Lo que nos hace felices

Un regalo especial
29 diciembre 2008
Editorial Enero 2009
2 enero 2009

Si eres capaz de saborear el placer

que proporciona una flor,

una sonrisa, un juego de niños,

eres más rico y más feliz que el más ricachón:

él tiene todo lo que se puede desear

y todavía permanece insatisfecho,

incapaz de saborear las cosas,

porque está aprisionado en sus riquezas

como el caballo de lujo en sus arreos.

 

Recuerda: no es cuanto posees

lo que forma tu riqueza,

sino cuanto saboreas.

 

No dosifiques tu amor como un farmacéutico.

No calcules antes cuánto dar,

hasta donde debe llegar tu amor.

No cortes al amor su espontaneidad.

El amor pesado y medido no es amor.

Es cálculo. No da alegría.

Este tipo de amor no te hace feliz.

Vives en la indiferencia:

todos los días se convierten

en un largo y aburrido viaje en tren.

 

No sientes nunca el calor en tu intimidad;

nunca tienes ganas de cantar o bailar.

El amor espontáneo es otra cosa.

El amor espontáneo hacia tu marido,

tu mujer, tus hijos,

tu padre y tu madre,

hacia un niño abandonado,

hacia un hombre que sufre

o hacia un ser marginado.

 

El amor espontáneo es un don

que te conduce hasta el más alto nivel

de la satisfacción humana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *