La Ira


Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /home/mujeresdeesperan/public_html/sitio/wp-content/themes/betheme/functions/theme-functions.php on line 1478

Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /home/mujeresdeesperan/public_html/sitio/wp-content/themes/betheme/functions/theme-functions.php on line 1483
El Buen Pastor (Lucas 15:1-10)
22 marzo 2011
El auto control
22 marzo 2011

Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /home/mujeresdeesperan/public_html/sitio/wp-content/themes/betheme/functions/theme-functions.php on line 1478

Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /home/mujeresdeesperan/public_html/sitio/wp-content/themes/betheme/functions/theme-functions.php on line 1483

Estaba amaneciendo… pero Rocío se sentía muy cansada. Esa noche su pequeña hijita había despertado varias veces llorando. Seguramente estaría cortando alguna muela que no le permitía conciliar el sueño. Al principio Rocío la acunó, le cantó y la hizo dormir nuevamente, pero… pasando las horas el cansancio le fue quitando la paciencia para soportar a su bebé. El enojo de la mamá fue en aumento hasta que se encontró gritando y sacudiendo a su pequeña. ¡Basta ya, no aguanto más…! ¡Por qué me pasa esto a mí? ¡Necesito dormir…! Este arrebato de enojo y el sacudón asustó mucho a la bebé y a la madre también! La mujer se dio cuenta que ardía de ira y se preguntó a si misma, cómo pudo reaccionar así frente a su indefensa hijita a la cual amaba tanto. Abrazándola, comenzó a llorar…

 

La ira es una emoción que sentimos cuando nos enojamos contra alguien o algo. Es una emoción hostil que nos lleva a estropear nuestras relaciones con personas y por lo general son personas que amamos y quisiéramos tenerlas cerca.

 

Mi amiga María tiene un temperamento muy fuerte y me ha contado que para ella era una lucha constante tener bajo control esta emoción. Que no era fácil lograrlo ya que siempre surgía alguna situación que la haría enardecer. Pero al pasar los años sintió que debía cambiar sus actitudes y dejar de ser tan explosiva. Decidió que las próximas veces que se sintiera muy enojada se mantendría callada…o al menos no respondería de forma grosera. Logró controlarse… a veces, pero, a menudo y antes que lo pensara  ya había explotado y dicho o hecho cosas poco amables… que por supuesto, sólo provocaba más pelea y enojo. Debido a eso la familia le puso un sobre- nombre o mote, le llamaban “malhumorada” que hacía que se enojara aún más.

Llegó a sentirse muy mal consigo misma y aunque trataba no airarse, la mayoría de las veces fallaba. María me dijo que últimamente, debía reconocer que había aprendido muchas cosas a lo largo de su vida. Una de las más valiosas es que “si no aprendemos a controlar la ira, la ira nos controlará a nosotras… y que la ira fuera de control puede causar mucho daño”

¡Cuánta razón tiene María… Realmente, si no controlamos la ira, ella nos controlará a nosotras y causaremos mucho daño.

 

Puede ser que cada vez que te enojas con alguien luego le pides perdón, pero, las secuelas van quedando como una marca en la vida de la persona herida o lastimada. Van quedando daños que no son fáciles de reparar.

 

Miremos esta ilustración que un padre enseñó a su hijo rebelde. Le mostró un listón o palo de madera, le dio un puñado de clavos y un martillo. Le pidió que cada vez que se enojara por algo, fuera hasta ese palo de madera y clavara un clavo con el martillo.  Así lo hizo, y en poco tiempo el palo tenía varios clavos que el niño había clavado allí.  El niño quedó impresionado cuántas veces había causado algún mal con su conducta. Decidió mejorar. El padre le pidió que cada vez que hiciera algo bueno o pidiera perdón por sus errores fuera hasta el palo y quitara uno de esos clavos que había clavado allí por su mala conducta.

En su deseo de querer enmendar su mala conducta, pronto todos los clavos fueron sacados de la madera pero… quedó un agujero en cada lugar donde habían estado los clavos.

Eso sucede cuando nuestra ira está fuera de control. Podemos regresar y pedir perdón pero ya hemos causado daño en la otra persona. Las marcas quedan allí.

 

Es una buena figura. Nos ayuda a entender qué pasa cuando lastimamos a alguien, dejando un agujero en su corazón, a pesar que le pidamos perdón o le digamos que lo sentimos. No podemos recoger las palabras expresadas o las conductas demostradas… aún cuando pidamos perdón.

 

Por eso es tan importante controlar nuestra ira. Lo cierto es que no me gusta herir a mis amigas y amigos y menos a mi familia. Cuando esto sucede me siento culpable, ¿cuántos agujeros habré hecho en el corazón de los que amo? Espero que no muchos… ¿Qué podemos hacer para reparar el daño si lo hemos causado? Responderemos a estas preguntas en las Lecciones para el Alma de esta semana.

1 Comment

  1. arelys chavarria dice:

    muchas veces he lastimado corazones pero la verdad hoy me siento tan herida por mi novio hemos compartido mucho pero resulta que me engañaba con otra y yo que le brinde un amor cincero no se que hacer se que Dios puede ayudarme `pero la verdad siento un dolor muy profundo gracias por compartir con nosotras

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *