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Querida intercesora:
Recientemente tuve un momento de esperanza cuando se me recordó que el tesoro que tenemos en Jesús se revela a través de las vidas que están quebradas. Esto es debido a que el poder para salvar viene de Dios y no de nosotros (2ª. Corintios 4:7). En este verso Pablo anima a la iglesia en Corinto con las buenas noticias que la esperanza y la sanidad se hacen posibles a través de la salvación en Jesús, que son reveladas en nuestras ordinarias vidas, que él asemeja en lo común, a un jarro de arcilla fácilmente quebrado.
Me humillé al pensar que Pablo se da cuenta de su propia indignidad en comparación con el gran mensaje de esperanza en Jesús (Efesios 3: 7-9). Creo que Dios quiere que reconozcamos este contraste de modo que no haya cuestionamientos de la fuente del evangelio y Su poder: La Salvación es obra de Dios y no nuestra (1ª. Corintios 2:5; 3:7).
Sin embargo ¿cómo podemos vivir una vida plena de esperanza en el divino poder cuando estamos enfrentados por muchos desafíos y sufriendo cada día? Caminando por fe y no por vista. Lo que sustentaba al apóstol Pablo era la comprensión de que esta vida sobre la tierra es sólo temporal (2ª. Corintios 4:18). Pablo animó a la iglesia de Corinto y a nosotros a no mirar a nuestras difíciles circunstancias, sino a enfocarnos en el futuro que tenemos en Jesús. Esto era la vida de Pablo. Si pudiera elegir, hubiera preferido dejar esta tierra e ir al hogar con el Señor (Filipenses 1:21-23).
¿Te has sentido alguna vez de esa manera? Yo se que lo he tenido durante una prueba, pero me anima que mujeres y hombres alrededor del mundo están orando y pidiendo a Dios que provea el poder, la esperanza y la sanidad en medio de todas nuestras pruebas y desgracias.
Persevera porque hay una recompensa. Mientras Pablo compartía las buenas noticias de Jesús con el mundo, más y más personas aprendían y recibían la bondad y benignidad de Dios. Muchos que escucharon el mensaje, respondieron en fe, recibiendo la salvación y estaban agradecidos (Efesios 1: 6; 12, 14). Hoy experimentamos lo mismo cuando vivimos vidas dependiendo de la Palabra de Dios y creyendo que hay una recompensa mucho más grande que este sufrimiento momentáneo (2ª. Corintios 4: 16-17). Podamos continuar extendiendo la gracia a otros a través de la oración y la acción, contando nuestras propias historias de haber encontrado esperanza y sanidad en Jesús.
Cada día podemos experimentar un momento de esperanza. Dios se mueve en nuestras vidas a través de la oración. Él no ha olvidado a nuestras hermanas en China, y continuamos levantando nuestros corazones y voces al Señor por ellos y los sufrimientos que enfrentan cada día. Permanece firme en tu fe y cree hoy que tienes todo lo necesario para vivir una vida de santidad mientras nos apoyamos en el divino poder dado a nosotros a través del conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús (2ª. Pedro 1: 3-4).
Dios te bendiga,
Peggy Banks
Directora del Ministerio Global
Proyecto Ana.

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