Que el Espíritu de Dios muestre culpabilidad en los violadores que rechazan castigar a los abusadores. “El Señor examina al justo, pero su alma aborrece al impío y al que ama la violencia. Sobre los impíos hará llover brasas; fuego, azufre y vientos huracanados será la porción de la copa de ellos” (Sal. 11:5-6).