Desastres

Jesús, Señor sobre los espíritus
16 febrero 2011
La historia de Job
16 febrero 2011

Hoy estaremos compartiendo contigo qué experimentó, cómo vivió la familia de Tammy, el pasaje del huracán Andrés por donde ellos vivían en La Florida, Estados Unidos. ¿Haz experimentado alguna vez un desastre natural?

Pero antes de continuar con la historia de esta familia hablemos un momento de las diferentes clases de desastres que pueden ocurrirnos. Puede ser que tú ya hayas vivido una experiencia de este tipo o quizás no sepas nada en absoluto de desastres naturales. Pero con la rapidez que se retransmiten las noticias hoy día seguramente habrás visto en pantalla terribles escenas en diferentes partes del mundo.

Un huracán puede ser llamado de diferente manera en otras partes del mundo. Por ejemplo “Tifones” o “ciclones”, cualquiera sea el nombre llega a ser terrorífico para el que lo vive.

También existen otros tipos de desastres como las inundaciones, terremotos y Tsunamis…

O todo lo contrario, sequías tan pronunciadas que al no haber agua, se mueren los animales, las plantaciones no crecen y la gente muere de hambre.

Y qué me dices de las guerras donde muchos hogares son destruidos y muere mucha gente… o quedan miles de niños huérfanos de padre y a veces también de madre y hermanos.

¿Cómo puede luchar la gente en medio de tanta tragedia?… ¡Hogares destruidos, seres queridos desaparecidos, gente herida y con hambre!

Puede ser que en este momento tú misma estés enfrentando algún desastre o violencia o persecución por parte de un familiar o alguien otro. Te preguntarás ¿Realmente, a Dios, le interesa? ¿Y por qué no cesan de suceder estas cosas?

Más adelante diremos algo al respecto. Un desastre puede hacer que nos sintamos totalmente desarmados, inútiles, sin salida.

Si vivimos en áreas donde suelen suceder desastres naturales, necesitamos hacer todo para estar preparados.

Escucha algunos consejos que debes tener en cuenta si vives en zonas así:

=Reúnete con tu familia y hablen porqué deben estar preparados para los desastres.

=Explica a tus hijos el daño del fuego, severos terremotos o inundaciones.

=Planifiquen compartir las responsabilidades y trabajar como un equipo.

=Hablen acerca de los desastres que más probablemente pudieran suceder.

=Hablen y expliquen qué hacer en cada caso.

=Escojan dos lugares para juntarse: decidan como familia dónde se esconderían y hablen o menciónelos regularmente para estar familiarizados con los lugares.

=Uno debería estar afuera de la casa en caso de una repentina emergencia, como un incendio o un terremoto.

=Otro debería estar en un lugar fuera del barrio o pueblo en el cual viven en caso que no pudieran volver al hogar- tal vez la casa de un familiar.

=Tengan un plan para mantenerse en contacto, y comuníquense si todo está bien con ustedes, en especial si hay niños en la familia.

=Discutan qué hacer en caso de evacuación del lugar.

=Planifiquen qué hacer con los animales o mascotas de la familia.

=Tengan botellas de agua limpia para beber y comida envasada, cerca de la puerta para que todos sepan dónde encontrarla… y una linterna o luz a batería para alumbrarse si se cortara la corriente eléctrica.

=Dejen el hogar inmediatamente si dan la orden de evacuar.

=Es bueno llevar una radio a batería o pilas para seguir las instrucciones de los oficiales de emergencia local. Escucha a menudo las noticias e indicaciones. Lleva pilas o baterías de repuesto.

=Usa ropas adecuadas que te protejan y calzado seguro y cómodo si lo tienes.

=Circula por las rutas que han marcado las autoridades para evacuar el lugar, no tomes atajos, pueden ser peligrosos.

Espero que nunca necesites estas recomendaciones, pero por las dudas tenlas en cuenta. Después de un tema musical seguimos contándote más acerca de los huracanes…

Al comienzo te dijimos que contaríamos la experiencia que vivió nuestra amiga Tammy con su familia frente a la llegada del huracán “Andrés”.

Ella nos contó: “Cuando llegamos a la casa de mis padres, que quedaba tan sólo a 8 kilómetros, ayudamos a guardar los objetos livianos e instalarnos para la noche. El viento comenzó a soplar fuerte y la lluvia a golpear contra las ventanas. Acosté a los niños… con la esperanza que se durmieran mientras pasara la tormenta. El ruido se fue incrementando durante la noche hasta que a eso de las 2 de la madrugada la electricidad se cortó. Mi padre había hecho una casa segura. Cuando la tormenta se volvió más y más  fuerte las ventanas y puertas se abrieron. Mi padre y mi esposo apoyaron una biblioteca y unas alfombras contra las ventanas, sosteniéndolas con todas sus fuerzas contra la fuerza de la naturaleza. Desperté a los niños y los llevé a una pequeña habitación sin ventanas. Los abracé y traté de consolarlos en medio del terrible ruido del viento. Hablamos acerca de la grandeza y majestuosidad de Dios por haber creado tal fuerza. Los niños y yo cantamos juntos algunas canciones.

¡Repentinamente, hubo quietud!  El ojo de la tormenta había pasado…

Miramos afuera y vimos los cercos y los cables tirados, ramas y árboles caídos por todos lados. Decidimos mudarnos a la casa de los vecinos que era más fuerte. Descalza y por la lluvia llevé a mi bebé a la siguiente casa. Mi esposo llevó a nuestra hija y mi mamá le siguió con los bolsos de los hijos. Papá también llegó luego de asegurar la casa lo mejor posible.

¡Nos sentimos tan contentos al estar con amigos! Hablamos y compartimos nuestra fe en Dios aún en medio de la tormenta. Hablamos hasta que la tormenta comenzó a ponerse fuerte nuevamente. Sabíamos que los huracanes al volver se ponen peor que lo anterior. Nos escondimos en un pequeño dormitorio… diez adultos y dos niños sentados en el piso escuchando al huracán dando vueltas encima de nosotros, rompiendo las coberturas de las ventanas y quebrando los vidrios. Se sentían golpes en el techo no sólo por la lluvia sino también por los objetos que caían. No recuerdo cuánto tiempo estuvimos sentados protegiendo a los niños, pero sí recuerdo a mi papá con su espalda contra la puerta usando todas sus fuerzas para mantenerla cerrada.

Cuando el viento se aplacó y el sol brilló en el horizonte, salimos para ver lo que había dejado “Andrés”. ¡No podíamos creer lo que veían nuestros ojos… casas completamente destruidas, enormes árboles caídos, coches dados vuelta, escombros por todos lados! Ralf caminó entre los escombros hasta nuestra casa para ver qué había quedado… y quedó asombrado al ver muy poco daño. Los ladrones habían tratado entrar en ella pero la alarma que aún funcionaba con baterías les ahuyentó.

Gracias a Dios por los buenos amigos… y por responder a nuestras oraciones pidiendo protección por nuestra pequeña casa. El huracán “Andrés” trazó su pasaje directamente sobre nuestro pequeño poblado… con el centro de su ojo pasando justo sobre la casa de mis padres. Las casas se perdieron en su totalidad.

Realmente, una experiencia aterradora. Pienso que lo más importante es que toda la familia estuvo a salvo. Juntos dieron gracias a Dios por haber preservado sus vidas. Después de eso, les esperaban jornadas de mucho trabajo para volver a recuperar lo perdido pero juntos lo lograrían.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *