Este año vamos a estar mirando muchas maneras prácticas para crecer en nuestra vida de oración con Dios, y yo estoy comenzando con una que ha sido la más significativa para mí. Lectio Divina, la antigua práctica de contemplación o la lectura de las Escrituras en forma de oración.
Después de llegar a ser una cristiana siendo niña, pasé mi vida leyendo, memorizando y estudiando las Escrituras por mí misma, en el colegio de Biblia y con varios líderes de iglesias. Yo aprendí muchos detalles e información acerca de la Biblia y tuve una fuerte relación con Dios, pero me sentía anhelando por más intimidad con Él y deseando oír su voz en mi vida diaria. Yo quería más.
En los pocos años pasados, he continuado leyendo y estudiando las Escrituras. Pero durante mi tiempo de lectura devocional, me gustaba usar la práctica de la Iglesia de 1500 años atrás de la Lectio Divina- donde leían lentamente y retenían la Palabra de Dios, reflexionando sobre ella, escuchándola y luego recibiéndola en mi vida. Me ha conducido a una mucho más íntima relación con Dios y un deseo de comprender en una manera práctica como nosotros, sus hijos, debemos permanecer y morar con Él. Somos llamadas a estar en unidad con Dios, y eso involucra una comunión de nuestros espíritus.
La lectura sagrada en oración es una manera que los creyentes a través de los años han cultivado en su relación con Dios. He encontrado útil enfocarme en un corto pasaje o un simple verso de las Escrituras.
Algunos versos con los cuales quisieras comenzar son: Salmo 25:4-5, Colosenses 3:16, Isaías 41:10, Salmo 19: 12-14, 1ª. Pedro 5:7, Santiago 1:2-4, 1ª Corintios 15:58, Filipenses 4:8, Proverbios 3:5-6, salmos 32:8, Salmos 1458-9, -realmente cualquier Salmo es una buena elección.
Hay seis fases para esta práctica:
También te animo a repasar a diario el pasaje y que Dios se revele a tu corazón y mente. Graba tus reflexiones y cualquier acción que
necesites tomar.
Cuando venimos a las Escrituras prontas a recibir del Dios viviente cuyo Espíritu vive en nosotras, Él puede revelar la verdad a nuestros corazones y mentes pues ambas nos transforman y nos renuevan. Cuando abiertamente respondemos a Su Palabra, damos a Dios la oportunidad de darnos nuevas perspectivas, cambiar nuestras actitudes y acciones, y respiramos nueva vida en nuestros espíritus. Dios anhela hablarnos y comunicarnos Su corazón. ¿Cómo estás acercándote a Él para escucharlo?