¿A quién, Señor, iremos
en el nublado día?
¿A quien acudiremos
en noches de agonía?
¿A quién irán los niños
do encuentren más amor,
y a quién la juventud
por más inspiración?
¿Y en pos de quién los hombres
la cumbre escalarán,
la gloria de ser nobles
de un Reino inmaterial?
¿Y ya, en la senectud,
en vuelo a lo más alto,
quien saldrá como tú,
en paz a coronarles?
Por eso responderemos,
cual Pedro en la ocasión:
-¿”Señor, a quién iremos?”
responde el corazón:
-Tú tienes la verdad,
tú procedes de Dios,
sin ti naufraga el barco,
sin ti no alumbra el sol.
Sin ti no hay esperanza:
sin ti no hay salvación,
sin ti se pierde el hombre;
sin paz y sin amor.
“Tú tienes las palabras
que vida eterna son”.