Tiempo para estudiar
4 junio 2008Editorial Julio 2008
1 julio 2008Mi querida amiga de oración:
Se me ocurre que el todopoderoso, omnisciente y eternamente fiel Dios, en Su poder, sabiduría y amor, a veces elige esperar por ti y por mí para que oremos antes de lograr Sus propósitos en la tierra. ¿Maravilloso, no es así? Nos permite asociarnos con El para cambiar el mundo del dominio de la oscuridad al reino de luz.
Al buscar justicia bíblica a través de la oración, nos unimos a Dios en lo que El ya está haciendo a través del Ministerio de Proyecto Ana alrededor del mundo- ¡y nosotros estamos cambiando también!
Leyendo los pedidos de oración de este mes, los nombres de lugares y de queridas y piadosas mujeres mi corazón ha sido tocado profundamente. Dios nos ha dado estas mujeres para expandir el ministerio de Proyecto Ana en Europa Oriental. Ellas trabajan sacrificialmente y sirven con pasión. Uno puede sentir el fuego que arde en sus corazones cuando hablan del mal que las mujeres enfrentan cada día: depresión, violencia doméstica, prostitución, traición, alcoholismo, abortos, abusos de niños, desintegración de la familia. Pienso especialmente en las terribles explosiones ocurridas en Albania en marzo que resultaron en terribles pérdidas de vidas y posesiones. Siento el clamor agrandarse en mi alma otra vez, haciendo eco las palabras de Habacuc en 1:1-4. “¿Hasta cuándo, Oh Dios clamaré y Tú no responderás?”
La justicia está tergiversada; el sufrimiento es indecible. Pero mi corazón toma coraje en aquellas promesas de esperanza de nuestro Señor. La respuesta de Dios al profeta fue: “Mira entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aún cuando se os contare, no la creeréis.” (Hab. 1:5) Dios está haciendo algo totalmente maravilloso como resultado de nuestras oraciones: La dignidad de las mujeres está siendo restaurada; las familias vueltas a unir; los cautivos liberados. Aún y a pesar que la gente de Albania está enfrentando tremendas pérdidas, los programas de Proyecto Ana y los intercesores están consolando a muchos, y su compasión en acción está demostrando la gracia de Dios. ¡Y El está oyendo!
Aquellos de nosotros que nos atrevemos a creer en estas respuestas a la oración, Dios ha llegado a ser el que cambia el mundo por Su honor y gloria. Continuemos guardando nuestros corazones y humillándonos en Su presencia. Lleguemos con fuerza a las puertas del cielo, rogando en el nombre de Jesús por esperanza y fe para reemplazar la oscuridad y desesperación en miles de vida a través de Europa Oriental.
Contando y orando contigo,
Marli Spieker