que Dios la amaba. Siempre le pedía a Dios que la ayudara y ella creía que Dios lo hacía realmente. Un día se sintió con fuerzas para decirle al padre que no la volviera a tocar. Él fue impresionado por eso y dejó de lastimarla. Cuando el hombre cambió, su madre comenzó a sentirse mejor.

Cuando Any creció, comenzó a orar mucho por su familia. Comprendía que su madre estaba demasiado enferma para poder protegerla. Y sabía que lo que el padre le había hecho era algo muy feo. Pero no quería ser una persona amargada toda la vida. Le pidió a Dios que perdonara a su padre por abusar de ella. Pudo dejar atrás esta experiencia y aún cuidó de todos cuando lo necesitaron.

Any se casó con un hombre amoroso y respetuoso. Él la hizo sentir digna y preciosa y eso le ayudó mucho a  Any. Ella tuvo mucho dolor en su vida pero ahora es una mujer amorosa y compasiva y una maravillosa madre y abuela. Dios sanó todo el daño que había sido hecho en su mente y en su espíritu. Ahora ayuda a otras personas  que sufren de la misma manera que sufrió ella.

Esta es una gran historia, real y verdadera. Dios puede transformar lo amargo, triste y feo de nuestras vidas en algo bello, si confiamos nuestra vida a Jesús y le dejamos que cambie nuestro pasado en un presente y futuro de bendición.

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