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Alguien ha dicho que un hogar sin hijos es como un jardín sin flores. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, como lo relata el libro del Génesis en la Biblia, los bendijo con estas palabras: “Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra”. Tener hijos entonces es una bendición de Dios como leemos aquí y como lo refuerzan las palabras del Salmo 127. “Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa, como flechas en las manos del guerrero, son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. Nadie los podrá avergonzar”. Preciosas palabras del salmista.
Sin embargo, aunque era una bendición de Dios tener hijos, no todas las mujeres podían tenerlos. En el mismo libro de Génesis encontramos mujeres dolidas en su corazón por no tener hijos. Podemos nombrar a Sara, esposa de Abraham; era una mujer estéril aunque Dios le prometió hacer de él una nación grande. Tenemos el caso de Rebeca y también de Raquel que le rogó a Jacob: “¡Dame hijos o me muero!”. Jacob se enojó muchísimo con ella y le dijo: «¿Acaso crees que soy Dios? ¡Es Él quién te hizo estéril!». La vida está en las manos de Dios; y fue Él quien dio hijos a estas mujeres años más tarde; aun fuera de los años en que podían tenerlos. En el ejemplo de Sara que concibió a los 90 años es bien evidente que la vida es un don de Dios. Como puedes apreciar Dios tiene sus tiempos y sus propósitos para cada una de nosotras.
Este es un asunto muy doloroso para las mujeres, como lo ha sido a través de los años y siglos, aunque ahora hay más recursos para resolverlo. Antiguamente se culpaba a la mujer cuando no se tenían hijos. Ahora se sabe que un porcentaje grande de matrimonios o parejas no pueden tener hijos a causa de problemas físicos del esposo o de ambos. La culpa que antes cargaba solo la mujer, ahora se investiga y puede ser de cualquiera de los dos.
Cuando en el hogar faltan los hijos puede haber un sentido de frustración por no tenerlos. La pareja de un hombre y una mujer es el camino natural para la trasmisión de la vida. Dios dijo: multiplíquense y llenen la tierra. Traer hijos al mundo es el deseo de Dios para la familia. Pero en los planes de Dios a veces también están las excepciones y puede suceder lo contrario y entonces es necesario aceptar la voluntad de Dios y preguntarle al Señor para qué ha permitido que sea así. Varias pueden ser las razones, y quizás nunca lo sepamos. ¿Conoces la historia de William C. Morris? Nunca pudo tener hijos propios pero volcó todo su amor de padre en miles de niños desamparados fundando varios hogares para niños abandonados y solos. Él pudo vencer la frustración de no poder tener hijos propios, aceptando los propósitos de Dios para su vida y por el bien de esos niños que también necesitaban ser amados.
Dios es el Creador de la primera institución humana como lo es el matrimonio. Los hijos son la corona del matrimonio. Cuando no hay hijos es importante buscar juntos qué quiere Dios para sus vidas como matrimonio cristiano. Si te sientes como un jardín sin flores y hay tristeza en tu corazón, quizás debas preguntar a Dios: ¿qué quieres que haga con mi vida y mi tiempo libre? ¿Cómo lo puedo usar para bien?
Un matrimonio sin hijos de hecho tiene más tiempo para invertir en otras tareas. Mi amiga Beatriz no tuvo hijos pero decidió ir cada semana al hogar de niños de su ciudad para jugar con los internados allí, leerles cuentos, cantar y jugar con ellos, volviendo muy feliz a su hogar luego de cada visita. Se entregó a esa tarea con todo su amor y dedicación. Los niños llegaron a quererla como la tía Beatriz que cada semana les llevaba mucha alegría y les hacía pasar una tarde feliz. Los chicos crecieron y hoy día son hombres y mujeres que la recuerdan con cariño. Y Beatriz, sin hijos propios, se rodeó de muchos niños que le brindaron amor y viceversa, y Dios llenó su corazón de contentamiento en vez de amargura. Los abrazos llenos de amor que dio Beatriz a esos niños encerrados en un orfanato, produjeron un milagro en la vida de niños sin hogar y en su propia vida.
Amiga, ¿quieres vivir una vida abundante? Busca hacer la voluntad de Dios para tu vida y así será, ya sea que tengas hijos o no. Oramos a Dios por tu vida y por tu hogar.
Te invitamos a continuar leyendo el artículo «La historia de Ana«, donde te contaremos acerca de una mujer muy especial de la cual nos habla la Biblia.