Escuchando a Dios

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“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”. 
Lucas 8:15

 

Hemos estado hablando acerca de nuestra audición con nuestros oídos físicos. Pero también podemos oír con nuestros oídos espirituales. El Señor Jesucristo a menudo habló de abrir nuestros oídos para comprender las grandes verdades del Reino de Dios, cosas que encontramos difíciles de escuchar y aplicar a nuestras vidas. Te pregunto, ¿sabes escuchar para comprender?

Algo maravilloso en todo ser vivo es la capacidad de poder oír. Debemos estar muy agradecidas por esa capacidad que se nos ha otorgado. Me gusta mucho escuchar y disfrutar de la música. Agradezco por el privilegio que tuve de niña de aprender a tocar un instrumento musical. Realmente es muy disfrutable poder hacerlo. Para poder aprender es necesario saber escuchar, poner atención acerca de lo que se está diciendo. Amiga: ¿tienes acaso la capacidad de saber escuchar? Debo decirte que es muy necesario saber hacerlo para llevar a cabo una buena relación interpersonal con otras personas.
Dos personas pueden oír lo mismo al mismo tiempo. Para una de ellas puede tener un gran significado porque su mente y corazón están abiertos a lo que está escuchando. Para la otra podría significar nada más que palabras pronunciadas todas juntas. Su corazón está cerrado.

Hay una muy interesante historia que el Señor Jesucristo contó acerca del oír. La vamos a leer en la Biblia. Es una parábola que encontramos relatada en los evangelios. La leeremos en el Evangelio de Lucas capítulo 8:

«Cuando una gran multitud de varias ciudades se reunió alrededor de Jesús Él les contó la siguiente historia: ‘Un sembrador salió a sembrar su semilla. Mientras sembraba, una parte cayó junto al camino y fue pisoteada; y las aves del cielo la comieron. Otra parte cayó sobre la roca y cuando creció se secó, porque no tenía humedad. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron al mismo tiempo y la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra y cuando creció, llevó fruto a ciento por uno’. Al finalizar la historia dijo: ‘El que tiene oídos para oír, oiga'».

¡Qué cosa inusual dijo Jesús al final de esta historia! ¡Estoy segura que todos los que estaban allí escuchando tenían oídos! ¿Piensas que realmente estaba sugiriendo que deberían escuchar con su entendimiento, con su corazón? Yo pienso que sí. Después de eso, los discípulos que estaban más cerca de Jesús le preguntaron por qué siempre les hablaba a las personas por medio de historias. Él respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; pero a los demás en parábolas. Esas personas miran pero no ven y escuchan pero no comprenden«. Cuando le preguntaron acerca del significado de la historia, Él les explicó: «La semilla es la palabra de Dios. Los de junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y quita la Palabra de sus corazones, para que no crean y sean salvos. Los de sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo. Pero estos no tienen raíz; por un tiempo creen, pero cuando les llega alguna prueba difícil, se apartan. En cuanto a la parte que cayó entre espinos, éstos son los que oyeron, pero mientras siguen su camino, son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a la madurez. Pero en cuanto a la parte que cayó en buena tierra, estos son los que, al oír con corazón bueno y recto; retienen la palabra oída; y llevan fruto con perseverancia y en abundancia«.  Este es el final de la historia que Jesús contó.

¿Sabes que eres parte de esta historia tú también? Acabas de escuchar el mensaje de Dios hoy. Este mensaje de Jesús es para cada una de nosotras. Con tus oídos has escuchado el mismo mensaje que aquellas personas que lo escucharon en ese momento. La manera que escuchas este mensaje, que está representado por la semilla, dependerá de lo que hay en tu corazón que es el suelo donde cae la semilla. ¿Hay poca profundidad en el suelo de tú corazón? ¿El mensaje será arrebatado antes de soltar raíces? ¿Lo olvidarás tan pronto yo deje de hablar?

Tal vez en tu corazón hay un suelo rocoso. Estás dispuesta a escuchar y te gustaría aceptar lo que estás escuchando, pero después de un momento te olvidas de lo escuchado porque la vida es difícil y así te das por vencida. Quizás el suelo de tu corazón está lleno de matorrales de espinas. Tal vez estás demasiado ocupada con los placeres de la vida y sientes que ganar dinero es la cosa más importante para ti.

¿O eres como el último grupo de personas acerca del cual Jesús habló? ¿Hay un suelo bueno y fértil en tu corazón? Quizás ya estás lista para escuchar este mensaje. Hay un mensaje que Jesús dio a las personas muchas veces. Y dice así: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es por mí» (Juan 14: 6).

¿Estás tratando de alcanzar este camino, esta verdad por tus propios esfuerzos? Hay una gran diferencia entre religión y fe en Jesús. Las personas que abrazan la religión están tratando de la mejor manera poder alcanzar a Dios. Tratan de vivir una buena vida, luchan por alcanzar cierto estado de la mente de modo que puedan alcanzar a Dios. Pero la Biblia nos dice algo muy diferente. El mensaje del evangelio es este: Dios en su amor por la humanidad quiere alcanzar a los hombres y a las mujeres. Él envió a Jesús a traer el mensaje de verdad y esperanza para nosotros. Jesús mismo dijo que “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Único para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, más tenga vida eterna (Juan 3: 16). ¡Él nos está ofreciendo el regalo más maravilloso: la Vida Eterna! Eso significa no solo la vida después de la muerte física, sino una vida real ahora; una vida de paz y gozo.

¿Puedes ganar un regalo? ¿Puedes pagar por él? ¿Tienes que ser lo suficientemente buena para recibirlo? No, se te da un regalo simplemente porque la persona quiere dártelo. Pero no es tuyo hasta que lo aceptas. El regalo de la salvación de Dios en Jesucristo es gratis, es libre y es accesible para todos los que escuchan el mensaje y están preparados para aceptarlo en sus corazones.
Puede ser que hoy puedes llegar a ser una de las personas a las que Jesús se refirió al final de la historia. Miremos otra vez lo que Él dijo: Pero en cuanto a la parte que cayó en buena tierra, estos son los que, al oír con corazón bueno y recto; retienen la Palabra oída, permanecen y llevan fruto en abundancia. La Palabra de Dios también dice: «Si hoy oyen la voz de Dios no endurezcan sus corazones»(Hebreos 3:7).

¿Te gustaría orar conmigo ahora y pedirle a Dios que suavice el terreno de tu corazón, de modo que escuches, comprendas y aceptes Su mensaje que es maravilloso, para que ni las cosas de este mundo, ni los placeres ni las dificultades te impidan creer en Dios y quieras seguirle cada día tomada fuertemente de la mano del Señor?

 Padre Dios:

Gracias por darnos tu Palabra. Te agradecemos porque no tenemos que luchar para alcanzarla. No tenemos que vivir una buena vida de modo que lleguemos a ganar la salvación. Gracias por tu gran amor demostrado al enviar a tu Hijo Jesucristo a vivir entre nosotros y morir en la cruz dando Su vida por amor para que pudiéramos ser salvas de la perdición eterna. Siembra la semilla de tu palabra en nuestros corazones para que pueda crecer y llevar muchos buenos frutos.

Amén

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