Haciendo cambios saludables
14 diciembre 2012Haciendo y usando el yogurt
14 diciembre 2012Esta es la tercera vez que vamos a contarte acerca de Noemí y su familia. Si lo recuerdas, ella viajó de Australia a Nepal e India para trabajar allí junto a su esposo como misioneros. Hablando de cambios saludables en la vida, ella tiene algo para contarnos y te lo vamos a compartir.
“Darren, mi esposo, es uno de esos hombres que disfruta hacer deportes. No importa en cual de ellos, él lo hace muy bien. Ha jugado fútbol y otros más, incluso bicicleta. Cuando regresamos a Australia se involucró en otros deportes y competencias de fuerza. También hacía nado y cubría largas distancias en el océano. Realmente se exigía mucho.
Pero durante el invierno de 1999, un día al regresar de correr, se apoyó en la mesada de la cocina y dijo: “No sé por qué me siento tan mal”
Esto le duró un momento. Decidió que debía ver a su doctor. Fue un gran paso pues a él no le gustaba ir al médico. Y el doctor no fue muy útil, todo lo que le dijo era que por haber corrido tanto era normal que se sintiera cansado.
Darren estaba seguro que algo andaba mal en su cuerpo y le pidió que le diera un pase a un cardiólogo. A los pocos días, concurrió al consultorio del especialista del corazón. El médico le pidió que fuera directo al hospital pues necesitaba una operación y que su problema era serio. Tenía una taquicardia ventricular, que hacía que el corazón latiera más rápido de lo que podía. Darren fue directo al hospital sin regresar a su hogar ese día.
¡Qué susto para ambos! Realmente los habrá alarmado y preocupado mucho!
Noemí continuó su relato. “Nos asustamos de verdad. Al próximo día mi esposo fue sometido durante tres horas a una operación. Querían saber cómo estaba trabajando el corazón. Aún después de la operación los doctores tenían mucha incertidumbre. Lo dejaron internado para hacerle un seguimiento muy de cerca. En ese tiempo teníamos un bebé recién nacido y uno de cuatro años. Me preguntaba ¿Y qué pasará con mi esposo? Después de algunos días, Darren me dijo: “Sabes; estoy listo para morir. Si eso es lo que Dios quiere, yo estoy listo. Él está a cargo de mi vida y yo estoy listo… sólo que no quiero dejarte.” Dando vuelta mi rostro traté de detener mis lágrimas.
Después de varios días de ir y venir al hospital y cuidar de mis dos varones, yo estaba estresada y cansada. Mi amiga Michelle llamó a mi puerta. Era una amiga con la que nos conocíamos desde que teníamos doce años. Nos conocíamos muy bien. Michelle siempre aparecía cuando algo feliz o triste acontecía. Me dijo que me acostara y ella cuidaría de los varones. Me dormí tan fuerte que no sentí cuando sonó el teléfono.
Michelle entró al cuarto y me miró con lágrimas en sus ojos. Me dijo:
“Tu papá ha tenido un terrible accidente, ha tenido una caída. Ellos creen que se quebró su espalda. Está en el hospital. Está muy mal…”
La miré y no entendía nada… parecía una sonámbula.
Luego llamé y hablé con el doctor de mi padre. Había que esperar una evolución por varios días… pero me dijeron que era algo muy serio… y yo estaba muy lejos de él para poder visitarle. Dos días después volví a llamar. Papá estaba vivo aún pero completamente paraplégico. No sentía nada ni se movía del cuello para abajo. Jamás volvería a caminar.
No podía dejar a Darren. Necesitaba otra operación pero debía esperar que hubiera lugar en el hospital. Se le permitió venir a casa mientras esperaría turno para su operación. Debía permanecer en quietud.
El primer día en casa fue bueno. Era lindo estar juntos otra vez. Mi esposo caminaba lento de un cuarto a otro. Permanecía mucho tiempo sentado, abrazaba a los hijos… observaba el monitor del corazón… todo parecía normal.
Al segundo día, se sentía bien, sólo enfermo de verse en casa sin hacer nada. Como los latidos eran normales decidimos hacer un corto paseo al centro dela ciudad. Fuimosen tren, nos bajamos y caminamos lentamente. Lo hicimos por un tiempo más y notamos que sus palpitaciones fueron en aumento y nos preocupamos. Él se sentó en el cordón de la vereda… No recuerdo los siguientes segundos, llamé una ambulancia, pero yo no sabía decirles dónde me encontraba. Alguien me auxilió y les dijo dónde nos encontrábamos. Llegaron rápidamente, pusieron a Darren en una camilla y se lo llevaron con la sirena encendida. Yo me quedé allí parada con mis dos hijitos, el bebé de pocas semanas y el de 4 años… hasta verla desaparecer de mi vista.
No sabía a dónde lo llevaron pero tomé un taxi y me dirigí a la emergencia del hospital más cercano y allí lo encontré.
Después del chequeo médico, me dijeron que podría regresar a casa hasta que lo citaran para una operación pero nada de salidas.
Por las tres siguientes semanas, Darren no hizo nada. Mientras los latidos de su corazón se mantuvieron tranquilos y lentos, el mío iba cada vez más acelerado. Tenía los números de teléfonos de la emergencia siempre conmigo, en mi bolsillo.
Durante todo este tiempo, apenas pude orar a Dios. Sólo susurraba “AYÚDAME” algunas veces en el día. Sólo trataba de sobrevivir… momento a momento, pero yo sabía que Dios estaba allí.
El doctor llamó para coordinar la fecha de la cirugía de mi esposo. Se internó el día antes -que era un domingo. Yo fui a la iglesia con mis varones. No recuerdo nada del servicio. Me esforcé en no pensar acerca del día lunes y lo que pasaría. La última canción que cantamos en el culto de esa mañana fue “Grande es Tu fidelidad” Busqué las palabras del himno en mi libro de canciones para seguirlas. Yo lo conocía y muy bien, de memoria realmente. Pero ese domingo quería probarme si sería capaz de cantarlas. Las leí nuevamente.
“¡Oh, Tu fidelidad, grande es tu fidelidad!
Cada momento la veo en mí,
Nada me falta, pues todo provees,
Grande Señor, es Tu fidelidad.”
¡Qué fácil es cantar- “Grande es tu fidelidad” cuando puedes ver todas las cosas buenas de Dios a tu alrededor. Pero, es muy difícil cantar estas palabras cuando todo lo que ves es temor. Comencé a pensar: “¿Qué, si Darren no sobrevive a la operación?” “¿Qué, si Dios permite que muera? Todos de pie, cantaban, mientras yo tenía mi vista fija en las palabras escritas allí. No estaba segura si podrían salir de mi boca.”
Luego me pregunté a mi misma: “Si Darren muriera mañana, aún cantaría a Dios que me ama? ¿Aún cantaría a mi Dios que me dio todo lo que necesito? La respuesta fue- SÍ.” Entonces me puse de pie y canté.
El próximo día me senté en la sala de espera y esperé. Esperé por 11 horas mientras operaban a mi esposo. Tuve mucho tiempo para reflexionar. ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Quién está en control de mi vida? ¿Qué si era tiempo que Darren partiera a las moradas celestiales? ¿Podré enfrentar esto?
Cuando todo parece perdido, es el momento de profundizar y conocer mejor a Dios. Él nos escogió para que fuéramos sus hijos. Nos ama y nos dio a Jesucristo como nuestro Salvador parala eternidad. Diossabe todas las cosas y quiere que le confiemos nuestras vidas. Unas palabras muy especiales para mí, (nos dijo Noemí) son las que puedo leer en Romanos 8: 35 al 39… ¿Quién podrá separarme del amor de Dios? ¿Las pruebas? ¿Las tristezas…el hambre… los peligros…? Estoy convencida que nada podrá separarme del amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor. Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni lo presente, ni lo porvenir…”
Cuando pasamos a través de tiempos en que la muerte mira fijamente a nuestro rostro, aprendemos cosas nuevas. Valoramos la vida de otra manera, nos tomamos fuerte de Dios. Once horas en que pensé mucho, después de esas once horas ví que traían a Darren nuevamente a su sala, -¡con vida! Seis meses después Darren fue dado de alta y curado de su enfermedad. Me tomó mucho más tiempo a mí a encontrarla calma. Mientrastrataba de volver a la normalidad, mi papá salía del hospital en silla de ruedas y quería mostrarnos qué bien la manejaba ya. ¡La fidelidad de Dios es grande!
MsoNor��<p(h�S-TRAD style=’font-size:12.0pt;line-height:115%; mso-ansi-language:ES-TRAD’>Y a ti ¿te cierran los números o estás en rojo? Siéntate y escribe tu presupuesto y no gastes más de lo que ganas. Será una manera que puedas dormir en paz. Escríbenos y dinos tu experiencia.