Jesús el Maestro habla de la verdadera felicidad

Enseñando a nuestros hijos el respeto
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En el artículo «Enseñando a nuestros hijos el respeto» hemos tratado acerca del respeto entre padres e hijos. El respeto, más que nada, se enseña por medio del ejemplo. Por lo general es la mamá la que pasa más tiempo con sus hijos en casa. Por eso creemos que una madre es el modelo más influyente sobre la vida de su hijo, aunque también es necesaria la figura del padre en la vida de los hijos . Una amiga nos hizo llegar un correo contándonos de la admiración que tiene por su anciana madre. Nos ha dicho:

Ahora mi mamá tiene 94 años, ella me enseñó muchas cosas con su ejemplo y aún lo hace. Es muy simpática y comunicativa, y siempre dice algunas ocurrencias graciosas con el objetivo de enseñarme algo. Por ejemplo ella me dice: “Las manzanas no caen muy lejos del árbol”, queriendo decir que las personas por lo general son parecidas a la familia de donde provienen.

Heredamos cosas de nuestra familia, costumbres, expresiones, maneras de hablar, de comer y tantas otras cosas. «Porque así lo hacía mamá», solemos decir. Gracias a Dios aún hay familias que dejan sus buenas herencias a sus hijos en cosas tales como reunirse para comer juntos, charlar y cantar en familia. Yo también puedo decir que aprendí mucho de mi familia, porque tuve padres que nos dieron un buen ejemplo de vida por sus acciones y su manera de vivir. Sobre todo heredamos la hermosa costumbre de leer la Biblia reunidos en familia y cantar canciones que hablan del amor de Dios. Recuerdo con cariño a mi padre; a él le gustaba cantar canciones cristianas al final de su día de trabajo en el campo. Desde pequeña, con mi familia aprendimos que Jesús fue un gran maestro. A Él le gustaba caminar con sus discípulos por los campos y caminos de su país, enseñándoles siempre grandes verdades. Nos dice la Biblia que las multitudes le seguían. Un día se sentó en un lugar alto y les habló de lo que conocemos como «las Bienaventuranzas», que puedes leerlas en el Evangelio de Mateo capítulo 5. Escucha parte de lo que Jesús compartió con las personas ese día:

«Dichosos los pobres en espíritu, porque el Reino de los Cielos les pertenece. Dichosos los que lloran porque serán consolados. Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los compasivos porque serán tratados con compasión. Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el Reino de los Cielos les pertenece«.

Pensemos un momento qué está diciendo Jesús. Parece como que dice lo opuesto a lo que la mayoría de las personas piensa. Por lo general no queremos ser pobres, o llorar, o ser humildes, o mostrar misericordia cuando nos lastiman. Y en especial no queremos ser perseguidas. Pero Jesús está diciendo cómo ve Dios la situación y nos dice que estos son a los que Dios recompensará porque ellos le buscan y le son fieles. ¿Es esa la manera en que naturalmente piensas? Seguramente no. Pero tiene sentido lo que dice allí Jesús. Si no admites que necesitas a Dios, es que no quieres estar en Su Reino. Estar en Su Reino significa tenerlo como Rey y compartir la vida con otros que le siguen también. ¡Es un gran lugar donde querer estar! Si estás sufriendo y te vuelves a Dios, sentirás Su consuelo. Él tiene gran amor y compasión por aquellos que sufren. Si eres una persona humilde y no piensas que eres lo suficientemente buena como para agradar a Dios, entonces sabrás que necesitas Su gracia y Su bondad. Te hará mucho bien abrir tu corazón y tu mente para recibir el amor y la gracia que Dios quiere darte. Quizás no comprendas por qué Jesús dice que somos más que dichosas cuando las personas nos hacen pasar tiempos difíciles por seguir a Dios. Pienso que Jesús quiso decir que somos bendecidas cuando enfrentamos dificultades por confiar en Él, porque a menudo de esa manera aprendemos a ser como Jesús y Dios nos promete recompensarnos y cambiar esas situaciones.

Hemos hablado de aprender con el ejemplo. Jesús nos dio el ejemplo al enfrentar muchas de estas cosas en su propia vida para mostrarnos que es posible seguir con su ayuda y con Su ejemplo. Nos enseñó humildad cuando se arrodilló y lavó los pies de sus discípulos. Luego les pidió que siguieran su ejemplo. ¿Recuerdas cuando Jesús fue golpeado y torturado y oró a Dios «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»? ¡Qué maravilloso ejemplo a seguir!

¿Qué piensas acerca de estas cosas que Jesús dijo que nos traerían bendición y felicidad? Es muy fácil ser orgullosas, y qué difícil nos resulta perdonar a otros. ¿Queremos vivir a nuestra manera, o queremos agradar a la gente en vez de agradar a Dios? Jesús nos dejó el ejemplo de la manera en que podemos ser realmente felices y bendecidas por Dios. Sigamos el ejemplo de Jesús, el gran Maestro.

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