El gozo de dar

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Muchas también hemos estado preparando regalos para la familia. Al estar preparando estas sorpresas pensamos tanto en dar como en recibir. El placer de dar regalos y el de recibirlos son muy diferentes ¿No te parece?

Semanas antes de la Navidad hacemos las listas con los nombres a quienes daremos regalos, no queremos olvidar a ninguno de ellos. Nos preguntamos: ¿qué le gustará? ¿Qué necesitará? ¿Se pondrá contento realmente con esto?
Puede ser que compremos algo de mucho valor o algo sencillo, a veces puede ser algo que hacemos con nuestras manos y no gastamos dinero en absoluto.

Recuerdo a una familia que disfrutaban juntos de la Navidad en un tiempo cuando no tenían dinero para comprar regalos. Es decir, apenas tenían para comer y vestirse así que mucho menos tendrían para regalos.
El padre le dijo a su hijito de seis años: “podemos usar nuestra imaginación y hacer cuadros con dibujos de lo que nos gustaría darle a los otros”.
Durante los siguientes días cada miembro de la familia trabajó secretamente pero con gozo preparando las sorpresas. Al llegar la navidad, sentados alrededor de un sencillo árbol decorado con pocos y pequeños adornos, la familia intercambió los presentes que cada uno había creado. ¡¡Qué momento!!
El papá recibió una brillante limusina negra y un bote a motor rojo. La mamá una pulsera de diamantes y un sombrero nuevo. Pedrito se divirtió abriendo sus regalos, era un dibujo de una piscina y juguetes recortados de una revista.

Luego fue el turno para que Pedro diera sus presentes a sus padres. Con gran deleite mostró su realización hecha a mano con brillantes colores –eran tres personas- un hombre, una mujer y un niñito.
Tenían los brazos alrededor unos de los otros y al pie del dibujo una sola palabra “NOSOTROS”.
¡Aunque las otras navidades fueron mucho más prósperas para la familia, ninguna en la memoria de ellos fue tan preciosa como ésta!

Cualquier cosa que seamos capaces de dar, pienso que el placer de dar sobrepasa largamente al placer de recibir regalos. Pensamos en la persona a quien daremos algo. Elegimos cuidadosamente, como la familia de nuestra historia lo hizo, eligiendo algo que sabemos que realmente lo disfrutará.
Ya sea que cueste mucho dinero, o nada en absoluto, lo que le da valor al regalo es la intención y la actitud por la cual lo hacemos.

A propósito de ésto, recuerdo una historia titulada “Una caminata por amor”.

Se trata de un niño que vive en una remota isla en Hawai.
Un día escuchó atentamente a su maestra explicando porqué la gente da regalos en Navidad. “El regalo es una expresión de nuestro amor y el gozo por el nacimiento de Jesús que es el regalo más grande de todos” dijo ella.
Cuando llegó el día de Navidad, el niño trajo un regalo a su maestra –un caracol marino, hermoso y brillante rara vez visto entre todo lo que arrastran las olas del mar a la orilla.
-“¿Dónde has encontrado este singular y maravilloso caracol?” preguntó la maestra. El niñito le dijo que sólo había un lugar que él conocía donde se podría encontrar tan extraordinario objeto.
Era una bahía escondida a 30 kilómetros de allí y que sólo ocasionalmente aparecía algún caparazón así.
-“Mmm… es realmente precioso. Lo guardaré como un tesoro por el resto de mi vida”, dijo la maestra… “Pero…no debiste hacer toda esa caminata para hacerme un regalo”.

Recordando la lección que ella dio sobre el hacer regalos, con sus ojos iluminados de alegría el niño le dijo: “¡Una larga caminata…es parte del regalo!”

Ese pequeño muchacho entendió el placer de dar algo que cuesta mucho esfuerzo. Estaba preparado para hacer esa larga caminata como parte del regalo para su maestra a quien amaba y respetaba.

Como nos decía esta historia, la razón por la cual damos regalos unos a otros en los días de Navidad es para expresar nuestro amor y gozo por Jesús, de todos; el regalo más grande.
Y si no tienes dinero para hacer regalos, date a ti misma, como una ofrenda de amor a Jesús y a tus semejantes que te rodean cada día.
Nuestro regalo para ti es que Dios te bendiga y llene de gozo tu ser interior.

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