La Biblia nos relata cómo Dios creó al mundo, los cielos y la tierra, las plantas, los animales y todo lo que en ellos hay. Lo mejor de todo que creó, nos dice la Biblia fue al hombre y a la mujer. Dios les amó en gran manera tanto que gustaba de caminar y conversar con ellos. Su relación era muy buena. Pero un día el hombre y la mujer cometieron un grave error. Desobedecieron a Dios. este fue su primer pecado. Y a causa de este primer pecado, la relación entre los seres humanos y Dios se rompió.
Pasaron los años y la tierra siguió poblándose. Muchas de estas personas querían agradar a Dios pero seguían cometiendo equivocaciones. Aún así Dios les amaba.
A causa de éste primer pecado y como consecuencia la relación con Dios fue rota y la gente experimentó en sus corazones un profundo sentimiento de vacío. Es un tipo de tristeza que nunca se va.
Dios sabía de su tristeza y decidió que era tiempo de arreglar esa relación rota. Decidió enviar a Su Hijo Jesús, al mundo. Y cualquiera que creyera en Su Hijo y le pidiera perdón a cambio volvería a renovar su relación con Dios y recibiría la vida eterna. Así que un día el ángel de Dios vino a una mujer llamada María, una mujer virgen que se estaba preparando para casarse con José. Un día en que ella estaba sola se le apareció el ángel y le dijo: “No temas María porque Dios te ha escogido para bendecirte maravillosamente”. Dios la había escogido para que le sirva en una manera especial, llevar en su seno y dar a luz al hijo de Dios, el bebé llamado Jesús.
María tenía una elección importante para hacer. Podría decirle sí a Dios o atemorizada podría decirle no. Puede ser por eso que María tuviera gozo en su corazón al decirle sí a Dios. Ella no entendió plenamente, por eso le preguntó al ángel, “¿Pero cómo voy a tener un hijo si no soy casada ni jamás he tenido marido?”. Y el ángel le respondió, “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder de Dios te cubrirá con su sombra. Por lo tanto tu Hijo será el Santísimo Hijo de Dios”. Entonces María respondió sí a Dios.
El sí de María era muy importante. Ella debía decir sí antes que Jesús viniera a ella. Y la Biblia nos dice que poco después María estaba cantando de gozo. Ahora ella era la madre de Jesús, el precioso Hijo de Dios.
Meses más tarde el niño nació. Fue un día muy especial. Hoy los cristianos celebran el día que Jesús nació, cuando ellos celebran la Navidad. Celebramos su nacimiento pero queremos hablar también de su vida. Jesús creció y comenzó a enseñar a la gente acerca de Dios. El enseñó cuánto Dios nos ama y cómo El quiere que nos amemos unos a otros. Algunos religiosos importantes de la época estaban enojados con Jesús por llamarse a si mismo el Hijo de Dios. Ellos no le creían. Pero Jesús enseñó que la única manera de sanar esa relación rota con Dios era sólo a través de El mismo. Jesús dijo, “Yo soy el camino a Dios” Juan 14:6
Los enojados enemigos de Jesús le mataron, le crucificaron, pero Jesús sabía que esto sucedería. El sabía que llevaría sobre si, como un sacrificio, el pecado de desobediencia y todos aquellos que creerían en El y le pedirían perdón por sus pecados. Jesús estuvo dispuesto a morir para que nuestros pecados también pudieran morir.
Pero Dios levantó a Jesús de los muertos y le resucitó tres días después. Así es cuando morimos a nuestros a pecados una nueva vida es posible, es como nacer de nuevo. En la Biblia Dios nos dice que necesitamos creer que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados. Jesús es el único que puede perdonarnos y es el único que puede hacer posible que se restablezca nuestra relación con Dios otra vez. Y algo, más creyendo en Jesús nos da vida eterna de modo que cuando nuestro cuerpo muera, nuestra alma vivirá por siempre.
Querida amiga, ¿recuerdas a María?. ¿Recuerdas lo que le sucedió cuando ella dijo sí a Dios?. Jesús el Hijo de Dios vino al mundo del seno de María como un bebé. Eso fue solo una vez. Cuando nosotros le decimos si a Dios hoy, le estamos dando la bienvenida a Jesús no como un bebé sino como el Señor. Le estamos entonces permitiendo al Señor enseñarnos, guiarnos, ayudarnos. Confesamos nuestros pecados a Jesús y le pedimos perdón. Le damos la oportunidad a Jesús que llene nuestras almas de gozo como Dios llenó el corazón de María cuando ella aceptó su voluntad para ella.
¿Quisieras decirle sí a Dios ahora mismo?. ¿Quisieras invitar a Jesús a tu vida?. Te invito a que me acompañes en esta oración.
Querido padre Dios, gracias por amarnos y gracias por tu Hijo Jesús. Padre Dios quiero confiar en tu Hijo, quiero tener fe en El. Gracias Jesús por venir a este mundo y mostrarnos tu amor. Hoy te recibo en mi vida y quiero de alguna manera mostrarte mi amor. Ayúdame a mostrar tu amor al mundo, Amén.