Orando por tus hijos


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No es tarea fácil criar hijos en medio de una sociedad alejada de los principios divinos.

Cuando son pequeños los miramos y vemos cuán hermosos e indefensos son, pero, se nos cruzan pensamientos de temor cuando pensamos cómo vivirán en medio de este mundo al ir creciendo e independizándose de nosotras, sus mamás.

No vamos a estar siempre detrás de nuestros hijos, por tanto nos preguntamos ¿qué podemos hacer para ayudarles? ¿Tomarán las decisiones correctas cuando crezcan? ¿Se relacionarán con buenas personas? ¿Escogerán buenos caminos en la vida?

 

Recuerdo mi experiencia como madre mientras mis cuatro hijos eran pequeños. Cada día le pedía a Dios que me diera sabiduría, paciencia y entendimiento. Es que criar hijos, no es tarea fácil.

 

Le preguntamos a Katerine cual había sido su experiencia al orar por sus hijos, si realmente Dios respondía sus oraciones. Ella nos contó algunos de esos momentos en su vida de madre de seis hijos. Escucha lo que nos dijo:

 

 “Una mañana cuando mi primer hijo era pequeño, estaba jugando en el frente de la casa y me llamó para que viera la hermosa serpiente que él había encontrado, era una serpiente muy venenosa. Rápidamente tomé una azada y le corté la cabeza a la serpiente. Pude proteger a mi hijo de ser dañado ese día. Años más tarde cuando él partió lejos a la universidad, sólo podía orar por él y lo he hecho cada día. Algunos años más adelante se fue del todo a vivir en su propio hogar. Cada día he orado por mi hijo y Dios respondió a mis oraciones de muchas maneras.

 

Otra de las experiencias de orar por sus hijos estuvo en relación a una de sus hijas que comenzó a sufrir de desmayos. Katerine nos dijo: Fuimos al doctor quien nos dio un pase a especialista advirtiéndonos que podría ser un problema muy serio. Ambas estábamos muy asustadas. Yo oraba fervientemente que Dios sanara a mi hija. Pude regocijarme con ella días después cuando supimos que el problema era algo sencillo y se solucionaría con poco cuidado.

 

Le preguntamos a Katerine si sus oraciones por sus seis hijos siempre fueron respondidas. Ella nos dijo que sí pero no siempre como ella hubiera querido.  Que la vida de sus hijos no siempre fue tan feliz. Y que no siempre pudo protegerlos del mal.

Ella nos relató la siguiente historia que es triste por cierto. “Una vez, en nuestras vacaciones familiares, nuestro hijo más joven sufrió un golpe en su cabeza. Unas semanas más tarde tuvo síntomas como si fuera una gripe y a la semana una situación que dañó su cerebro. Me puse como loca de dolor y pena y le rogué a Dios que me diera paz. Sabía que mi pequeño iba a morir y yo no lo podría resistir. Ese día experimenté algo especial; sentí los amorosos brazos de Dios rodeándome y Él llenó mi corazón de paz. Mi hijito murió y yo lo extrañé terriblemente y lloré por meses. Pero, la paz de Dios me guardó de ser una amargada… y finalmente Dios sanó mi corazón. Mientras oraba, Dios me enseñó que Él tenía a mi hijo amado  en sus brazos en los cielos y que un día le veré otra vez.”

 

Qué situaciones tan duras ha tenido que vivir nuestra amiga Katerine con sus hijos. Realmente como hemos dicho, no es tarea fácil ser una madre en medio de un mundo enfermo. Es importante destacar que ella encontró fuerzas en la oración para continuar adelante y paz en su mente para no desequilibrarse. Dios, que nos mira desde su Santa morada nos conoce y sabe mejor que nadie cómo ayudarnos en los momentos difíciles.

¿Tienes  tiempos difíciles? ¿Enfrentas cosas que no sabes resolver? Amiga, pon tus cargas en Dios y espera en Él. El Señor  responderá a tus oraciones. Quizás no como tú quieres las cosas, pero como nos dijo Katerine, Dios puso paz en su mente y consoló su corazón herido para que pudiera continuar viviendo sin amarguras y siendo de bendición para el resto de la familia. Deseamos de corazón que Dios te bendiga y te ayude en cualquiera cosa que no puedas resolver sola.

 

Nuestra amiga Katerine ahora es una abuela y ella continúa orando por sus hijos y también por sus nietos. Lo que más le preocupa es que sus nietos lleguen a conocer y amar a Dios en sus propias vidas. Que lleguen a ser adultos responsables y que en el futuro encuentren la persona adecuada con quien formar sus hogares.

Nuestros hijos y nietos enfrentan muchos nuevos desafíos en la sociedad que les tocó vivir. Por eso nosotras las madres y abuelas debemos rogar a Dios que los proteja del mal y les guíe por buenos caminos. La Biblia en el libro de Santiago dice así: “La oración eficaz del justo, puede mucho” (Santiago 5:16) Ora con fe y espera en Dios.

 

Orar por los hijos es realmente importante, especialmente si se encuentran enfermos. Queremos compartir contigo la historia real de una familia que trabajó en Papua- Nueva Guinea.

Eran tres hijos en la familia que vivieron allí por varios años.

La familia tenía que dejar el país para retornar a su hogar pero de pronto, su hijo más joven se enfermó. Le vino una fiebre y cada día se sentía peor. Sus padres le llevaron al hospital y los médicos le diagnosticaron Malaria Cerebral, una enfermedad muy seria al cerebro. La madre y el padre de Jason oraban siempre por sus hijos y en ese momento rogaron al Señor que sanara a Jasón.

Dios respondió la oración de ellos de una manera que les sorprendió.

 

Un hombre, fiel seguidor de Jesús llegó al hospital. Nunca había visto a Jasón ni a sus padres, pero Dios le guió a orar por este niño enfermo y él obedeció.

 

El doctor pudo ver la mejoría en su salud. La fiebre le dejó y la familia pudo retornar a su país como lo habían planificado. Los padres alabaron y agradecieron a Dios porque Él había respondido a sus oraciones por la sanidad del hijo.

Pasaron los años y Jasón ahora es un adulto y junto con su esposa recientemente han tenido su primer hijo. Él siente mucha gratitud en su corazón a Dios porque ha respondido la oración de sus padres y le ha sanado de su enfermedad cuando era tan sólo un niño.

Jasón y su esposa han orado mucho tiempo por un hijo y Dios les respondió. Lo llamaron Samuel porque significa “Pedido a Dios” o “Dios oye” Están muy felices con su bebé. Ahora están experimentando por ellos mismos lo que es orar y esperar.

Dios responde a nuestras oraciones, a su tiempo y si las hacemos con fe.

Amiga, no dejes de orar. Orar es hablar con Dios. Es contarle nuestras cosas.

El Salmo 55:22 dice así: “Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará. No dejará para siempre caído al justo” Dí con el salmista…

“Pacientemente esperé en Dios y Él me oyó.” Amén

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