Transformación

¿Qué tienes en tu mano?
20 julio 2023
Esperanza a los Xhosa
20 julio 2023
¿Qué tienes en tu mano?
20 julio 2023
Esperanza a los Xhosa
20 julio 2023

En una reciente conversación con un amigo acerca de cambiar, él dijo, “Nadie puede decir honestamente que le gustan los cambios. Es un proceso penoso e incómodo. ¡Puede ser que a la gente le guste el resultado que produce, pero el cambio no siempre es algo disfrutable!«

Mientras estoy de acuerdo que el proceso puede ser extremadamente desagradable, me atrevo a decir que me gustan los cambios. ¿Qué me dices tú? ¿Cómo te sientes acerca del tema? Quizás te unas a mí en decir que realmente aprecias cambiar, o puedes hacerte eco de lo que dice mi amigo y decir que no te gusta atravesar eso. O puede ser que digas que en realidad depende del tipo de cambio.

La verdad es que algunos cambios son inevitables. ¡Cada día el escenario del mundo cambia, avances tecnológicos, nuevos productos son lanzados al mercado y algunos de nuestros favoritos dejan de existir! Nuestros propios cuerpos atraviesan cambios diariamente. Es un proceso natural que involucra aspectos que van más allá de nuestro control o aún de nuestras voluntades.

Aunque tantos cambios suceden en el mundo sin nuestro “permiso,” algunos otros toman lugar solamente si nos involucramos en el proceso. La renovación de nuestras mentes – y consecuentemente, la transformación de nuestra conducta– requiere un involucramiento de nuestras voluntades. Sin este compromiso, continuaremos nutriendo la misma mente que nos conducirá a los mismos sentimientos, acciones y reacciones. Si somos honestas, aún las personas que aman los cambios enfrentan este tema de vez en cuando: No siempre estamos “dispuestas” atravesar los inconvenientes del proceso transformador.

No puedo ayudar, pero pienso en Naamán. Podemos leer acerca de su historia en 2ª Reyes 5. El capítulo comienza describiéndolo como “un comandante del ejército del Rey de Aram, quien es un gran hombre para su jefe y altamente considerado, porque a través de él el Señor le había dado la victoria a Aram. Era un valiente soldado…” ¡Claramente era un hombre de prestigio!

Sin embargo, al seguir leyendo, descubrimos que estaba enfrentando uno de esos cambios inevitables en la vida: “Era un soldado valiente, pero tenía lepra.” Todas sabemos de esa enfermedad que no sólo afecta nuestros cuerpos sino también nuestras emociones. Por lo general requiere ajustes en nuestro estilo de vida y en nuestros horarios. En el caso de Naamán, la enfermedad afectaba su prestigio también.

Cuando la sirvienta de su esposa, una niña cautiva de Israel, escuchó las noticias, le dijo a su señora que Naamán debería ir a ver a Eliseo, un profeta del Señor. Ella estaba segura que esto era el camino para la sanidad. Con la bendición de su rey, Naamán salió para encontrarse con el rey de Israel, quien, por el contrario, no pudo ayudarlo. Pero tan pronto Eliseo supo acerca de Naamán, le dijo: “Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.” ¡Había esperanza!

Cuando finalmente Naamán fue al lugar de Eliseo, no fue recibido por el profeta sino por su asistente, quien le llevó un mensaje: “Ve y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se te restaurará y serás limpio.” Naamán no pudo creer lo que estaba oyendo. Estaba furioso. Hasta ese momento había puesto mucho esfuerzo esperando la ayuda. Su voluntad estaba comprometida en este proceso de transformación. ¡Pero esta instrucción le sonó como un insulto! Lavarse en las aguas de Israel no sonó como algo bueno para él. Así que decidió irse.

Los sirvientes de Naamán razonaron con él, diciendo: “Señor, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿No la harías? ¿Cuánto más diciéndote: ¡Lávate y serás limpio! ‘¿Por qué no pruebas las instrucciones de Eliseo? Naamán reconsideró esto y comprometió su voluntad en el proceso, siguiendo las directrices del profeta. ¡Al final de las siete zambullidas en el Río Jordán, Naamán quedó completamente sanado!«

El proceso de transformación de Naamán es muy similar al nuestro. Realmente deseaba un cambio. Sin embargo, cuando se dio cuenta que el proceso de transformación era muy diferente a lo que tenía en su mente, y mucho más humillante, su voluntad fue al instante interrumpida. Felizmente sus criados le animaron no darse por vencido, porque el proceso eventualmente daría resultado. Y valió la pena. ¡Su transformación fue más allá de su sanidad física! Por sobre todo fue sanado y Naamán declaró: “He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel.” (Énfasis añadido al verso 15)

Es mi oración que encontremos gran ánimo en esta historia para guardar nuestras voluntades comprometidas en el inconfortable proceso de transformación de nuestras vidas. Haciendo así, nosotras también experimentaremos el poder de Dios y traeremos gloria a su nombre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *