Ser huérfano

Gracias Señor
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Adoptados en la familia de Dios
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El tema de hoy será difícil de digerir en nuestras mentes y corazones… pero es necesario que lo tratemos.

Cuando pensamos en un bebé tomando su leche, lo imaginamos acurrucado, calentito y seguro en los brazos de su mamá. Puede ser que esté succionando el pecho o tomando del biberón, cualquiera sea, es un tiempo exclusivo donde madre y bebé se van conociendo uno al otro y disfrutando de ese momento único para ambos…

Pero hoy vamos a hablar de esos pequeñitos que no tienen a nadie que los tome en sus brazos, especialmente cuando están tomando el biberón o mamadera.

Te contaremos de dos niños hermanos, nena y varón, que han crecido ya, pero le han quedado secuelas por la falta de amor y atención mientras fueron menores de dos y estuvieron en un orfanato. Ambos niños sufrieron pues no tuvieron quien les abrazara y les demostrara amor. Jung Eup el varón) desarrolló severas infecciones en ambos oídos y te diremos por qué. En el momento de tener que tomar la leche del biberón simplemente alguien se lo ponía – se lo metía en su boca donde estaba acostado. La leche que se derramaba corría por su carita hacia los oídos y desarrolló una peligrosa bacteria.

Nuestra amiga Katerine y su esposo los adoptaron como hijos suyos tiempo después cuando escucharon la noticia de dos hermanitos en el extranjero que no tenían quién los cuidara. Como ya tenían cuatro hijos, tuvieron que hablarlo con ellos también. Todos estuvieron de acuerdo e hicieron los arreglos con una agencia de adopción para los trámites pertinentes con el orfanato. Todo parecía estar bien, pero aún así debieron esperar casi un año en el centro de la agencia para recibir cuidado médico y estar lo suficientemente bien para partir de ese país. Las fotos que recibían en casa de Katerine mientras esperaban, les partían los corazones. Joo-Ling no sabía sonreír. Para una niña de apenas dos años debió ser terrible haber sido separada de su madre. Nadie sabía realmente qué les habría sucedido, sólo que un día, su madre los llevó al orfanato y los dejó en ese lugar. Allí, al menos, tenían comida y ropa, pero a nadie que los amara. Cuán triste se habrá sentido y cuántas veces habrá llorado hasta dormirse solita, anhelando los brazos de su mamá.

Se me parte el corazón de sólo pensar en estos pequeñitos que no tienen una madre que los abrace y los consuele si lloran.

¡Realmente, a todas se nos parte el corazón! Jung-Eup era demasiado pequeño para recordar a su madre, pero, de alguna manera supo, que ha sido abandonado. Como bebé, cuando le dolía la pancita de hambre, o tenía dolor de oído, no hubo nadie allí que lo levantara en brazos y lo consolara. Sólo su pequeña hermana que le hablaba, le tomaba de la mano y lloraba con él.

Luego un día fueron sacados de ese lugar que ellos consideraban su hogar, y fueron llevados a otra parte donde las personas les cortaron el cabello y les hicieron tomar unas medicinas (Nos referimos a la agencia de adopción). Y antes que se acostumbraran a ese lugar fueron puestos en un enorme avión  y transportados a otro lugar extraño donde dos personas que no conocían les sonreían y lloraban y les apretaban entre sus brazos diciéndole cosas que no entendían y pretendiendo ser la madre y el padre de ellos. Allí recibieron ropas nuevas y juguetes y comida. Pero una vez más debieron subir a otro avión y volar a la ciudad donde viven Katerine y su esposo y donde les esperarían cuatro hermanos, abuelos, tíos y vecinos que nunca antes habían visto. Todos lloraban y reían y les traían más juguetes, comida, ropa y hablaban en un idioma que ellos no conocían, por tanto no entendían nada de lo que estaba sucediendo.

Jung-Eup tenía tres años en ese momento y pesaba tan sólo 20 libras, que es el peso normal de un niño de un año. Cuando la nueva mamá lo puso sobre la cama para cambiarlo no pudo sostener sus lágrimas. Tenía un pequeño estómago muy hinchado y unas piernitas muy finas como las fotos de niños hambrientos que había visto en las revistas muchas veces.

¿Puedes imaginar a ese niño de tres años pesando como el de un año?

¡Cuánto alimento nutritivo le ha faltado en esos tres años!

¡Qué difícil cuidar niños en orfanatos donde no hay suficiente personal y suficiente comida!  ¡Realmente una experiencia frustrante y dolorosa! Supongo que ellos también se sentirán tristes al ver niños pequeños padeciendo de hambre y no poder saciarles. ¡Y cuántas veces en nuestra casa la comida se echa a perder o comemos más de lo necesario!  Para pensarlo… ¿no te parece, amiga?

El primer día en la casa nueva, les resultó larguísimo a estos dos hermanitos. Había unos colchones en el piso, parecidos a los que usaban en el orfanato. Se recostaron allí cada uno con un nuevo juguete bajo el brazo. Jung- Eup lloró fuerte por un rato pero al fin quedó dormido. Se escucharon los sollozos de Joo-Ling (La niña) por horas.

Durante aquellas primeras semanas, la hora de las comidas te rompía el corazón. Estos pequeños nunca tuvieron suficiente para comer, por tanto cuando la comida era llevada a la mesa, ellos se lanzaban a las fuentes con desesperación, temiendo que se terminara.

Ellos acaparaban todo.

Aún si se trataba de juguetes nuevos o ropa, lo tomaban rápido y lo guardaban bajo sus colchones. Tenían mucho temor y no se podían comunicar con los demás. Los nuevos padres y hermanos debieron tener mucha paciencia y amor para lograr algún progreso en la vida de estos chicos.

Como ya hemos dicho, la salud de estos niños no era la mejor. Fueron llevados al médico y se le realizaron estudios y una minuciosa revisación. La piel estaba muy dañada, con algún tipo de picazón y tenían parásitos en sus intestinos. Les tomó tiempo habituarse a la nueva familia pero en el correr de varias semanas fueron aprendiendo a tener confianza, se sentaban correctamente a la mesa, disfrutaban de los juguetes y ya no lloraban al irse a la cama.

Sin embargo, un sentimiento de abandono permaneció profundamente arraigado en sus almas. Joo-Ling por ser más grande y haber sufrido tanto, era incapaz de interactuar con el resto de la familia. Construyó a su alrededor una pared o muro emocional, seguramente queriendo protegerse de los adultos para no ser más dañada. En cambio Jung-Eup explotaba en rabietas cada vez que se le corregía por algo. Esa conducta le duró por años.

Estos fueron tiempos muy duros y difíciles para Katerine y su esposo. Le preguntamos cómo pudieron atravesar esta experiencia sin darse por vencidos. Ella nos dijo que tuvieron que orar mucho pidiendo fuerzas y sabiduría a Dios para llevar adelante esta misión de criar seis hijos. También oraban por ellos mismos para saber cómo ayudarles a superar esos temores y hacerles entender que estando con ellos se encontraban seguros porque les amaban. No siempre fue fácil pero pasaron la prueba.

Los años pasaron y estos niños crecieron. Ambos son adultos, sanos y muy trabajadores…  y lo mejor… aman a su familia.

Cuando la familia se reúne ellos lo hacen también y agradecen a sus padres adoptivos por haberlos criado. Katerine nos ha dicho que a veces se emociona por la vida de ellos y da gracias a Dios. No fue fácil pero sí posible.

Amiga, esta historia seguramente te produjo lágrimas y un poco de tristeza.

Quizás tú misma habrás experimentado pérdidas siendo niña o muy joven… puede ser que eres una hija adoptiva de alguna familia. O has criado algún niño dándole tus cuidados y amor… Si fue así puedes entender lo difícil que se presenta a veces. Katerine confiesa que a veces estuvo desanimada y se ha preguntado si había hecho lo correcto.

2 Comments

  1. leticia salas dice:

    me gusta esta página y lo que dices esta pagina. yo soy adoptiva mi verdadera mama me regalo a los 15 dias de nacidad. y he sufrido mucho preguntando porqué hizo eso. tengo un hijo y lo amo por eso me pregunto por que mi madre hizo eso no la conozco pero me gustaria conocerla y preguntarle solo se que se llama dulce pero bueno Dios sabe lo que hace. creo mucho en Dios.

  2. yordana marquina dice:

    hola DIOS LES BENDIGA. Dios… nada facil debe ser que los padres de uno lo abandonen, pero en el mundo siempre hay personas con un amor tan grande por dar que hacen lo que hizo esa familia. yo tengo 3 hijos y los amo, y de verdad me gustaria ayudar a niños en situacion de abandono pero soy de bajos recursos y aunque soy casada, soy madre soltera; pero me solideraliso con esas personas. la palabra de DIOS dice en proverbios que aunque tu madre y tu padre te abandonare, con todo JEHOVA te levantara.

    DIOS LES BENDIGA

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