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“Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe y que es galardonador de los que le buscan”.
Hebreos 11:6
En nuestro programa Mujeres de Esperanza a menudo hablamos acerca de Jesucristo, quien vivió sobre la tierra hace más de 2000 años. Enseñó a las personas acerca de Dios y sanó a los enfermos y realizó cosas maravillosas. Sus seguidores estaban seguros que era el Mesías prometido. Pensaban que llegaría a ser un gran gobernante y los rescataría de los romanos que ocupaban su tierra. Pero las cosas sucedieron de manera diferente. Veamos qué nos dice la Biblia.
Era el tiempo de una festividad en la ciudad de Jerusalén. Las autoridades locales buscaban cómo deshacerse de Jesús; tenían temor de que reuniera a sus seguidores durante el festival y causara una revolución. Judas era uno de los amigos de Jesús, pero él lo traicionó con las autoridades locales por dinero, y arrestaron a Jesús por la noche cuando la multitud no estaba allí (Lucas 22: 1-5). Los sacerdotes líderes y los ancianos del pueblo trataron de encontrar alguna evidencia en contra de Jesús, pero no pudieron encontrar nada. Por último el Sumo Sacerdote le preguntó directamente: “¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios bendito? Jesús respondió: “Yo Soy” ¡Y verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso Dios y viniendo en las nubes del cielo! Los ancianos dijeron que eso era blasfemia y determinaron que Jesús debía morir (Marcos 14: 55-64).
A la mañana siguiente Jesús fue traído ante el gobernador romano Pilato. Él no quiso condenarlo; pudo ver que Jesús no había hecho nada malo. Pero el populacho se reunió, gritando y amenazando y al fin Pilato se los entregó y condenaron a Jesús a la muerte (Juan capítulos 18 y 19). Los soldados golpearon a Jesús severamente. Le colocaron una corona de espinas en Su cabeza, le vistieron de púrpura simulando que era un rey (Marcos 15:16-20), y luego hicieron que cargara una cruz de madera fuera de la ciudad. Allí clavaron sus manos y sus pies sobre la cruz y lo levantaron sobre el suelo y esperaron que Jesús muriera (Juan 19: 17-18). Esta fue la crucifixión, una manera cruel de ejecutar a los criminales. Jesús sufrió allí por horas y al final gritó “¡Consumado es!”. Inclinó su cabeza y entregó su espíritu a Dios Su Padre (Juan 19:30). Los soldados se aseguraron de que estuviera muerto traspasándole el costado con una lanza. Sus seguidores volvieron a su hogar con lágrimas.
¿Cómo te sientes al escuchar esta historia? ¿Triste? ¿Enojada? ¿Confundida? Imagínate cómo se sentirían los amigos de Jesús. Tenían esperanzas muy altas y ahora su líder, su amigo querido, estaba muerto. Seguramente olvidaron que Jesús les dijo que debía morir, que debía dar su vida para rescatarlos del pecado (Marcos 10:45). Y se olvidaron de algo más que les había dicho…
Está relatado en Lucas 24. El cuerpo de Jesús fue puesto en una tumba cavada en la roca, cerrada con una enorme piedra y vigilada por soldados. Muy temprano al tercer día algunas de sus amigas, las mujeres, fueron a la tumba con especias aromáticas para ungir el cuerpo de Jesús. ¡Se asombraron mucho al encontrar que la piedra había sido quitada de la entrada! Y cuando miraron dentro, la tumba estaba vacía. Se les presentaron dos hombres en vestiduras blancas resplandecientes, que les dijeron a las mujeres: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado de los muertos». Ellas corrieron entonces a contárselo a los otros, quienes apenas podían creerles.
Pocos días después Jesús se apareció a grupos de amigos hasta que todos le vieron vivo otra vez. Pudieron tocarle, hablarle y comer con Él. Realmente vieron que era real, pero que aparecía y desaparecía a veces; estaban seguros de que Jesús estaba vivo, pero ahora era diferente y le adoraban. Jesús les explicó que todas las naciones debían oír la noticia, creer en Él, apartarse de sus pecados y recibir el perdón de Dios en el nombre de Jesucristo. Les prometió enviarles el Santo Espíritu que les daría el poder de hacer la tarea de llevar Su mensaje a todas las naciones. Entonces Jesús les dejó; fue llevado a los cielos mientras ellos lo miraban. Pero ahora estaban llenos de gozo, estaban tan seguros de lo que habían visto y oído que se llenaron de coraje para llevar el mensaje de Jesús a las naciones en esos días. Y los que creemos hoy también llevamos este precioso mensaje de vida a quienes nos rodean y escuchan los programas.
Esta es la verdadera historia de la Pascua. Jesús resucitó de los muertos a la vida, salió de la tumba fría a la vida nuevamente y quiere darnos nueva vida a cada una de nosotras también. Cada vez que rompes un huevo de Pascuas debes saber que no es más que un símbolo que nos habla de una nueva vida, que nos recuerda que Dios trajo a Jesús a la vida nuevamente y quiere darnos a cada una de nosotras esa nueva vida espiritual si creemos de corazón en Jesucristo y su muerte en la cruz del Calvario.
¿Te gustaría tener esta nueva vida? ¿Te preguntas cómo puedes conocer a Dios? ¿Cómo puedes conectarte con Él? Lo primero que te preguntaría es si realmente quieres conocer a Dios. Debes saber que Dios quiere tener relación contigo. Escucha lo que dice la Biblia en Hebreos 11:6: “Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe y que es galardonador de los que le buscan”. Debes ser sincera y honesta en tu búsqueda de Dios, reconocer que realmente lo necesitas en tu vida. Tienes que aceptar su amor y su perdón por haberte alejado de Dios. La Biblia nos enseña que debemos confesar nuestros pecados: “Si confesamos nuestros pecados Dios es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad”. Si haces esto comenzarás una nueva relación con el Señor. Será como nacer de nuevo y comenzara una nueva vida en Cristo.
¡Espero que puedas volver a conectarte con Dios a través de Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida!