
Ejercicios
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¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
1ª Corintios 9:24
Realmente necesitamos cuidar de nuestros cuerpos como también de nuestros corazones y mentes. La vida a veces se presenta dura y difícil y nos encontramos cansadas, estresadas y sin saber qué hacer. ¿Es que realmente sabemos correr bien la carrera de la vida? ¿Te has preguntado cómo lograrlo?
Con tanta información que recibimos hoy día por los medios de comunicación estoy segura que todas habremos escuchado alguna vez lo bueno que es para nuestros cuerpos hacer ejercicios. Que nos ayuda a fortalecer nuestro corazón y huesos. Te pregunto: ¿realmente haces ejercicios? ¿Qué es lo que haces? ¿Caminas? ¿Corres? ¿Andas en bicicleta? La mayoría de nosotras sabemos lo importante que es escoger una manera saludable de vida. Quizás hasta sabemos cómo lograrlo: comiendo sano, haciendo ejercicios, tomando mucha agua y descansando lo suficiente. Pero solo por saber cómo se hace algo, no significa que lo hagamos. Para tener cuerpos saludables, significa que debemos ocuparnos de ellos. Y ocuparnos significa que debemos escoger y preparar alimentos que sean buenos para nosotros como la carne, el pescado, vegetales y frutas. Necesitamos dormir las horas suficientes y hacer ejercicios. Podemos comenzar haciendo cosas saludables, pero ¿las hacemos? ¿Qué sucede si nuestras vidas diariamente se vuelven muy ocupadas con el trabajo, o tareas de estudio, tareas en el hogar o con las familias? ¿Nos damos por vencidas? ¿O escogemos ir para adelante lo mejor que podemos?
Si te preguntara si estás corriendo bien la carrera de tu vida, ¿sabes a lo que me refiero?
Te lo explicaré. Correr bien significa que escoges hacer lo que es correcto, un plan para hacer ejercicios, por ejemplo, y te mantienes haciéndolo aunque estés tentada o te resulte más fácil a darte por vencida. A veces queremos dejar cuando no vemos los resultados pronto. Por eso es importante mantener nuestra mente en los resultados futuros. Estaremos más saludables si nos mantenemos haciendo ejercicios, comiendo sano y descansando lo suficiente.
Correr bien la carrera de la vida significa no solo ocuparnos de nuestra condición física, sino mucho más de nuestra condición espiritual. La salud espiritual tiene que ver con nuestra relación con Dios quien nos creó y desea tener una relación personal con nosotras. De hecho la Biblia, la Palabra de Dios, compara una carrera a nuestra vida espiritual. Pablo fue uno de los primeros líderes cristianos y en una ocasión escribió a unos nuevos cristianos en Corinto, una ciudad Griega donde se realizaban muchas competencias deportivas. Él les escribió lo siguiente: “¿No saben que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero sólo uno lleva el premio. Corre de tal manera que lo obtengas. Y todo aquel que lucha se disciplina en todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible; nosotros en cambio para una incorruptible. Por eso yo corro así, no como a la ventura; peleo así, no como quien golpea el aire. Más bien pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer; no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado” (1ª Corintios 9: 24-27).
El Apóstol Pablo nos dice que tenemos que comprometernos a correr bien en nuestra vida espiritual, así como ejercitamos nuestros cuerpos para llegar a ser atletas. Nuestro enfoque espiritual debe estar sobre un premio eternal, no un premio que es dado al ganador de una carrera. Es una recompensa terrenal que por lo general luego se tira o se pone en un estante y allí queda. Un premio eterno es para siempre. Nunca se pierde.
Correr bien la carrera no es algo que podamos hacer por nosotras mismas. De hecho Jesús el Hijo de Dios, dijo: “Aparte de Mí, nada puedes hacer” (Juan 15:5). Necesitamos depender de Él para correr bien la carrera de la vida. Podrías preguntar: “¿Quién es Jesús y cómo es que dependo de Él?”. Hace más de dos mil años, Dios envió a Su perfecto Hijo a la tierra como un hombre. Vivió aquí por treinta y tres años y luego fue muerto, colgado de un madero. Fue inocente pero escogió morir como nuestro sustituto. Éramos nosotras las que merecíamos morir a causa de nuestros pecados, pero Él se sacrificó por amor a nosotras. Luego Dios su Padre, lo levantó de entre los muertos para que nosotras podamos ser atraídas a Dios, recibiendo el perdón de nuestros pecados y conocer la esperanza de la vida eterna. Cuando confiamos en lo que Jesús hizo por nosotras, Él nos da la fortaleza y la capacidad para correr bien la carrera de la vida. Y podemos también tener la esperanza de estar con Él en los cielos al partir de esta tierra.
¿Tiene sentido esto para ti? Quizás estás luchando para lograr vivir cada día. ¿Te sientes sin esperanza acerca de tu futuro? Cree en lo que Jesús ya hizo por ti. Confíale el día de hoy y tu futuro. Él quiere darte esperanza y paz.
El Apóstol Pablo fue arrestado y muerto por tener su fe puesta en Jesús. Mientras estaba en la cárcel y cerca del fin de su vida escribió estas palabras: “Porque yo ya estoy a punto de ser ofrecido en sacrificio, y el tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla; he acabado la carrera; he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el juez justo en aquel día. Y no sólo a mí, sino también a todos los que han amado Su venida” (2ª Timoteo 4:6-8).
El Apóstol Pablo describió lo que significó para él correr bien la carrera de la vida. Finalizó la carrera de la vida y permaneció fiel al Señor Jesucristo. Estaba expectante por el premio que Dios había prometido a todos aquellos que creen y siguen a Jesucristo Su Hijo. ¿Te gustaría correr bien la carrera de la vida hasta el final?
Todas debemos correr esta carrera de la vida, pero lo que cuenta es lo que hacemos con nuestras vidas. Dios puede ayudarnos a hacer lo mejor de nuestro tiempo. Puede ayudarnos a correr bien la carrera de la vida. Debes saber que Él tiene un plan para tu vida. ¿Qué estás haciendo con la vida que Dios te ha dado? Él te permite escoger entre vivir a tu manera o vivir agradándole. ¿Sabes que Dios te ama y desea lo mejor para ti? Disfruta de Su presencia cada día de tu vida.
Oremos juntas y digamos:
Querido Dios:
Gracias por haberme creado y haberme hecho como soy. Estoy agradecida por ser parte de tu creación. Quiero vivir muy cerca de ti y agradarte en todo. Abre mis ojos espirituales para comprender quién eres tú y qué quieres para mi propia vida. Muchas gracias por tu gran amor.
Amén