Jacob y José

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Queremos contarte acerca de una familia cuya historia se encuentra relatada en La Biblia en el capítulo 37 del libro de Génesis. Nos referiremos a la familia de Jacob, un nieto de Abraham y un antepasado de los Israelitas.

Jacob tenía 12 hijos pero él amaba a uno de ellos más que a todos los demás. Su nombre era José. Le amaba de un modo tan especial que le mandó hacer una túnica muy especial, también. En ese momento Jacob no era un hombre pobre, de hecho era rico y bien podría haber mandado hacer una linda túnica para cada uno de los hijos- pero… no lo hizo. Esto causó mucho descontento en los otros hijos que le tomaron gran fastidio a ese hijo especial;  tanto era ese malestar que decidieron deberían matarle.

Un día José salió al campo para ir a ver a sus hermanos donde se encontraban trabajando. Llevaba puesta su hermosa túnica de colores y estando lejos aún ya pudo verlos… Ellos pensaron que ese sería el día… Al principio le arrojaron a un profundo pozo sin agua mientras ellos planificarían cómo deshacerse de él. Cuando se sentaron a comer algo, vieron que se acercaba una caravana de comerciantes de camino a Egipto así que decidieron que no lo matarían. En vez de eso lo venderían a esta gente por 20 piezas de plata.

Luego tomando su túnica, la rasgaron y la mancharon con sangre de un cabrito que mataron. Se la llevaron al padre y mintiéndole dijeron: “Hemos encontrado esto. Míralo  para ver si es la túnica de tu hijo.” Jacob la reconoció y dijo: “¡Es la ropa de mi hijo!” Algún animal feroz lo ha comido. Seguramente José ha sido destrozado.” Por supuesto el dolor de Jacob fue insoportable y rehusó ser consolado!

Mientras leemos esa historia quizá pensamos… ¡qué terrible!… esos hermanos hicieron cosas muy malas… ¿cómo pudieron mentir a su padre  siendo tan insensibles y desvergonzados y luego viéndole sufrir con tanto dolor?

Te sorprenderá si te digo que eso fue exactamente lo que Jacob hizo a su propio padre, cuando fue joven. Mintió a su padre que estaba casi ciego y le engañó.(Génesis 27)

Jacob tenía un hermano mellizo llamado Esaú y aún así eran totalmente diferentes… Esaú era muy velloso o peludo y Jacob no. A Jacob le gustaba quedarse en la casa con su madre, mientras que a Esaú le gustaba cazar y era el favorito de su padre.

Al pasar los años cuando Isaac estaba en su lecho de muerte, casi ciego… llamó a Esaú y le dijo: “Hijo mío: Toma tu arco y tu flecha y sal a cazar. Tráeme tu caza y hazme un guisado como a mi me gusta y tráemelo y comeré para que yo te bendiga antes que muera. La madre de Jacob estaba oyendo lo que decía a Esaú y ella quería que su hijo favorito fuera el que recibiera la bendición.

Así que, mientras Esaú salió a cazar ella preparó la comida favorita de Isaac con dos cabritos del ganado. Dijo a Jacob, “Llévale esto a tu padre fingiendo que eres Esaú, así luego él te dará la bendición. Pero el problema era que Jacob no tenía vellos en sus brazos. Así que la madre con ingenio cubrió sus brazos y cuello con la piel de los cabritos. Tomó la ropa de Esaú para que la vistiera seguramente por el olor de la ropa y envió a su hijo a llevar la deliciosa comida a la tienda de Jacob incluyendo pan recién horneado.

Cuando Jacob entró pretendiendo ser Esaú, tuvo que mentir a su padre. No una ni dos,  sino tres veces. La Biblia relata el encuentro de padre e hijo de esta manera: “Jacob llevó la comida al padre y le dijo “Padre mío,  -Isaac le respondió: Heme aquí… ¿Quién eres hijo mío? Y él respondió: Soy Esaú, tu primogénito.

El padre preguntó: ¿Cómo es que hallaste el animal del campo, tan pronto? El hijo respondió: Porque el Señor, tu Dios, hizo que la encontrase delante de mi.

El padre dijo a Jacob: “Acércate ahora y te palparé hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Cuando tocó las manos de Jacob cubiertas con la piel de cabrito Isaac dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú. ¿Realmente eres mi hijo Esaú? Preguntó otra vez- Y Jacob respondió: Si, lo soy”

Tres mentiras a propósito premeditadas- y después de varios años más tarde sus propios hijos deliberadamente le mintieron. Nadie puede escapar de la ley de la cosecha porque está escrito: ¡Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”  (Gálatas 6:7)

Esta es una verdad impresionante. No tomamos en cuenta que un día cumpliéndose la ley de la siembra y la cosecha vamos a recoger lo que nosotras hemos sembrado tiempo antes. Jacob, por cierto lo vivió. Cuando era muchacho joven engañó a su papá que se encontraba anciano, casi ciego y en el lecho de muerte. Pretendió ocupar el lugar de su hermano para llevarse la bendición que pertenecía al hermano mayor.

¡Creemos que nunca nos va a suceder! , pero, ¿sabes una cosa? A Jacob le sucedió bastante tiempo después, cuando sus propios hijos ya crecidos llegaron para engañarle. Y fueron crueles, no consideraron el sufrimiento del padre que ya estaba mayor. Jacob estaba cosechando lo que él sembró… las semillas de mentiras y engaños en sus años juveniles le produjeron más mentiras y engaños a través de la vida de sus hijos… Y cómo duele eso…

Querida amiga: si aún estás en la etapa en que estás sembrando semillas en las vidas de tus hijos, considera seriamente qué estás sembrando. ¿Son semillas de amor, paciencia, verdad y comprensión? Un día al pasar los años cosecharás la recompensa del cariño de los hijos que ya crecidos te estarán rodeando. No dejes de sembrar.

1 Comment

  1. gladis dice:

    mi querida hermana es de gran bendcion lo que estoy estudiando desde su pagina me gustaria que se con tacten a mi email
    mi esposo es dueño algunas radios en Argentina y quiero difundir algun material gratuitamente miles de vidas van a ser enriquecida como yo lo soy
    atte en Cristo
    Pastora gladis de Villanueva Rosario Santa FE Argentina

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