Los padres, los oficiales de la iglesia y de la escuela que enseñen a los niños que pueden denunciar con seguridad cualquier amenaza o contacto sexual por sus maestros, líderes religiosos o cualquier adulto. Ore también para que los adultos acepten la responsabilidad de enseñar a las niñas cómo protegerse y escapar de cualquiera que trata dañarlas.