Hábitos desagradables

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Hoy queremos hablar acerca de hábitos o costumbres que se nos pegan debido a la repetición de los mismos. Son esas cosas que hacemos y practicamos que se vuelven tan automáticas que ni cuenta nos damos que las hacemos. Podemos hablar de buenos y malos hábitos. Los buenos nos hacen bien. ¿Puedes nombrar algunos?

Pueden ser, lavarme los dientes cada día y más de una vez al día. Hacer la cama todos los días, decir «muchas gracias» cuando me hacen un favor…

Pero también están los hábitos que llamamos dañinos, como por ejemplo: tirar papeles en la calle o por la ventanilla del coche, morderme las uñas, masticar la comida con la boca abierta, golpear las puertas cuando voy de un cuarto a otro, dejar las luces encendidas por toda la casa, hablar a los gritos y la lista podría continuar.

Lo interesante de los malos hábitos es que los hacemos tan automáticamente que ni cuenta nos damos de lo malos que son. Son cosas que hacemos o decimos porque nos hemos acostumbrado a través del tiempo y allí están arraigadas a nuestra personalidad, a nuestra manera de hablar o actuar. Quizás te preguntes ¿Por qué hago lo que hago?

Otras veces quizás sólo decimos…. “Bueno, yo soy así.” Y no se nos ocurre pensar que podríamos cambiar y abandonar esa mala costumbre.

Como hemos dicho, un hábito es algo que hacemos una y otra vez sin pensarlo siquiera y a la larga forma parte de nuestra personalidad. Es algo que afea o embellece nuestra vida. Por lo general a las mujeres nos gusta arreglarnos prolijas para vernos lo más bonitas posible, pero si por ejemplo somos mujeres que nos expresamos de una manera ordinaria, y nos conocen como la mujer “mal hablada”, también nuestro aspecto físico se desmerece.

Y además por culpa de los malos hábitos cuantas veces surgen inconvenientes en nuestras relaciones interpersonales o de pareja. ¿Nos sentimos incómodas al lado de personas que se expresan mal o hacen cosas indebidas sólo por ser su costumbre?

Hoy día se valora mucho la apariencia física de la mujer, la apariencia externa y se invierte mucho dinero en la cosmética, en los gimnasios y los spa para lograr mantener su cuerpo de la mejor manera posible y verse más bonita. Pero debes saber que la verdadera belleza de una mujer es la del alma, la belleza interior, sin quitar importancia a lo externo.

En la Biblia hay una descripción de cómo debería ser la mujer y está por demás interesante lo que dice. Si tienes una Biblia puedes buscar en la primera carta que escribió el Apóstol Pablo a Timoteo capítulo 3 verso 11:

“Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.”

Se destaca lo que no debemos ser. “Calumniadoras” que es lo mismo que decir chismosas. Qué expresión tan fuerte, ¿verdad? Es muy feo ser una persona “chismosa”. Decir chismes es llevar información personal, privada a personas que no tienen nada que ver con el problema ni tampoco son parte de la solución. Cuando decimos cosas de otras personas, lo cual no haríamos si estuviéramos en su presencia, no tan sólo desobedecemos la palabra del Señor sino que también estamos destruyendo la reputación de esa persona en la mente de quien nos está oyendo.

Cuando el pueblo de Israel se estaba organizando, Dios les dio un mandato para que fueran unidos y les dijo lo siguiente:

“No andarás chismeando entre tu pueblo.” “No atentes contra la vida de tu prójimo.”
Levítico 19:16

Y cuando vamos a los tiempos después que Jesús ascendió a los cielos, el Apóstol Pablo escribió acerca de las mujeres que andan de casa en casa y se vuelven perezosas y no sólo perezosas sino también chismosas metiéndose en la vida de todos y diciendo cosas que no convienen y rompen la unidad de las familias y amigas.

Proverbios 20:19 dice así: “El chismoso no sabe guardar un secreto, así que, no te juntes con gente chismosa.” Como ves es un tema muy delicado porque al decir un chisme podemos destruir la vida de una persona o de una familia. Cuando estés tentada de hablar mal de alguien piensa que puedes destruir a esa persona de por vida. No lo hagas, no será de ayuda y tú te sentirás victoriosa de haber cerrado tu boca a tiempo.

Hay diferentes maneras de calumniar a otros. Una de ellas puede ser de un modo muy malicioso y es el que se hace alevosamente a espaldas de la víctima. Este modo está alimentado por la envidia y estimulado por el egoísmo. Quien lo practica lo único que quiere es romper las relaciones y destruir la amistad y puede manifestarse por medio de toda clase de acciones perversas.

Hay otra manera más sutil de decir chismes y es cuando la persona nos dice que lo hace por nuestro bien, o por el bien de la otra persona y que está tratando de ayudarla y acaba por enredarse en cosas que no le corresponden.

Otra manera es el chisme inocente, el de la persona que quizás está preocupada por lo que le pasa al otro pero no sabe cómo decir las cosas ni es prudente y lo comparte con quién no debería armando así una gran confusión.

Todo mal hábito es dañino por cierto. No deberíamos permitir que ninguno dominara nuestra personalidad. Si queremos ser mujeres agradables, sanas, deberíamos trabajar en nuestro carácter para superar todo lo malo que hemos adquirido a través de los años y adornar nuestra vida de virtudes positivas y útiles. No es imposible pero podría ser difícil y requerirá esfuerzo y tiempo, pero vale la pena. Debes proponerte que quieres dejar eso inútil que está entorpeciendo tu caminar diario y quita belleza a tu personalidad.

Como has dicho, no será fácil, requiere mucha fuerza de voluntad, pero debemos concentrarnos en los beneficios que recibiremos al pasar el tiempo.

Hay un sinfín de hábitos que no son buenos y que por la repetición y el descuido se adueñan de nuestra vida. Hoy estamos hablando del mal hábito que tienen algunas personas de llevar y traer chismes, dañando así la vida de las personas. Dañan a otras personas pero también dañan su propia vida malogrando su personalidad por la práctica de este mal pernicioso.

Tengamos en cuenta estos consejos antes de caer en la tentación de hablar mal de otros:

  • Asegúrate que la información que vas a compartir con alguien acerca de otra persona sea auténtica y provenga de una buena fuente.
  • Pregúntate qué quieres lograr al hablar. Realmente deseas el bien para la persona o provocarás desunión dañando esa relación.
  • Que al querer hablar de alguien no te motiven ambiciones egoístas.
  • Piénsalo muy bien antes que nada. ¿Con tu actitud construirás o destruirás?

La Biblia nos enseña que debemos decir la verdad con amor. Si tenemos una diferencia con alguien debemos ir directamente a esa persona y decirle lo que sentimos. Sé sincera y ora a Dios que te ayude a aclarar el problema, decir las palabras correctas de modo que puedas ayudar al que está actuando incorrectamente.

Dios nos ama y perdona nuestras faltas, que tengamos una actitud igual hacia quienes nos rodean y se han equivocado. Debemos saber que todas las personas somos imperfectas. Valoremos y destaquemos lo bueno, sabiendo que el reconocimiento de lo bueno ayuda a que el otro se sienta valorado y con deseos de ser mejor.

Podemos elevar una oración a Dios en este momento y digamos juntas: Señor, te ruego que me perdones por haber sido partícipe de decir chismes, por haber escuchado y repetido cosas que no ayudan a crecer a nadie. Ayúdame que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean gratas delante de ti, mi Dios y Señor. Amén.

Espero que pensemos sobre lo que hemos hablado y nos hagamos un examen cada una de nosotras y si tenemos esa costumbre roguemos a Dios que la quite de nuestra vida.

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