Un río de lágrimas está fluyendo a través del mundo. Lágrimas de profundo dolor, decepción, pesar, vergüenza, desesperación…. Las lágrimas que vierten millones de mujeres por todo el mundo quiénes están aprisionadas por el miedo y la desesperación. Luchan contra el abuso, la discriminación, e incluso la persecución. Muchas veces, no son queridas y menos amadas a partir del momento que nacen. Rechazadas, a veces abandonadas, hoy gritan desde su dolor: «¿Soy objeto de valor para alguien?»

¿Qué pasa con ellas?

  • Cada 60 segundos, violan a una mujer en Sudáfrica.
  • Cada 18 minutos, golpean a una mujer en los Estados Unidos.
  • Y otras, dos mujeres se matan cada semana en Canadá.
  • 90 % de la población femenina en Paquistán sufre violencia doméstica, y 70 por ciento en el Brasil y Perú
  • El sesenta y seis por ciento de las mujeres del mundo son analfabetas.
  • Un millón de niños, en su mayor parte niñas, llegan a ser prostitutas todos los años.
  • Dos Millones de mujeres y niños son vendidos como esclavos cada año en el mundo.
  • 100 millones de mujeres han experimentado la mutilación genital femenina. Dos millones de niñas son circuncidadas cada año. Uno de cada cuatro chicas y mujeres mueren como resultado de este rito.

¿Hay esperanza para estas mujeres que se ahogan en sus propias lágrimas?

¿Cómo pueden saber que una vida nueva repleta de amor, alegría, y libertad las aguarda?

A través del Proyecto Ana, el programa radial Mujeres de Esperanza, y las oraciones de intercesores a través del globo, miles de mujeres descubren que Jesucristo las conoce, se preocupa por ellas, y les ofrece paz verdadera. El amor y la esperanza de Cristo les permiten vivir por encima de sus circunstancias desesperadas. Y entonces, ellas pueden alegrarse en El y declarar, “Tú me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar.” (Salmos 116:8)