Como árbol de vida sembrado
Se levanta en el monte una cruz.
Cuyo fruto exquisito y preciado
Es el bueno y humilde Jesús.
De ese árbol la sombra bendita
Es un manto que brinda amistad,
Y al hombre perdido lo invita
Para darle perdón, sanidad.
Sus raíces metidas muy hondo
En los planes divinos están;
Ellos son el sublime trasfondo
Que vislumbres de gloria nos dan
Y sus brazos son ramas frondosas
Que aseguran leal protección
Sin espinas revientan las rosas
Para ser por la fe bendición
Tiene ese árbol su copa erguida,
Y hasta el cielo llegó a tocar;
Para abrirnos las puertas de vida
Y en el cielo hacernos entrar.
¡Oh el árbol glorioso de Cristo!
Donde Él por nosotros murió;
Todo allí ha quedado ya listo:
Dios la muerte de Su Hijo aceptó.