Febe: Una mujer servicial y recomendada

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Compartimos contigo el último programa especial por el mes de la mujer.

Hoy hablaremos sobre la vida de Febe; una mujer que tuvo su encuentro personal con Dios, y no dudó en servirle con lo mucho o poco que tenía. Mujer reconocida por su amor y servicio a los demás.

¡Qué lindo es tener en la Biblia ejemplos de mujeres para aprender de ellas!

Referencia: Hechos 4:32-34

« Y la multitud de los que habían creído eran de un corazón y un alma; ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos compartían de lo suyo.»

Léenos:

Cada una de nosotras tenemos nuestra manera de ser, particular y única, y eso es cierto, somos diferentes unas de las otras. Dios nuestro Creador nos creó de tal manera para que fuéramos modelo exclusivo. El salmista en el Salmo 139:14 dice:

“Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras. Estoy maravillada y mi alma lo sabe muy bien.”

¡Cuántas gracias a Dios podemos darle, que nos dio vida y nos permite servirle de diferentes maneras! Estoy segura que muchas de ustedes pensarán igual y estarán agradecidas por la manera que el Señor nos trata y por las oportunidades que les da la vida.

Aprenderemos un poco más de Febe, que como dijimos lo que se describe de ella es breve pero cuánta enseñanza extraemos de esas palabras. Si tienes un mapa verás que a pocos kilómetros de Corinto se encontraba la ciudad de Cencrea, una ciudad sobre la costa del mar. Su puerto era bien conocido y muy usado para la llegada de barcos con productos que tenían destino la ciudad de Corinto y otras ciudades de la región. Allí en esa ciudad se había formado una iglesia cristiana que ya contaba con un grupo de creyentes en Cristo. Se dice que la ciudad de Cencrea era conocida por cultos paganos y rituales licenciosos en sus servicios. Los líderes religiosos eran personas con costumbres morales depravadas.

En un trasfondo religioso así, Febe entregó su vida a Cristo cuando escuchó la prédica de su mensaje. Tuvo un encuentro real y vívido de Jesús el Salvador y de inmediato tuvo el deseo de servir a Dios y a las demás personas. Los que la conocieron podían atestiguar que Febe tuvo una entrega total al Señor y su vida fue cambiada por la gracia de Dios.

Febe se destacó por su anhelo de servir al Señor. Llegó a ser diaconisa, es decir alguien que sirve a los demás; una ayudante.

En Romanos 16: 1-2 leemos lo siguiente escrito por el Apóstol Pablo:

“Les recomiendo además a nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea, que la recibáis en el Señor como es digno de los santos, y que la ayuden en cualquiera cosa que necesite de ustedes, porque ella ha ayudado a muchos y a mí mismo.”

Qué privilegiada se habrá sentido Febe al ser recomendada por el conocido Apóstol Pablo quien la tenía en muy alta estima. Eso le daba cierta seguridad para el momento que llegara a Roma y se uniera a un grupo nuevo de cristianos allí. Y qué bien se sentiría al ser portadora de una carta que Pablo escribió para los cristianos en Roma. Qué confianza inspiró esta mujer en el apóstol y en todos allí para depositar en sus manos una larga e importante carta que debía llegar a manos de los cristianos en Roma.

Febe fue una mujer que demostró con sus actos que realmente había comprendido qué significaba ser cristiana. Pablo dice que la recibieran en el Señor. Demostraba ser una mujer de Dios. Su conducta era intachable, y la califica como digna de ser una santa mujer. Era conocida como una mujer servicial, desprendida de sus cosas para poner todo al servicio y cuidado de los demás.

Sí, por lo que se desprende de estos apenas dos versos de la Biblia en Romanos capítulo 16, podemos apreciar que era una mujer generosa pronta a dar de su tiempo, sus dones y talentos y sus recursos para cubrir necesidades que veía en las otras personas.

Fue una mujer llena de amor demostrado en maneras prácticas, que llegó a despertar la atracción de Pablo y sus colaboradores, tanto que la recomienda y encomienda a la iglesia que está en Roma e incluye su nombre en la carta a los Romanos.

El apóstol Pablo subraya que Febe fue una mujer que ha ayudado a muchos y al mismo Pablo. No sabemos si Febe tenía recursos económicos para ayudar a muchos, pero creemos firmemente que hay un sinfín de cosas que podemos hacer sin dinero para ayudar a otros. Cosas tales como cuidar unas horas a un enfermo, o a un niño y aliviar la carga que significa para alguna mamá que tiene que luchar sola o con escasos recursos. Lavar la ropa para alguien o limpiar un piso y así diversidad de tareas que nos llevan a mostrar nuestro amor hacia los necesitados.

Así como ella era conocida por ayudar a muchos, ahora Pablo desafía a otros cristianos para que la ayuden a ella en cualquiera cosa que pueda estar necesitando al encontrarse sola en la ciudad de Roma.

Quizás también los años habrán pasado y ya no se encontraba con las mismas fuerzas y vigor para lograr su propio bienestar. Además al llegar a una ciudad desconocida todos sabemos muy bien qué perdidos nos encontramos y cuanto agradecemos que alguien nos sirva de referencia para ubicarnos y conseguir trabajo, o un lugar para estar.

Febe fue una mujer que comprendió claramente el mensaje del evangelio y lo puso en práctica en su servicio a los demás. El mismo Apóstol Pablo, escribiendo a la Iglesia en Éfeso les hace notar a los cristianos que si bien somos salvos por la fe en Jesucristo, es cierto que Dios preparó de antemano muchas obras buenas para que pudiéramos realizar para bien de otras personas y para la gloria de Dios. Esta buena mujer comprendió que debía agradar al Señor haciendo favores para personas que los necesitaran.

Me hace recordar cómo vivían los primeros cristianos con ese primer entusiasmo y amor demostrado entre ellos. Allí en el libro de los Hechos de los Apóstoles en el capítulo 4 dice lo siguiente:

“Y la multitud de los que habían creído eran de un corazón y un alma; ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos compartían de lo suyo.”
Hechos 4:32-34

Como podemos leer en la carta a los Romanos, Febe entregó su vida al Señor y en agradecimiento lo demostró “ayudando a muchos y también al apóstol Pablo.” Gracias a Dios hoy día también tenemos mujeres serviciales, siempre prontas para tender una mano al que lo necesita. Si tú eres una de ellas, decimos ¡Gracias a Dios por tu servicio!

Vamos a contarte de una mujer de coraje y entrega que puso su fe en acción y realizó una gran obra antes de irse de este mundo. Queremos que tengas bien en claro que nuestras obras no nos llevan a la salvación de nuestras almas; si así fuera Dios sería injusto. Sólo nuestra fe en Jesús nos salva. Pero nuestras acciones son importantes porque son la evidencia de nuestra fe.

Amy Carmichael conoció a Jesucristo y lo recibió como su salvador personal desde muy jovencita. Esto la llevó a sentir mucha compasión por los que sufrían discriminación social en su país- Irlanda del Norte. A los 17 años comenzó con una escuela dominical para enseñar Biblia a las niñas pobres del lugar. En poco tiempo el grupo creció a 500 niñas.

A los 26 años Amy viajó como misionera al Japón, pero tuvo que regresar a Irlanda 15 meses después a causa de una enfermedad. Al año siguiente viajó a la India a continuar con su trabajo misionero y permaneció allí por 56 años hasta su muerte a la edad de 84 años.

Su principal preocupación en la India eran las niñas que llevaban como esclavas prostitutas a los templos paganos. Como un rito religioso las niñas eran dedicadas a los dioses del templo y usadas para la prostitución. El corazón de Amy se dolía y sufría terriblemente al ver semejante horror. Ella rescató a muchas jovencitas de esa horrible práctica que estropeaba la vida de las niñas. En 1925 fundó una comunidad que se dedica a salvar a niños en riesgo moral hasta el día de hoy. Allí los entrenan a servir a otros y a llevar el mensaje del amor de Dios al pueblo de India. Muchos niños ya han sido ayudados en esa comunidad.

En 1931 a los 64 años Amy tuvo una caída seria y se rompió una pierna, se torció la columna y quedó inválida por el resto de su vida, 20 años más. Su casa se convirtió entonces en su mundo de acción, no pudo salir más. Llamó a su habitación, “La habitación de la paz.” Desde esa pieza comenzó a escribir sin parar. Sus escritos han inspirado y bendecido a innumerables personas.

¿Cuál fue la motivación de Amy Carmichael para dejar su patria, crear un refugio para niñas y jóvenes en la India y escribir innumerables libros de inspiración y nuevas formas de ver la vida? Fue su fe, puesta en un Dios lleno de amor por una humanidad perdida y un Dios que tenía un plan y un propósito para su vida.

Nuestra fe en Dios es el ancla que nos mantiene firmes a través de las tormentas de la vida. Así fue con la vida de Amy. Su fe en Dios la dotó de coraje y valentía que la impulsó a realizar grandes obras para muchas personas en la India y al principio en Irlanda también con las niñas pobres de la calle. Fue la fe que motivó también a Febe, la mujer de Cencrea, a servir a muchos en donde vivió algún tiempo y ayudó al apóstol Pablo de muchas maneras.

La Biblia en el libro a los Hebreos capítulo 12 nos dice que tenemos en derredor nuestro una tan grande nube de testigos que gracias a su fe en Dios lograron hacer grandes cosas por la humanidad. A través de la historia muchas fieles mujeres de fe hicieron y hacen muchas cosas en bien de las personas donde viven. Muchas que ni sus nombres conocemos o nunca hemos oído hablar de ellas pero son esas mujeres de fe que cambiaron y están cambiando la vida de las personas que tienen a su alrededor. Son mujeres de oración, trabajadoras responsables, madres amorosas que cuidan y animan a sus hijos a lograr cosas buenas para sus vidas. Son mujeres virtuosas, llenas de fe, respetuosas de los planes de Dios para sus vidas, que no se amedrentan frente a circunstancias difíciles que les presenta la vida. Por esas mujeres damos gracias a Dios. Estoy segura que tú conoces a algunas de ellas o tú eres esa mujer.

Y si las fuerzas te faltan y no puedes ser de ayuda te invitamos a pedirle al Señor que entre a tu vida y a tu hogar y te renueve para ser de bendición mientras Dios te da vida.

Oremos juntas leyendo un poema escrito por Francisco E. Estrello titulado “Divino Maestro.”

DIVINO MAESTRO:

Caminante Divino:

Ven a nuestro sendero.

Ven Señor, a lo largo del camino;

Tórnalo suave, grato, placentero,

Caminante Divino.

Rabí santo y sereno:

Ven a nuestra morada

Que no tiene siquiera pan moreno.

¡Cuánto necesitamos tu mirada,

Rabí santo y sereno!

Señor, ya se hace tarde;

Quédate, no te vayas.

Si te vas nuestra lámpara no arde.

Se hace el silencio cuando Tú te callas.

¡Quédate… se hace tarde!

Nuestra alma está vacía;

No tiene luz ni fuego;

Derrama en ella claridad de día

Y quédate en respuesta a nuestro ruego

En nuestra alma vacía.

¡Quédate caminante!

El sol ya languidece.

Déjanos escuchar tu voz amante

En medio de la brisa que se mece.

¡Quédate caminante!

Seguiremos mañana

Por la senda contigo.

Seguiremos desde hora muy temprana.

El día va declinando, dulce Amigo,

Seguiremos mañana.

Quédate en nuestra morada.

Quédate en nuestro camino,

Señor de la dulzura en la mirada.

Huésped santo y divino

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