La Biblia, en el Salmo 127 versos 3 al 5 dice, “Los hijos son un regalo de Dios, recompensa suya son. Los hijos de padre joven son como agudas saetas (o flechas) que lo defienden. Dichoso el hombre que tiene su aljaba llena de ellos”.
Como ves, hace tres mil años atrás el Rey David llegó a esta conclusión: Los hijos ante todo son un regalo de Dios. Los hijos son FLECHAS poderosas en las manos del hombre. Mira, ¡a mi nunca se me hubiera ocurrido comparar a los hijos con flechas!, ¿y a ti? ¿Por qué crees que comparó a los hijos con flechas? Examinemos las razones. La flecha no puede volar por sí misma a menos que alguien la impulse. Tampoco pueden hacerlo los hijos. Dios dio padres a los hijos porque los niños no pueden sobrevivir y llevar a cabo una vida exitosa a menos que alguien les guíe y les dirija. La flecha no se puede cuidar a si misma. El tirador tiene que limpiarla, afilarla y protegerla guardándola en la bolsa protectora y así es con nuestros hijos. Tenemos que limpiarlos, protegerlos y adiestrarlos en sus habilidades, formándolos con un carácter sólido y una educación y lo más importante de todo, enseñarles a amar a Dios.
Como vez, si los hijos son flechas, pienso que los padres, o aquellos que los cuidan, son el arco que lanza la flecha al blanco. La fuerza y el éxito de la flecha depende de la capacidad del arco al estirarse y fijar los límites a donde llegar. Cuanto más flexible es el arco, tanto más lejos llegará la flecha. Imagínate si el arco se revelara y dijera al tirador, “¡No, no quiero que me toques para usarme, o para dirigir mi flecha d esta manera!”. ¿Qué sucedería? La flecha volaría, pero nunca alcanzaría el blanco que el tirador tenía en mente.
Esto trae otra dimensión a la figura. Fíjate, la flecha y el arco no sirven para nada a menos que sean usados por alguien. David llama (al arquero), al tirador, el Todopoderoso guerrero que me hace recordar lo que dice en la Biblia en Sofonías 3:17 “Dios está en medio de ti, como poderoso guerrero, El salvará, se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. ¡Aquí lo tenemos! Dios como un victorioso guerrero. Si los hijos son flechas y sus padres arcos, Dios, el victorioso guerrero, es el que tira del arco. ¡El todopoderoso Dios es quien nos creó con un propósito! El sabe dónde y cuándo El quiere usarnos para guiar a nuestros hijos, que son nuestras “flechas”.
Conozco un matrimonio que crió tres hijos. Ellos no tenían mucha educación. Eran pobres. Nunca pudieron tener muchas cosas materiales. Su meta en la vida era bien clara: amar y servir a Dios, obedecer sus mandamientos y amar a otros. A su vez, esta era la meta de ellos para sus hijos también. Siempre trataron de asegurarse que sus hijos nos fueran desobedientes, irrespetuosos, mentirosos, haraganes, desordenados ni deshonestos. Los hijos sabían que si ellos desobedecían, serían disciplinados. Esta sencilla pareja enseñó a sus hijos poniendo en práctica lo que ellos creían. ¡Gracias a que ellos eran sumisos a la voluntad de Dios, lograron que sus hijos volaran alto! Estos hijos llegaron a ser adultos responsables y fueron usados por Dios. Hasta hoy uno de ellos es médico y predicador. El segundo es abogado y profesor en un seminario y la hija es una misionera enseñando a las mujeres a vivir de la misma manera en que sus padres le enseñaron a ella. El amor, la confianza y la obediencia a Dios se ve en todo lo que ellos hacen.
Mi querida amiga, recuerda que Dios, el que tira del arco de nuestras vidas, tiene un plan y un futuro para nosotros y nuestros hijos. Él es el único que tomará tu vida en Sus habilidosas manos y te usará. ¡Puede ser que mires a tus hijos y les veas volando en direcciones equivocadas! Y te preguntes, ¿qué puedo hacer? ¿Cómo puedo yo volver a encaminarlos al blanco correcto?
Es nuestro deseo que te vuelvas a Dios y le permitas tomar tu vida en sus habilidosas manos. El perdonará tus pecados. Te dará sabiduría, te dará gozo, esperanza y amor. Te hará un mejor arco en sus manos porque junto con él, dirigirás a tus hijos en la dirección correcta.
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Muchas gracias x esta nota, estas palabras han tenido «rema» para mí
Así que la bendigo por su buena intención de promover el evangelio y le agradezco que se haya puesto al servicio del Señor.