Un cuerpo nuevo

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Quisiéramos pero no podemos vivir una eterna juventud aquí en la tierra. Por tanto nuestros huesos y uniones se van desgastando y quedando fuera de servicio.

Leí hace poco un interesante poema donde un hombre anciano habla acerca de su “casa vieja”

El poema dice algo así:

“Esta vieja casa una vez conoció a mis hijos

Esta vieja casa una vez conoció a mi esposa

Esta vieja casa fue hogar y refugio mientras peleábamos las tormentas de la vida

Esta vieja casa una vez estuvo llena de risas

Esta vieja casa escuchó muchas voces

Ahora tiembla en la oscuridad cuando el relámpago zigzaguea.

 

Ya no voy a necesitar esta casa por mucho más tiempo

Ya no la voy a necesitar más

Ya no tengo tiempo para reponer las tejas

Ya no tengo tiempo para arreglar el piso

Ya no tengo tiempo para aceitar las bisagras

Ni arreglar las persianas de las ventanas

Ya no voy a necesitar esta casa por mucho más tiempo

Estoy listo para unirme a los santos por siempre.

 

Mercedes: Es un poema bien descriptivo. Nos hace pensar como que este anciano ya no tiene fuerzas para cuidar de su vieja casa y parece no estar preocupado porque pronto no la necesitará más.

Elizabeth: Creo que no sólo se refiere a esa vieja casa. Cuando habla acerca de reponer las tejas podría estar pensando en los cabellos que se le fueron cayendo de su cabeza.

 

Sonia: Y qué decir de los huesos y sus uniones. Anciano como era seguramente tendría algo de osteoartritis y su caminar sería lento y penoso y sus manos sin fuerza para realizar las tareas. Ya no tenía ni deseos de aceitar las bisagras de los postigos de las ventanas envejecidas y sucias. Sus ojos estaban oscurecidos todo se vería un poco más gris y difuso. Pero… es interesante notar que no sentía pena, no estaba apegado a lo material. Él dice estoy listo… listo para unirme a los santos. Seguramente está pensando en todos aquellos que ya han muerto y han partido a las moradas celestiales con Dios.

El Apóstol Pablo, un gran hombre de Dios también escribió acerca del desgaste de nuestro cuerpo físico. Él mismo padeció enfermedades, en algún momento dijo “tengo una espina en mi carne” y Dios lo confortó diciéndole… Pablo… bástate mi gracia…

Leamos lo que escribió en su segunda carta a los Corintios (4:16-18)

 

“Por tanto, no desmayamos, antes, aunque este nuestro cuerpo exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Y esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Por eso ponemos nuestra atención, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

 

Aquí el apóstol nos dice que realmente no es tan importante que su cuerpo se desgaste, porque su espíritu se pone cada vez más fuerte y su esperanza también. Quiere poner atención en aquellas cosas que duran para siempre… en las promesas que Dios le dio.

 

Muy a menudo ponemos toda nuestra atención sobre nuestros cuerpos físicos, queremos verlos lindos, vestirlos bien, alimentarlos y mantenerlos saludables. Y eso no está mal, está bien que lo hagamos. Pero lo que dice el Apóstol Pablo es que los cuerpos no son lo más importante. Él tenía su esperanza puesta en una vida mejor, esa vida que promete Dios a quienes le aman y le obedecen aquí en la tierra. En esa misma carta a los corintios en el capítulo 5 (1-5) Pablo añade lo siguiente: “Porque, sabemos que si nuestra morada terrestre se deshiciere, tenemos de Dios una casa en los cielos, un cuerpo eterno hecho por Dios mismo y no por manos humanas. Y por eso anhelamos ser revestidos de ese cuerpo celestial… para que lo mortal sea absorbido por la vida.”

 

Veamos un poco esto. ¿Qué piensas acerca de la muerte? Quizás le tienes temor o piensas que se termina todo. Algunas personas creen que vuelven a la vida en el cuerpo de un animal o algo otro para continuar viviendo. Pero la Palabra de Dios dice que Él nos quiere dar una nueva casa, un cuerpo nuevo que dure por siempre… mucho mejor que el cuerpo que tenemos ahora y que viviremos en el cielo con Él.

 

Cuando el apóstol Pablo habla de la muerte parece como que apenas puede esperar que suceda. No quiere decir que estaba anhelando morir, él no era un suicida- amaba la vida.

Pero sabía que eventualmente todos moriremos y que Dios tenía una vida micho mejor preparada para él. Este mundo está lejos de ser perfecto, ¿no te parece? A veces se pone difícil vivir aquí y anhelamos el cielo. Pero… ¿sabes? Aunque la vida aquí fuera muy buena y lo posees todo y te sientes muy feliz donde vives… aquel nuevo hogar celestial será aún mejor. Lo mejor de la tierra es sólo una pequeña muestra de lo que será estar en el cielo con Dios y sus ángeles.

 

El apóstol Pablo estaba dispuesto a esperar en la voluntad de Dios que decidiera cuándo debía partir de esta tierra. Él decía… sólo quiero agradar a mi Dios y hacer todo lo mejor mientras esté aquí. Quiero compartir las Buenas Nuevas de Jesús a tantas personas como me sea posible. Y así lo hizo. El Apóstol Pablo fue puesto en la cárcel por predicar el Evangelio de Jesucristo y antes de ser muerto por su fe, escribió a su amigo Timoteo:

“Sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio, porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo en aquel día, y no sólo a mi, sino también a todos los que aman Su venida.” 2ª. Tim 4: 5-8

 

Estas palabras finales del Apóstol Pablo son maravillosas. Todos aquellos que aman y confían en Jesús como su Señor y Salvador pueden estar seguros de ver cumplidas las promesas de Dios para sus vidas.  Pablo estaba en paz consigo mismo y delante de Dios pues cumplió con la misión que Dios le encargó que hiciera aquí en la tierra.

Amiga, Dios te ama a ti también y tiene un maravilloso plan para tu vida. Descúbrelo y vive como el Señor lo ha planeado para ti. Cree en Cristo como tu Salvador y Señor  y al final de tus días podrás decir como el Apóstol… “”He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe y ahora me espera la corona de la vida con Dios mismo en los cielos.

1 Comment

  1. Clorindo Herrera Curbelo dice:

    su programa es muy bueno y alentador

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