El botiquín de primeros auxilios siempre tiene que estar listo para las emergencias. En él deben estar los elementos que serán necesarios si debes atender a alguien que se ha lastimado. Esos elementos pueden ayudar a aliviar el dolor, detener el daño ocasionado de ponerse peor y ayudar al paciente a recuperarse. El botiquín de Dios para primeros auxilios no está formado por vendas, desinfectantes o antisépticos. Está hecho del amor incondicional de Dios y la Biblia el libro por el cual Dios nos habla a través de sus palabras.
El equipo de los primeros auxilios de Dios está listo para actuar en nuestros corazones dándonos paz; restaurándonos y haciéndonos completos de la manera que Él nos creó.
Cuando nos sentimos lastimados Dios, nuestro maravilloso Padre Celestial; que nos ama desde antes de nacer, quiere ayudarnos. Esta enfermedad acerca de la cual estoy hablando no es física, es algo que se siente dentro de nuestros corazones cuando estamos tristes, temerosos, rechazados, solas aisladas y vivimos desesperadas por un poco de amor y fuerza para sostenernos a través de nuestro dolor. Dios es Amor y Poder. Él será nuestra ayuda en tiempos de pruebas y tribulaciones.
A través de la Biblia nos dice que podemos tener muchas pruebas pero Él siempre nos ayudará a pasarlas. En el Salmo 34:20 se nos dice: «Él protege todos nuestros huesos, ni uno de ellos será quebrantado».
No está hablando de los huesos reales sino que nos está prometiendo cuidarnos cuando las cosas vayan mal, cuando tengamos pruebas y nos sintamos quebradas en el interior de nuestros corazones.
Tenemos el ejemplo del Rey David quien clamó a Dios a través de una oración cantada. En el Salmo 6:2 él dijo: «OH Señor, sáname, porque mis huesos se estremecen». Sus huesos reales no estaban quebrados pero tenían una gran agonía y pedía a Dios que lo rescatara. Nosotras podemos hacer lo mismo cuando estamos en grandes dificultades. Si clamamos a Él sanará nuestro sufrimiento interior.
A veces andamos mal por cosas que nos suceden pero pensamos que podemos arreglar los problemas por nosotras mismas. Dejamos a Dios fuera de nuestras cosas y luego nos preguntamos ¿por qué será que me siento tan mal? Hay unas palabras en la Biblia (Isaías 1:5-6) que Dios dirige al pueblo de Israel que se había alejado de Él: «¿Por qué persisten en hacer las cosas sin mi? Sus cabezas están enfermas y sus corazones dolidos. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay cosa sana, sino heridas, que no están curadas, ni vendadas ni suavizadas con aceite.» ¡Que palabras más significativas y podemos aplicarlas a nuestras vidas hoy! ¿Cómo está tu vida interior? ¿Tienes problemas, te sientes mal?
Quizás estás tratando de arreglar tus asuntos a tu manera, en tus fuerzas como lo hacía este pueblo a quien Dios dirigió este mensaje. Tienes que saber que aunque nosotras nos alejamos, Él con mucho amor nos está esperando y quiere sanar nuestros corazones lastimados y doloridos por tantos desengaños y frustraciones. El comienzo de la sanidad empieza cuando le pedimos perdón a Dios. Sólo debemos decirle cuanto lamentamos el habernos separado de Él. Luego si le obedecemos y oramos a Él regularmente sentiremos su presencia en nosotras nuevamente. La sanidad ha comenzado y su poder nos restaurará.
La Biblia nos cuenta la historia de un viajero.
Era un samaritano quien en su camino se encontró con un hombre que había sido golpeado y robado y muy mal herido quedo tirado en el camino.
Otras dos personas ya habían pasado por allí y viéndole en esa condición decidieron ignorarlo pasando de lado.
Sin embargo, este viajero Samaritano tuvo compasión de él.
La Biblia nos dice que «cuando le vio tuvo compasión de él. Se acerco, inclinándose le vendó sus heridas limpiándolas con aceite y vino. Luego colocó al herido sobre el lomo de su burro, le llevó a un lugar seguro y cuidó del enfermo» (Lucas 10:33,34).
Pagó por los días de alojamiento en ese lugar y por todo el gasto que ocasionaría mientras se sanaba y su salud fuese restablecida.
Cuando las cosas parecen desesperantes y nadie está para ayudarnos tenemos que saber que Dios nos consolará y nos ayudará. Como el buen samaritano nos mostrará su misericordia, nos rescatará, atenderá y suplirá nuestras necesidades y continuará a nuestro lado si se lo permitimos.
¿Puedes realmente entender cuán profundo es el amor de nuestro Padre Celestial por ti? Él te ama por lo que tú eres. Hay unas palabras en la Biblia que dicen «De tal manera me amó Dios, que ha dado a su único Hijo para que si creo en Él no perezca más tenga vida eterna» (Juan 3:16).
Él te ama a ti y me ama a mí. Jesús murió en una cruz dando su vida por cada una de nosotras.
Esto es un maravilloso misterio que significa que un día cuando muramos podemos tener la vida eterna con Él. Cuando ya los primeros auxilios no puedan hacer nada para ayudarnos; Dios nos llevará a vivir con Él para siempre en sus maravillosas moradas donde no habrá enfermedades ni tristezas, ni dolores porque en Su Presencia todo será maravilloso y gozaremos de su amor.