Fidelidad en nuestras vidas

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«Los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos«.
Proverbios 5:3-4

 

Creo que a muchas de nosotras nos gustan las cosas dulces y ricas, pero no siempre son alimentos buenos para mantener la salud en el cuerpo. Debemos aprender a escoger lo que comemos y saber si eso será lo mejor para nuestra salud. Y es así con la vida en general. Nos gustan las cosas que son divertidas y fáciles de obtener. Tenemos que entrenarnos para hacer aquellas cosas que necesitan un trabajo más arduo, que no nos resultan tan fáciles, pero sabemos que vale la pena lograrlas y nos disponemos a luchar por ellas. Podemos aplicar esa misma regla en nuestras relaciones también. Cuántas veces nos resulta difícil lograr una fuerte amistad o un fuerte y duradero matrimonio, continuar a través de tiempos difíciles y no darnos por vencidas, aprendiendo la paciencia y el respeto, colocando al otro en primer lugar.

Sabes que cuando nos enamoramos producimos una hormona que nos da un sentimiento “alto”. Es aun mejor que una subida de azúcar. Es como si nuestro cuerpo produjera su propia droga: la adrenalina, que nos hace sentir muy alertas y prontas para la acción, la dopamina que nos da una subida de placer y energía, y la serotonina que nos mantiene con un sentimiento de felicidad y pensando acerca de tu nuevo amor. ¿Te ha pasado tener ese sentimiento alguna vez? Es una mezcla especial y rara. Pero Dios nos hizo de esa manera y es importante porque ayuda a las parejas a mantenerse unidas, y las hace sentir muy cerca uno del otro, y conocerse mejor y formar un fuerte lazo de unión y compromiso. Este compromiso es como los buenos alimentos que tantas veces tenemos que aprender a comer aunque no nos gusten al principio pero que nos darán una mejor y duradera salud, al contrario de la energía y el entusiasmo que nos producen los alimentos con mucho azúcar.

El peligro está cuando sentimos este fuego de atracción por alguien que no deberíamos y actuamos sobre eso. Dios produce este entusiasmo para fortalecer los lazos en el matrimonio. ¡Pero cuán a menudo las personas quieren el “azúcar” de un nuevo y excitante compañero que la buena y sólida amistad en el matrimonio! Hay unas palabras en la Biblia, la Palabra de Dios, en el libro a los Proverbios capítulo 5. Allí un hombre adulto habla a su joven hijo y le da algunos buenos consejos. Escucha y pon atención que te pueden servir para ti también.

«Hijo mío, pon atención a mis sabias palabras; y a mi entendimiento inclina tu oído; para que puedas entender el buen sentido de la vida. Una mujer que es infiel a su esposo, sus labios gotean miel y sus palabras son más suaves que el aceite. Pero su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Ella no piensa en el camino de la vida, sus sendas son inestables. Sus pies descienden a la muerte y ella no se da cuenta. No vayas allí, hijo mío«.

Este padre sabio está advirtiendo a su hijo no ir detrás de la joven de palabras dulces como la miel, y que no es fiel a su esposo. Ella lo va a involucrar en un gran problema. El padre le da algunos consejos más:

«Bebe el agua de tu propia cisterna y de los raudales de tu propio pozo. Sea bendito tu manantial y alégrate con la mujer de tu juventud. Puedas ser cautivado por su amor. ¿Por qué has de ser cautivado por una mujer adúltera? Lo que un hombre hace está en pleno conocimiento de Dios que puede ver todas las cosas. Un hombre como este morirá porque no sabe controlarse a sí mismo y será atrapado en las cuerdas de su propio pecado. El morirá por falta de disciplina y a causa de su gran insensatez se echará a perder«.

Este es un buen consejo para un joven. No busca placer con cualquiera que se lo ofrezca; sabe esperar para casarse con una buena y fiel mujer, y permanece fiel a ella. Un hombre o una mujer inteligente sabe decir “NO” cuando es tentado por una mujer o un hombre ajeno a su matrimonio. Es necesario aprender a comprender y respetar al cónyuge y descubrir lo que cada uno realmente necesita y poder dárselo en la intimidad de sus vidas. Eso toma tiempo y es necesario trabajar para lograr lo mejor. Es la manera de construir un compañerismo fuerte, hermoso y duradero.

Las mujeres tenemos que ser cuidadosas en nuestro comportamiento. Cuidadosas con cómo nos vestimos, cómo hablamos y cómo actuamos. Que los que nos ven no nos malinterpreten en nuestras intenciones de amistad y relación. Dios nos pide que seamos fieles a nuestro esposo y a los esposos les pide lo mismo, fidelidad a su esposa. El mundo necesita de hogares bien formados donde los hijos crezcan seguros. Cuando una familia se rompe porque alguno no ha sido fiel es algo terrible, especialmente para los hijos, aunque toda la familia sufre.

Dios pide fidelidad porque Él es fiel. Ese es el carácter de Dios. Él se interesa por nosotros, nos cuida y desea lo mejor. Dios nos ama, nos perdona y nos muestra su misericordia cada día. Él quiere lo mismo para nosotras. Si eres una mujer casada ¿qué puedes hacer esta semana para fortalecer tu matrimonio?

 

Busca a Dios, lee la Biblia (Su palabra) y ora pidiéndole ser una mujer sabia para escoger lo mejor.

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